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Strike 3: Clásico en ruinas

santiago industriales

Foto: Alex Castro.

Hay quien dice que el clásico ya no es El Clásico. Que Santiago no está en condiciones de contender, y que su enfrentamiento contra los Industriales ha perdido pasión y emociones. Que esta barrida fue un episodio soso, sintomático de la pelota rancia que jugamos.

Y yo lo creo. Tendría que ser ciego, idiota o Master en Tracatanería, para no darme cuenta de que la subserie que acaba de jugarse no es la sombra de aquellas que quedaron marcadas para siempre con el hierro de los enfrentamientos Alarcón-Hurtado.

Allá el que lo cuestione: cada pelota necesita sus batallas a muerte. Esas que entonces protagonizaban capitalinos y orientales, y las que siempre van a sostener los Yanquis contra los Medias Rojas. Son enemigos irreconciliables en el campo, y ese morbo destila un combustible que mueve los torneos.

Por desgracia, la Serie Nacional se va quedando huérfana de duelos importantes. Todavía el público se agita, es cierto, pero más con las individualidades (Víctor Mesa, Yuliesky Gourriel), el arbitraje o las pulseadas personales (Vladimir García y Ramón Lunar), que con los desafíos interescuadras. Y en eso último pesa bastante la caída en barrena de Santiago.

¿Qué sucedió con las Avispas? ¿Cómo fue que pasaron de reinas temibles a insectos ordinarios? Porque a Santiago no lo ha golpeado tanto la fuga de talentos. Perdió a José Julio Ruiz, Adeiny Echavarría, Ronnier Mustelier y alguna otra figura, pero su caso no es ni remotamente comparable con los de La Habana, Pinar del Río o Villa Clara. Que han sufrido deserciones más numerosas y sensibles, pero se han mantenido en la elite del país.

Ahora ya no se trata de debatir si la provincia fue incapaz de asegurar el relevo generacional de los Pacheco, Kindelán y compañía. Ni tampoco de si Luis Danilo Larduet no anduvo fino en la elección de los refuerzos. Hace rato que soplan estos vientos, y Cuba –su campeonato, su fanaticada- pide a gritos el regreso de Santiago a las alturas. Porque, repito, cada liga tiene sus eternas fuerzas encontradas, y nunca será igual un Pinar-Villa Clara o un Matanzas-Industriales, a un play off entre Avispas y Leones.

Por lo menos, no en materia de conmoción social y aura poética.