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Ginebra II, pronóstico reservado

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En las conversaciones de paz que toman el nombre de Ginebra II, que a partir de este miércoles sesionarán en la ciudad suiza de Montreaux, los obvios protagonistas parecen ser el gobierno de Bashar Al-Asad y la oposición representada por la Coalición Nacional Siria (CNS). Pero a nadie debiera pasar inadvertido el papel fundamental que jugará Irán en esta conferencia, porque, aunque no vaya a estar presente, constituye sin dudas un gran elemento de peso.

A raíz de que el gobierno de Hasán Rouhaní reiterase este lunes su negativa a apoyar el plan para establecer un Gobierno de transición en Siria, Naciones Unidas ha decidido que la reunión de Montreux se realice sin la participación iraní, exactamente el mismo día en que Teherán renuncia, mediante acuerdo nuclear con la Unión Europea, a la producción de uranio enriquecido a más del 5%.

La decisión de la ONU está definitivamente mediada por las presiones ejercidas por la CNS, que señaló tres puntos a cumplir de manera inmediata por Irán como condición para su asistencia a la reunión: retirar las tropas que, según los contestatarios, han enviado a Siria; comprometerse con lo subscrito en la cumbre de Ginebra I del verano pasado - aceptar una transición política en Siria sin Asad en el poder - y adoptar una "postura positiva" respecto a Ginebra II.

Ginebra II no se trata, para nada, de una conversación entre los directos implicados en el conflicto, sino una reunión entre las principales potencias (dígase también EE.UU. y Rusia), y si los grandes de Occidente no quieren a Irán en Montreaux, pues se hará todo lo posible y hasta lo imposible por evitarlo. Basta con citar a Samantha Power, embajadora de EEUU ante la ONU, que insistió durante una reunión del Consejo de Seguridad este lunes que el apoyo a los objetivos de la conferencia "es un requisito mínimo de participación en este proceso de paz" y por lo tanto, Irán "no cumple con las condiciones" para estar en Suiza.

Algunos medios, como el diario español El Mundo, continúan repitiendo que “la participación de Irán puede poner en riesgo el primer gran intento diplomático de parar la masacre en Siria, donde ya han muerto más de 100.000 personas y más de nueve millones se han visto forzadas a huir de sus casas desde marzo de 2011.”

¿Por qué este miedo a Irán? Sencillamente, Irán ha sido desde los años de la República Islámica, el aliado y compañero clave de Siria en la región. La relación entre ambos países se fortaleció especialmente tras los conflictos permanentes con Israel. Las dos naciones también están comprometidas con la causa de los palestinos, y han sido fuertes críticos de Israel por su beligerancia en el área y la violencia desatada contra el pueblo árabe.

Teherán, además, ha venido alcanzando un creciente protagonismo en el área, liderando la resistencia política que ejercen las llamadas naciones del “arco chíita del Creciente Fértil” frente a la injerencia internacional de las grandes potencias de Occidente, que han favorecido y pertrechado a la oposición armada y claman por un gobierno de transición que asegure sus intereses en el área.

Pero a pesar de que la inconformidad por parte del gobierno iraní se hizo saber, y que Rusia ha califica de error imperdonable no invitar al gobierno iraní —siendo como es un elemento importante entre los involucrados en el conflicto-, podemos dar por seguro que entre los más de 40 países asistentes, no encontraremos el asiento iraní. Así que solo nos queda sentarnos a esperar por un resultado que, en opinión de algunos, ya está sentenciado.