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Jackie Robinson… sufrió en Cuba

jackie robinson

--“¿Usted también es pelotero de los Dodgers? --Le preguntó.

--Sí señor. Mi nombre es Jackie Robinson.

--Pues no puede alojarse aquí. No aceptamos negros en este hotel…”[1]

El jugador de color oscuro, al parecer, no lo entendió y se quejó a la directiva del equipo de Grandes Ligas. ¿Cómo podía pasar en Cuba, lo mismo que en los Estados Unidos? Si aquí jugaban los negros desde 1900 y sus compatriotas a partir de 1907. No entendía que una cosa era el espectáculo rentable del béisbol, que sin los de su piel perdería el incentivo, y otras las condiciones sociales de un país también segregado, aunque a un nivel menos descarnado. No olvidar que en la Unión Atlética de Amateurs de Cuba, se mantenía el apartheid en los deportes, incluida la pelota.

Años después, cuestionados por el periodista venezolano Juan Vené, los ejecutivos del Hotel Nacional, solo argumentaron que por aquel recinto desfilaban los más encumbrados blancos estadounidenses, quienes allí dejaban verdaderas fortunas en los altos precios de las habitaciones, las comidas y las bebidas. Y ni qué decir de los juegos al azar en sus célebres casinos. Para acuñar tal aseveración, veamos la siguiente frase, típica del más recalcitrante racismo oficial: “Los negros, ni de Estados Unidos ni de Cuba, tienen dinero que gastar aquí…”[2]

Así las cosas, “el hombre del momento”, quien poco después rompería la barrera del color en las Mayores, dio con sus huesos en el hotel Boston, no comparable en lujos y comodidades con el Nacional, pero allí se hospedaban sus compatriotas negros que venían a jugar en la Isla. Sistemáticamente lo habían hecho, en ese y otros recintos de igual categoría, algunos superiores en calidad, como Sam Lloyd, Oscar Charleston, Joshua Gibson, Cool Papa Bell, y compañía.

Con los Dodgers había llegado, también, su equipo sucursal en Canadá, los Royals de Montreal, donde se desempeñaba Robinson, cuyos jugadores blancos se hospedarían en la aristocrática Havana Military Academy, que años después integraría un trío con similares características, solo para varones blancos de la aristocracia: la Loyola Military Academy, y la Saint Thomas Military Academy.

El alojamiento de los Royals sería excelente, colmado de atenciones. Ni qué decir del Nacional, por donde habían pasado luminarias como Babe Ruth, Ava Gardner, Frank Sinatra, y tantos otros. Sin embargo, el Boston no reunía las mejores condiciones, allí prácticamente se hacinaban los jugadores negros, interesados en buscarse unos pesos para gastarlos en sus países, según comentarios de la época.

Hubo gestiones de los directivos de los Dodgers. Reclamaron al gerente por su “futura estrella”, pero la respuesta fue implacable: --Señores, esa es la política de nuestra empresa, y no podemos violarla. --Como resultado, Jackie pasaría todo el spring training en el Boston, y no podía ir al Nacional, ni de visita. Ni a tomar café ni a brindar con sus compañeros de equipo. Pero hubo más:

Y eso no fue todo el insulto que sufrió Jackie en Cuba esa vez. Un fanático blanco, de nombre Lázaro Losada, lo invitó una tarde que tenía libre a ir a la playa de Varadero. Y tampoco los dejaron entrar a esa playa. Simplemente les dijeron: --Esto es exclusivamente para blancos.[3]

Robinson venía de lograr una campaña fabulosa con los Royals. Algunos afirman que Branch Rickey, su mentor para las Mayores, había decidido hacer el entrenamiento de primavera en La Habana, para alejarlo de la fanaticada norteamericana y preparar aquí, en la segunda plaza del béisbol, las condiciones para el salto definitivo. Después de todo, desde hacía muchos años, varios elencos norteamericanos hacían los entrenamientos primaverales en La Habana.

El 20 de febrero (se mencionan diferentes fechas) arribaron ambos equipos a la capital cubana, donde la pelota nativa estaba “en candela”, porque Habana y Almendares se jugaban la vida en partidos que hicieron época y la afición corría tras ellos. Poco o casi nada importaron los Dodgers con su jugador “oscuro”. La prensa se deshacía tras los rojos y los azules. Veamos la siguiente versión:

Cuando acudieron a La Habana para el entrenamiento de primavera de 1947, tanto Robinson como los demás jugadores negros norteamericanos (Roy Campanella, Don Newcombe y Roy Partlow) no pudieron alojarse ni con el equipo canadiense en la Havana Military Academy, una prestigiosa escuela privada, ni con los Dodgers en el lujoso Hotel Nacional, sino que tuvieron que ir a hoteles de medio pelo del centro urbano (en una concesión al racismo vigente en Cuba).[4]

Algunos aseguran que la dieta de los jugadores fue diferenciada:

Incluso en Cuba no todo era igualdad. Los Dodgers (…) comían carne, frutas y verduras importadas. Los Reales de Montreal blancos fueron alojados en una escuela lujosa, la Academia Militar de La Habana, y comieron alimentos importados para evitar contraer una disentería. Robinson, Partlow y Newcombe fueron enviados a un ruinoso hotel y se les dio dinero para que comieran en restaurantes locales.[5]

Más adelante, el autor asegura que Jackie tuvo problemas estomacales, por la alimentación y también, a no dudar, por las humillaciones a que se vio sometido. Algunos le achacan al padecimiento que no hubiese brillado en el terreno. A fin de cuentas los cubanos eran exigentes al máximo, acostumbrados a ver jugadores negros de altísimo nivel.

Pocos días antes se habían impuesto los Alacranes del Almendares en el Champion Cubano, a las órdenes de Adolfo Luque. Y en los equipos se habían desempeñado jugadores negros del país, de los Estados Unidos y otros latinoamericanos. Por todo ello, nada hacía presumir, salvo alguna que otra curiosidad y la significación del hecho en sí mismo, que los fanáticos de la Isla se volcaran hacia la labor de Robinson y sus acompañantes. Mas la excursión no terminaría en Cuba. Y ellos vivirían momentos mejores:

Robinson estuvo en mejor forma cuando los Dodgers se mudaron a Panamá para dar más juegos de exhibición. Los promotores panameños habían garantizado 35 000 en ingresos si Robinson iba con el equipo. La respuesta de los panameños fue tan entusiasta como la de lo cubanos había sido apática. La idea de que un hombre negro tuviera la oportunidad de llegar a las Mayores, capturó la imaginación del pueblo de Panamá.[6]

Es bueno aclarar que los otros tres negros aún no habían sido seleccionados para saltar a las Grandes Ligas, solo Robinson, lo que provocó protestas de la prensa, los fanáticos e inconformidades de jugadores de la talla del receptor Campanella, quizás el de mayor nivel para ingresar en el circuito mayor, donde brillaría poco después, al extremo de integrar el Salón de la Fama de Cooperstown. En esos momentos ellos habían sido destinados a las Menores, con los Royals.

¿Por qué Jackie Robinson? Hubo razones de peso: excelente defensor de las posiciones del cuadro, tan o más veloz que ninguno, buen bateador, inteligente, provocador en el terreno y, como si esto fuera poco, llevaba consigo un orgullo congénito por los de su raza. Quizás por eso, mirando con luz larga, se haya decidido a sufrir tantos improperios, ofensas, agresiones verbales y físicas, porque logró interiorizar que había sido elegido como el profeta visionario de su estirpe, gracias a los tiempos que corrían, hijos del desarrollo y el avance financiero, comercial y deportivo.

Mientras, en las Grandes Ligas se respiraban aires de renovación. El senador Albert Happy Chandler, a diferencia del antiguo comisionado Kenesaw Mountain Landis, se encargaría de abrir las puertas a los jugadores de color, los mismos que, en sus segregadas ligas habían demostrado, al menos, similar calidad que los blancos, superiores en infinidad de casos. Y un hombre como Branch Rickey, de pupila avizora, no podía perder la oportunidad. Dicen que probó con otros, entre ellos el matancero Silvio García, pero la sangre criolla no le hubiera permitido soportar tanta afrenta; así se lo hizo saber.

El 15 de abril de 1947, debutaría Robinson en las Mayores, ante una gran expectación. No conectó hits, pero anotó la carrera ganadora. A partir de allí crecieron las humillaciones y hasta amenazas de muerte. Los lanzadores lo golpeaban a propósito y los catchers escupían sus spikes. Algunos de sus compañeros de equipo trataron de rebelarse. A pesar de todo, por su calidad, se fue imponiendo hasta ganarse el respeto de compañeros y contrincantes, cuando fue elegido Novato del Año.

Ya para 1949 las cosas se hicieron más flexibles, al extremo de aceptar al primer negro latino en las Mayores, el cubano Orestes Miñoso, quien un año antes había sido contratado por la Organización de los Indios de Cleveland. Jugador muy veloz e impetuoso, Robinson se había robado 19 veces el home y colaboró con su equipo para llegar a seis Series Mundiales en diez temporadas, donde fue seleccionado seis veces para el Juego de las Estrellas.

Al respecto, el jugador de los Cachorros de Chicago, Andy Pafko, rememoraba: “Recuerdo un partido con el Chicago en que le robó segunda a Bob Rush y al próximo envío estafó tercera. Pedí tiempo y le dije a Bob: --Escucha, si no mantienes cerca de la base a este tipo te va a robar el home. --Bueno, así mismo fue. Al próximo lanzamiento lo hizo.[7]

En diciembre de 1956 pasó a los Gigantes de New York, pero decidió retirarse. Sus totales en Grandes Ligas fueron: en 1 382 desafíos y 4 877 veces al bate, conectó 1 518 hits, para average de .311, con 947 anotadas, 734 impulsadas, 273 dobles, 54 triples, 137 jonrones, recibió 740 bases, se ponchó solo en 291 ocasiones, robó 197 bases y terminó con slugging de .474.

Seriamente afectado por la diabetes, casi sin vista, se le pudo ver y ovacionar en la Serie Mundial de 1972. Falleció días después, el 24 de octubre. En 1997 se decidió el retiro de su número (42) de los terrenos, con la salvedad de los jugadores que ya lo llevaban, como el panameño Mariano Rivera, el célebre cerrador de los Yankees de New York.

Una vez retirado, Robinson se destacó como luchador contra la segregación racial. Llegó a ser un empresario y figura política de cierto realce. Se encargó de proyectos para mejorar la existencia de la gente de color. Trató con personalidades como Martin Luther King. Trabajó con iglesias y organizaciones sociales. Después de su muerte, su esposa creó la Jackie Robinson Foundation, que otorga becas escolares con el objetivo de ayudar a la juventud necesitada para concederles educación y hacer de ellos ciudadanos útiles. En una ocasión, el player había comentado a un periodista deportivo de New Orleans: "No pretendemos nada especial. Solo pretendemos que nos permitan vivir como viven ustedes, como nuestra Constitución lo demanda...”

Jack Roosevelt Robinson fue nieto de un esclavo y el más pequeño de seis hijos de un trabajador del campo, que abandonó la familia seis meses después de su nacimiento, el 31 de enero de 1919, en Cairo, Georgia, Estados Unidos, y falleció en Stamford, Connecticut, el 24 de octubre de 1972. De figura atlética, en sus mejores momentos alcanzó los cinco pies, con once pulgadas y media de estatura y unas 190 libras de peso. Desde niño se destacó en varios deportes: atletismo, baloncesto, fútbol americano y béisbol. Asimismo, integró las fuerzas armadas en la Segunda Guerra Mundial, donde alcanzó el grado de segundo teniente.

En 1945 había defendido el campo corto del Kansas City Monarchs, en su única campaña de las Ligas Negras, el mismo equipo que años atrás se había coronado en la primera Serie Mundial de ese circuito, a las órdenes del cubano José de la Caridad Méndez, El Diamante Negro. Allí conectó para .345.

Pronto los especialistas convinieron en que su mejor posición sería la segunda base, donde llegó a inmortalizarse, al extremo de ser seleccionado en el All Century Team del siglo XX, junto al inmortal Roger Hornsby.

Muchos años después, en un balance de su existencia y las vicisitudes, el inmarcesible jugador sepia, que con su accionar dividió a las Grandes Ligas en un antes y un después, afirmó:

Sufrí muchas vejaciones durante mi carrera en todo Estados Unidos, pero los primeros golpes de este tipo fueron en La Habana. Creo que, paradójicamente, debo agradecerlo, porque eso me entrenó para lo que venía. Es decir, los entrenamientos de 1947 en Cuba me prepararon no solo para jugar en Grandes Ligas, sino también para tolerar, soportar, sufrir sin decir nada, todo cuanto surgía en mi contra por no ser blanco.[8]

En 1945 Robinson había estado en Venezuela, con un equipo de Estrellas Negras. Por su destacado papel en la historia del béisbol y su ejemplar trayectoria, en 1962 fue electo al Salón de la Fama de Cooperstown, en su primer intento.

Actuación en Grandes Ligas:

JJ       VB         H         AVE       CA        CI       2B        3B         HR         SLG

1382

4877

1518

.311

947

734

273

54

137

.474

 

(Con documentación de Wikipedia, la Enciclopedia Libre, Roberto González Echevarría, Juan Vené, Severo Nieto, Alfredo Santana, James A. Riley, Norberto Codina, Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga, Rogelio Augusto Letusé La O, Gabino Delgado, René Molina, Eladio Secades, Félix Julio Alfonso López, Andrés Pascual, Yasel Porto Gómez, Jess Losada, Michael M. Oleksak y Mary Oleksak, Marino Martínez, Ángel Torres, Peter Bjarkman, James D. Cockroft, y otras fuentes).

 



[1] Juan Vené: Las mejores anécdotas del Béisbol. Ediciones B, Venezuela S. A., 2008, p. 142.

[2] Ibídem, p. 143.

[3] Ídem.

[4] Roberto González Echevarría: La gloria de Cuba. Historia del Béisbol en la Isla. Editorial Colibrí, Madrid, España, p. 112.

[5] James D. Cockroft: Latinos en el Béisbol. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, pp. 84-85.

[6] Michael M. Oleksak y Mary M. Oleksak: Béisbol. Latinoamericanos en las Grandes Ligas.   EDAMEX, S. A. México 1995, p. 83.

[7] Rogelio Augusto Letusé La O: Aquí se habla de grandes. Editorial José Martí. La Habana 2011, p. 127.

[8] Juan Vené: Ob. Cit., p. 143.