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José María Heredia, orgullo de América y de Cuba

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En su libro biográfico José María Heredia. La patria y la vida, el escritor Leonardo Padura escribe motivado por una pregunta cuya respuesta no resulta sencilla: ¿Por qué José María Heredia decidió ser cubano? Es una pregunta que tiene toda la razón de hacerse. Heredia nació el 31 de diciembre de 1803, en Santiago de Cuba y murió en Ciudad México el 7 de mayo de 1839. Esa corta vida de treintaicinco años se distribuyó en poco más de seis en Cuba, cinco y medio en Venezuela, dos en Santo Domingo, algo más de cuatro en la Florida y dieciséis en México. ¿Por qué no se declaró mexicano Heredia? ¿Más allá de la circunstancia del nacimiento, por qué se inclinó con fuerza a una cubanía fundacional?

Una vida y una obra ejemplares, asentadas en las bases de “lo cubano”. Heredia está cumpliendo sus 210 justo antes que suenen las campanadas de nacimiento del 2014. Les comparto un breve texto que escribí cuando “el poeta de América” cumplía su bicentenario. José María Heredia, orgullo de América y de Cuba.

HEREDIA, TAN ALTO COMO LAS PALMAS

El pasado 31 de diciembre llegó con su mensaje de fin de año para anunciarnos, también, a Cuba y Latinoamérica, la entrada de una nueva y esperada estación literaria: el Bicentenario de José María Heredia.

“Poeta nacional”, lo llama el erudito Chacón y Calvo —quizá su mayor exégeta y promotor— y el epíteto no resulta exagerado, dada la genealogía de juicios críticos que han recibido Heredia y su obra, que se remonta a las entusiastas y consagradoras palabras con que lo saludó Andrés Bello, pasando por las opiniones de Alberto Lista, Enrique Piñeyro, Antonio Cánovas del Castillo, Domingo del Monte o Marcelino Menéndez y Pelayo, por citar algunos ejemplos. Nos dice Andrés Bello:

Sentimos, no sólo satisfacción, sino orgullo, en repetir los aplausos con que se han recibido en Europa y América las obras poéticas de don José María Heredia, llenas de rasgos excelentes de imaginación y sensibilidad; en una palabra, escritas con verdadera inspiración. No son comunes los ejemplos de una precocidad intelectual como la de este joven. Por las fechas de sus composiciones, y la noticia que nos da de sí mismo en una de ellas, parece contar ahora veintitrés años, y las hay que se imprimieron en 1821, y aun alguna suena escrita desde 1818: circunstancia que aumenta muchos grados nuestra admiración a las bellezas de ingenio y estilo de que abundan, y que debe hacernos mirar con suma indulgencia los defectos que de cuando en cuando advertimos en ellas

Aquí se vislumbran ya, algunos de los rasgos más relevantes de lo que será entonces, hasta hoy, la recepción y la crítica de la obra herediana; su asombrosa precocidad, la pasión que imprime a su discurso poético y el vínculo inseparable entre su obra y su biografía.

Parte de su niñez transcurre entre Venezuela, Santo Domingo y México. De nuevo en Cuba, con apenas veinte años, Heredia participa en la Conspiración de los Rayos y Soles de Bolívar. Descubierta esta, es condenado a muerte —pena que se conmuta por el destierro— y marcha a los Estados Unidos. El hecho, además de cambiar de manera dramática su vida, arraigará profundamente en el alma del poeta el tema de la libertad.

Desde entonces vivirá Heredia en el desgarramiento de vivir separado de su patria y la amargura de ver apagada en ella la llama libertadora que sacudía a toda la América.

Ahora es Heredia “el poeta de la libertad”. Pasa a residir definitivamente en México, donde vive de su oficio de abogado, pero no cesará de escribir y hablar a favor de la libertad de Cuba, de América y del género humano:

¡Libertad! Ya jamás sobre Cuba

Lucirán tus fulgores divinos.

Ni aún siquiera nos queda ¡mezquinos!

De la empresa sublime el honor.

¡Oh piedad insensata y funesta!

¡Ay de aquel que es humano y conspira!

Largo fruto de sangre y de ira

Cogerá de su mísero error.

(“La estrella de Cuba”, fragmento)

Su pensamiento político no se detiene en la frontera cubana. Invitado en México a pronunciar en Cuernavaca el discurso por la fiesta nacional, viendo ya los peligros con que el caudillismo y otros males locales amenazaban a la naciente República, advierte:

... Desconfiad de los hipócritas odiosos que con la patria en los labios, y el infierno en el corazón, quieren apartaros de vuestro deber. Si os dejáis llevar de su voz pérfida, por el camino de la inmoralidad y de la injusticia, de círculo en círculo, como en el infierno de Dante, bajaréis a sepultaros en el abismo pavoroso del crimen y precipitaréis con vosotros a la patria. Esta no debe un tributo de sangre al caprichoso furor de particulares ambiciones, aunque cubran sus tramas con el velo augusto de la voluntad del pueblo...

Como se aprecia, sus ideas están cargadas ya de un fuerte civismo. Y su obra gana en riqueza de temas y matices. También es Heredia el poeta que canta al amor, a la familia, a la naturaleza; que reflexiona en poemas filosóficos o históricos. Es el poeta del "Niágara” y “En el Teocali de Cholula”. Su obra en prosa también crece y sorprende con un todavía valioso “Ensayo sobre la novela”. Es un torbellino viviente que a ratos parece que se desintegrará si no logra escribir todo lo que inflama su inspiración de poeta y patriota. De sí mismo escribirá:

El torbellino revolucionario me ha hecho recorrer en poco tiempo una vasta carrera, y con más o menos fortuna, he sido abogado, soldado, viajero, profesor de lenguas, diplomático, periodista, magistrado, historiador y poeta a los 25 años. Todos mis escritos tienen que resentirse de la rara volubilidad de mi suerte.

En 1836 Heredia logra regresar a Cuba pero, su estancia durará unos tres meses. Desalentado vuelve a México donde muere, en mayo de 1939. Vendrá a sumarse entonces al coro de sus lectores y críticos, el genio siempre preclaro de Martí, quien publica, en mayo de 1888, “Heredia”, texto que constituye aún un punto de giro para la recepción y el análisis de la poética y la obra heredianas. En una lección ejemplar de su concepto de la crítica, se acerca Martí a la obra del poeta santiaguero, a la vez que enumera algunos lunares de la poesía de su compatriota (solo aludidos por Bello):

Suele ser verboso. Tiene versos rellenos de adjetivos. Cae en defectos propios de aquellos tiempos en que al sentimiento se decía sensibilidad: hay en casi todas sus páginas versos débiles, desinencias cercanas, asonantes seguidos, expresiones descuidadas, acentos mal dispuestos, diptongos ásperos, aliteraciones duras: esa es la diferencia que hay entre un bosque y un jardín: en el jardín: en el jardín todo está pulido y podado, enarenado, como para morada de la flor y deleite del jardinero: ¿quién osa entrar en un bosque con el mandil y las podaderas?

Para afirmar después que el “primer poeta de América es Heredia”. El texto martiano sigue siendo raigal en la recepción de la obra de Heredia, pues críticos posteriores sobredimensionaron el fragmento citado y se acercaron a su obra de una manera un tanto peyorativa. Al respecto resulta de gran interés el ensayo “José María Heredia, primogénito del romanticismo hispano”, de Manuel Pedro González. Y lo que subyace, tanto en el criterio martiano, como en el de Bello —por mencionar solo los ejemplos más relevantes— es la polémica, entre neoclásicos y románticos, que se extiende luego a románticos y modernistas, y que llega a nuestros días con encendidísimos colores y criterios ¿Acaso no nos preguntamos todavía si es Heredia el iniciador o un precursor del romanticismo? ¿Cuántas páginas se escriben aún, en el mismo sentido acerca de Martí, Darío y el modernismo?

Pienso que la fecha que se avecina es una invitación a revalorizar la obra y la figura de José María Heredia, en el contexto de innegable trascendencia, complejidad y madurez que han alcanzado nuestras literaturas hispánicas, y en especial las letras y la sociedad cubana dentro de ellas. “Primer poeta de América” lo llamó Martí; en uno de sus textos, Chacón y Calvo narra la anécdota de la visita que hiciera a Enrique José Varona, una noche de junio de 1930, en la que este último le dijera: “Yo le puedo afirmar que no fui yo solo: fueron todos los cubanos de mi generación los que aprendieron a sentir a Cuba, a ver sus notas penetrantes, típicas, en la obra de Heredia”.

La lección herediana está en pie, y los cubanos de hoy debemos conservar su memoria pero, por sobre todo, leerlo como un contemporáneo para poder decir con Martí:

Pero nuestro Heredia no tiene que temer del tiempo: su poesía perdura, grandiosa y eminente, entre los defectos que le puso su época y las limitaciones con que se adiestraba la mano, como aquellas pirámides antiguas que imperan en la divina soledad, irguiendo sobre el polvo del amasijo desmoronado sus piedras colosales.

(Tomado de Portal Cubarte)

Se han publicado 5 comentarios



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  • Cofresi Ramirez dijo:

    POR FAVOR,SI ME LEEN,HACE MUCHO QUE PASARON UN ARTICULO SOBRE EL CHIVO QUE LUCHO CONTRA LA DICTADURA DE BATISTA. Y CREO QUE TAMBIEN UN BURRO.
    LES ESCRIBO ESTO,POR QUE TENEMOS UNA DISCUCION SOBRE ANIMALES QUE TOMAN PARTIDO POR LA LUCHA SOCIAL.
    A PROPOSITO DEL PERRO SARCHICHA DE GRECIA Y EL MATAPACO DE CHILE,POR ESO QUIERO INFORMACION SOBRE EL CHIVO Y UN BURRO QUE LUCHARON CONTRA MACHADO.
    MUCHAS GRACIAS.....OJALA ME CONTESTEN.ATT...COFRESI.

    • Leandro dijo:

      Pienso que es injerencia opinar acerca de las discisiones que tienen entre sí los animales.

  • rommel dijo:

    Para mi el poeta nacional de Cuba , a falta del Apostol que es el heroe nacional de Cuba y alguien fuera de serie en lo que a literatura se refiere deberia ser Heredia , en mi opinion Nicolas Guillen con el respeto que merece no le llega ni cerca y solo la frase de Marti Poeta de America lo ilustra todo

    • Leandro dijo:

      Pero el Apostol no falta y Guillén, en mi criterio no deja de ser grande. No entremos entonces, en discusiones que a mi juicio resultan no solo estériles, sino a veces dañinas, al tratar de minimizar a alguien grande, para engrandecer a otro grande. Herédia:"El Primer Poeta de América" y rindámosle merecido homenaje, más allá de los epítetos.

      • Santiaguero dijo:

        Bueno, les cuento que poetas nacionales hemos tenido tres. Heredia, José ángel buesa y guillén. Quién los nombró y quién los desnombró es toda una historia.
        Saludos

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