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Sotomayor: "Con el dinero de Bale, Cuba estaría en el 'top 10' en Río"

Sotomayor en la Kid Chocolate

Por Pablo Brotóns

El 8 de septiembre de 1988, hace 25 años, se encaramó en Salamanca al primer puesto del ranking mundial de salto de altura con 2,43. Un listón que con el tiempo elevó dos centímetros más en la propia capital salmantina. Un cuarto de siglo después, Javier Sotomayor (Limonar, Matanzas, 1967) disfruta todavía como plusmarquista mundial en su retiro de La Habana.

MARCA se encontró con el 'Príncipe del Limonar' en su ambiente, con su gente, donde es adorado. Sotomayor es de lo más accesible. Siempre con una sonrisa en el rostro, siente y ejerce de cubano.

A la conclusión del maratón de La Habana, nos habló, entre otras cosas, de la amenaza que supone Bondarenko para su récord, de las deserciones en el deporte cubano, de la apertura al profesionalismo, de fútbol (es hincha del Madrid) y de dopaje.

—El famoso tango dice que 20 años no es nada. Que se lo cuenten a usted y a sus 2,45 que ahí siguen.
Cuando uno ha vivido esos 20 años puede decirlo, pero mientras transcurre el tiempo después de haber logrado ese objetivo, sí es verdad que es mucho. Llevo 20 años con el 2,45 y 25 como plusmarquista mundial. Mi primer récord también fue, precisamente, en Salamanca el 8 de septiembre de 1988. Sí, creo que he disfrutado, he tenido el honor y el orgullo de alcanzar ya un cuarto de siglo presumiendo de ese gran éxito.

—España siempre en el corazón, entonces.
Claro. España, dentro de tantos países que he visitado en mi carrera, es el que mejores recuerdos me trae por muchísimas razones. Por los récords que conseguí, por el campeonato del mundo que gané, por la medalla olímpica de Barcelona, por el premio Príncipe de Asturias y otras condecoraciones que me impusieron... Y porque me siento siempre allí como en casa.

—Cierto, estamos con todo un 'Príncipe de Asturias'.
Siempre lo he llevado con muchísimo honor. Al margen de lo conseguido en la pista, los récords, las medallas olímpicas y mundiales, este premio que me concedieron en 1993 es el mayor reconocimiento que he obtenido en mi vida. Y aquí en Cuba muchos me llaman 'Príncipe de Asturias'. Algunos me preguntan incluso si lo soy en realidad y les tengo que decir que no es para tanto (se ríe).

—Por primera vez en mucho tiempo parece que hay un aspirante serio a 'jubilar' su 2,45.
Sí. Bondarenko, el ucraniano, creo que tiene unas grandes condiciones. Este año ha hecho una gran temporada, realmente me deslumbró cómo ha saltado porque hasta ahora no había sido así. Pero este año sí lo ha demostrado. Intentó batir el récord en dos ocasiones. Mucha gente me pregunta si podrá o no superarlo. No lo puedo saber. Eso sólo lo dirá el tiempo. Lo único que puedo decir es que se le ven grandes perspectivas de poder con los 2,45.

—Si llega ese día, ¿Sotomayor sentirá que ha perdido un pedacito de su vida?
Soy plusmarquista desde del 8 de septiembre de 1988. Desde entonces hasta hoy llevo 25 años consciente de que alguien va a superarme algún día. Los records nunca son eternos, están para eso, para superarse.

—Estamos hablando de una de las marcas más antiguas de la historia del atletismo.
Una de ellas, en efecto. Pero como vimos en el caso de Bob Beamon en longitud, algún día aparecerá alguien que superará la mía. O un bólido que sea más rápido que Usain Bolt por muy difícil que parezca.

—¿A qué cree que se ha debido esta travesía en el desierto en una prueba como el salto de altura, donde hoy en día apenas se rebasan los 2,40?
En mi caso agradezco que me haya tocado la mejor época del salto de altura. Cuando había grandes saltadores como ahora lo es Bondarenko y quizá mejores, como el sueco Patrik Sjöberg. Estuvimos muchas temporadas realizando grandes saltos. Creo que esa competencia me estimuló y me llevó a hacer saltos superiores a los suyos. Quise ser mejor que ellos y logré el récord del mundo. Este año se ha visto que ha subido el nivel, no sólo por el ucraniano, también por el qatarí (Mutaz Essa Barshim).

—Cambiando de tercio y como gran representante y defensor del deporte de su país. ¿Cuál es el principal enemigo del deporte cubano?
Creo que en la actualidad hemos perdido un poco de nivel, de calidad. Nuestras infraestructuras han mermado más que nada por cuestiones de presupuesto. El presupuesto de hace dos años, por ejemplo, no era el mismo que en la actualidad y ha hecho que la base más que todo se resienta mucho. A lo mejor no tanto los atletas de élite, pero sí los que van surgiendo y eso, por supuesto, siempre se refleja en el futuro.

—¿Le da más miedo el dopaje o el capitalismo?
Ambas cosas.

—Cuba, por fin, ha dado un paso hacia el profesionalismo después de medio siglo, permitiendo que sus deportistas sean contratados en el extranjero y aumentando sus salarios. ¿Era el único camino para evitar las deserciones?
El único camino que va en contra de las opciones del deporte cubano es que un atleta se vaya por cuestiones políticas. Se han ido muchos o algunos por elevar su nivel profesional como deportistas y otros por motivos económicos. Las deserciones a nosotros nos afectan, por supuesto. Ha sucedido con muchos atletas cubanos, sobre todo en deportes colectivos, y eso ha provocado un bache. Internamente se están tomando algunas medidas para evitar eso o al menos que cada vez sean menos, hasta que lleguen a ser nulas.

—En este nuevo escenario que se plantea, ¿saldrán ahora más jóvenes como Teófilo Stevenson, que dijo que prefería el amor de ocho millones de cubanos a todo el dinero del mundo?
Sí, siempre los hay y siempre los habrá. Aquí tenemos a muchos como él.

En Cuba, los deportistas recibían un salario lineal como cualquier trabajador y sus privilegios podían ser una casa, un coche, un hotel en vacaciones... En España muchos deportistas no tienen ni eso.
Me parece que cada sistema o cada país tiene su propia forma de estimular a sus deportistas. Hay algunos nuestros que están bien pagados y han tenido el apoyo del gobierno. Pero el estímulo realmente viene cuando empezamos, el apoyo que se nos da, el seguimiento, las facilidades en las escuelas, la formación de los entrenadores... La infraestructura general, sobre todo en la parte humana en comparación a otros países, viene muy marcada, bien concebida, y por ahí han llegado los grandes resultados que hemos tenido.

—¿Sería justo, según el ideario cubano, que un deportista ganara más que un médico o un profesor?
¿Es justo que en España un futbolista gane más que todos los médicos de un hospital?

—¿Hay equilibrio entre lo invertido en deporte de alto rendimiento y deporte popular puro y duro?
Yo creo que aquí en Cuba existe bastante equilibrio en ese aspecto. Toda inversión que haga el Estado en el deporte popular será rentable a la larga, porque es ahí de donde salen los grandes campeones. Mientras más niños y jóvenes practiquen el deporte, más posibilidades hay de forjar un campeón.

—¿El fútbol puede desplazar al béisbol en Cuba algún día?
En cuanto a la afición, sí. En cuanto a calidad como deporte, no.

—¿Los niños cubanos quieren ser Messi o Cristiano Ronado?
Hay muchos hoy en día que sí. Como digo, hay muchísima afición ahora por el fútbol. Por la Liga española más que por ninguna otra y ni le cuento cuando juega el Real Madrid con el Barça. Cuba se paraliza como con un partido de playoff de béisbol. Tengo que decir que yo soy hincha del Real Madrid.

—¿Qué haría Javier Sotomayor con los 100 millones de euros que pagó su equipo por Gareth Bale?
Con esa cantidad nosotros estaríamos ubicados entre los 10 primeros países del medallero en los Juegos de Río en 2016 .

—Las medallas olímpicas cada vez son más caras. También para Cuba.
Sí, cada vez cuesta más ganarlas. La competencia se hace mayor internacionalmente y el nivel es más parejo. No sólo es que Cuba haya caído un poco, sino que algunos países, por ejemplo aquí en nuestra área, han mejorado sus infraestructuras con el apoyo de sus gobiernos.

—Ya que habla de Cuba y sus vecinos, en Jamaica ha habido tongo...
Ha sido una pena lo de Asafa Powell, un gran atleta, pero eso no quiere decir que todos los atletas jamaicanos incurran en eso. Históricamente han tenido grandes velocistas, los tienen en la actualidad y creo que los seguirán teniendo.

Hay quien apunta más alto.
Para decir que alguien está dopado hay que demostrarlo.

(Tomado de Marca)