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No siempre pierden los atletas

Yarisley Silva. Foto de Archivo

Yarisley Silva. Foto de Archivo.

Por Julita Osendi
He meditado mucho acerca de lo que voy a escribir, pues sé las implicaciones que trae siempre una crítica, o más bien un comentario, pero es que detesto a quienes sin conocimiento se expresa mal de los atletas cubanos.
Esta maravilla que se llama Internet me ha permitido saber lo que se piensa y habla en mi “verde caimán” desde aquí, la Patria de Lenin: ¡Qué fiasco el Mundial, para eso no hubieran ido, que están bien en toda la temporada y después no tienen nervios! En fin.
Cuando venía hacia acá el pasado 6 de agosto coincidí en el vuelo de Aeroflot, para suerte mía por el apoyo que me brindaron, con doce atletas que iban a representarnos al Mundial tras conseguir marcas B, una de ellas mi muy querida Mabel Gay, atleta que conozco desde muy jovencita, y a la cual respeto y quiero. Imagínense ustedes en unas 12 horas de vuelo cuántas cosas no hablamos, y claro, amén de los hijos, los nietos, los esposos, los dimequetediretes familiares, salió a relucir nuestro atletismo, sus condiciones, su estado actual, su salud. Créanme que lo escuchado no fue muy fortificante que digamos.
Los que siguen la cobertura informativa del atletismo por televisión desde hace más menos 35 años, saben que no hay evento de importancia ocurrido que esta periodista no vaya y haga reportaje tras reportaje de los cadetes, los juveniles y claro, de los mayores. Sus condiciones, competencias previas, las confrontaciones en el estadio Panamericano.
Lamentablemente esta vez no pudo ser, incluso de los trece Mundiales pasados yo había hecho un recuento de cada uno, pero al faltarme los dos últimos, y yo no poder completarlos, pues de hecho se perdieron. Muchos se preguntarán por qué otro colega no lo terminó. Muy fácil... cada órgano de prensa tiene divididos por deportes a sus periodistas, y tan pegado a una competencia no se podía poner a improvisar a alguien.
Vuelvo al tema principal. Lo que supe en ese vuelo lo hubiera percibido en mis habituales reportajes: indecisiones en si venían o no los de la marca B, que incluyó mandar algunos de regreso a sus provincias y hacerlos volver atrás inmediatamente, falta de competencias ya habituales cuando no son figuras de primer nivel, y en el caso específico del triple F, la retirada repentina del profesor Milán Matos, que dejó a las muchachitas un tanto huérfanas por más de dos semanas, lo que a la postre repercutió en una posible medalla, pues miren a Mabel qué magnífica competencia realizó en la final.
Viendo este Mundial, con nuestras dos únicas medallas de bronce hasta ahora, pienso que es solo el reflejo de lo que vive nuestro atletismo. ¡Ah!, que si Omar Cisneros no se lanza detrás del trinitario y hace su carrera hubiera podido estar en el podio porque tiene para eso, sí; que si Pellicier no explota el relevo largo hubiera entrado en la final, también; que Guillermo Martínez, afectado quizás por el fallecimiento de su papá estando ya en Moscú, y el discóbolo Jorge Fernández, poseen registros muy superiores a los exhibidos aquí y también hubieran podido colarse, ¡cómo no!
Pero todas son condicionantes que no se dieron. Por qué perdimos a Yargelis Savigne, reconocida triplista del máximo nivel, titular en Berlín, subcampeona en Doha. ¿Dónde está Amaury Valle el de 400 con vallas, William Collazo, el de los 400 lisos, el mismo Roberto Skeyer que ganó en Guadalajara los 200?, por no hablar de otros que no vienen al caso. ¿Qué lesiones tienen?
Existen en el estadio nuestro las condiciones mínimas para entrenar, no para competir, pues las torres están en pésimo estado. Lo que es la instalación civil, salvo la dirección del estadio y la comisión nacional, ya no existe pues todas las áreas y oficinas están cerradas; muchas veces los atletas tienen que llevar sus propias botellas de agua porque todos los servicios los tienen ahora en el CEAR “Giraldo Córdova Cardín” , o sea, almuerzan, cenan, desayunan allí, por el pésimo estado del estadio.
Partiendo de estas bases, quiénes somos nosotros para enjuiciar a estos muchachos que sufren cada revés y disfrutan como todos sus pocos triunfos. Pero además... ¿ los rivales no entrenan, no compiten, no vienen a lo mismo, a ganar?, máxime en un deporte como éste tan comercializado y donde el robo de talentos está a la orden del día sino observen apellidos africanos y árabes regados por muchos equipos del mundo.
El atletismo es el deporte rey y como tal hay que atenderlo, hay que mimarlo para poder recoger resultados. Ahora se nos van Yipsi y Yarelis, vienen jóvenes de cadetes y juveniles que prometen por la escalera del alto rendimiento. Cuidemos esto que tanto amamos, busquemos y no perdamos los velocistas que nos dan satisfacciones en edades tempranas y después como mago Mandraque desaparecen en el sombrero cual conejos; acabemos de impulsar una mejoría en la instalación del este o recobremos la perdida en el “Pedro Marrero’’, escenario de los records de Sotomayor, las carreras de Juantorena y Silvio, los jabalinazos de María Caridad. Algo hay que hacer y no tomarla con los atletas que vienen a luchar, y en su inmensa mayoría se matan por conquistar una hazaña.