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A tiempo con Cubadebate

cubadebateNo soy periodista de profesión así que, en mis consideraciones a propósito de los primeros diez años de existencia de Cubadebate, se mezclarán la euforia del lector, el aprecio siempre creciente de las posibilidades que la dinámica de esta publicación ofrece tanto a mí, en calidad de colaboradora, como a esas dos vertientes que se abren tan pronto el escrito entra en la red: por una parte, quienes —simplemente— leen, asimilan, piensan y guardan para sí el resultado de esas operaciones y, por otra, aquellos que se animan a emitir pareceres, valoraciones, reclamos, acuerdos y, en no pocas ocasiones, discrepancias, gracias a las posibilidades que ofrece el comentario.

La añoranza de un contacto permanente con publicaciones periódicas de cualquier frecuencia que nos permitan acceder al conocimiento de las cosas que están pasando dentro y fuera de la Isla en todos los planos de la vida, a veces se ha hecho sentir como una sensación de desconsuelo en quienes hemos atravesado buena parte del siglo XX y entrado en el nuevo milenio evocando dinámicas como la de la sección En Cuba, de la revista Bohemia, a mi juicio un manual ejemplar donde palpita la historia vivida en nuestro país en buena parte de los años 40 y 50 del siglo pasado (afortunadamente, recopilada en varios volúmenes y publicada hace unos años). Esa dinámica de asomarse a una publicación con la certeza de encontrar la precisión y la veracidad que nos ayudarán a una visión justa de cualquier acontecimiento pero, por añadidura, brindándonos la oportunidad de opinar al respecto, ha sido un aporte de Cubadebate a lo largo de su existencia, que no podemos cansarnos de agradecerle.

Es cierto que para acceder a estas posibilidades se necesita contar no sólo con una computadora sino con el acceso, si no a Internet, al menos a la comunicación por medio del correo electrónico, pero las evidencias, en términos de preferencia de quienes lo visitan a sabiendas de que cualquier esfera de la información y la opinión estarán a mano con un grado óptimo de inmediatez, son el más elocuente indicio de los valores que Cubadebate encierra para quienes somos, a la vez, su razón de ser y sus deudores.

Finalmente, quisiera aludir a mi experiencia como colaboradora en una columna semanal (Palabras) que aborda temas relacionados con nuestra música desde la perspectiva de mi propia vida dedicada a esta expresión. En un espacio breve, donde suelo movilizar temas memorables y apreciaciones de muy diversa naturaleza, aprovechando las posibilidades que ofrecen algunas instancias de Internet para la ilustración gráfica y sonora, Cubadebate permite acortar distancias, revitalizar la conciencia patrimonial y salir victoriosos, entre todos, de esa lucha contra los rasguños con que nos suelen marcar las lejanías y, finalmente, saborear la convicción de que vencer el aislamiento no es una quimera.

(Tomado de La Jiribilla)