Imprimir
Inicio »Opinión, Cultura  »

Roberto Fonseca: “Soy música” (+ Fotos)

| 10
Roberto Fonseca. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Roberto Fonseca. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Fonseca recorre el mundo entero con su grupo Temperamento en viaje vertiginoso, de presentación –parada momentánea–, y prosecución inmediata de camino. Gira, toca hoy aquí, mañana allá, luego más allá. Hay lugares que visita con tanta premura que no se atreve a decir que los conoce; apenas si cuenta que ha estado en ellos.

Cuando llega, por fin, de regreso en Cuba, cambia su tempo, vuelve a su ritmo: regresa a la calle que conoce, a lo familiar, a la cotidiana búsqueda de algo, lo mismo pintura de paredes (como cuenta ahora) que inspiración. La de la inspiración se considera una búsqueda siempre más poética, más épica y legendaria que la pedestre compilación de lo necesario para reparar una casa. Pero Fonseca es uno solo, es un hombre común que toca el piano, y sin importar lo que haga o donde esté, es todo el tiempo una misma cosa: músico.

Por eso no aísla, no discrimina en el relato aunque se pretenda que hable solo de música. Para él, para su historia, no hay manera posible de hacerlo: no concibe espacio alguno de su vida apartado de lo que es y siente como artista. Su escenario se prolonga mucho más allá de los reales límites físicos y abraza su existencia toda como parte de sí.

ERA 1975, EN LA HABANA…

Nací en el barrio obrero de San Miguel del Padrón, donde transcurrió mi niñez. Ahí viví hasta los 20 años, cuando me mudé al Vedado, donde vivo actualmente.

Éramos cinco personas viviendo en un apartamento bastante pequeño, de solo un cuarto, en el que dormíamos y además estudiábamos. Mis hermanos mayores –uno estudiaba piano y el otro batería– y yo nos turnábamos para usar aquel espacio; aunque a menudo coincidíamos cada uno en su instrumento, y era una locura aquello.

Lo que más recuerdo de esa época son los juegos, las trastadas. Yo no fui aplicado en la escuela, era muy inquieto. Siempre estaba esperando la hora de salir para ir con mis amigos a hacer travesuras.

PUERTA A LA MÚSICA

Me llega por familia. Mis tíos eran músicos, mi padre estudió batería y la percusión siempre le gustó, pero tuvo que dejarla porque su padre emigró y él era el mayor de los hijos, así que tuvo que hacerse responsable de su familia. Por otra parte, mi madre siempre estuvo vinculada al arte: fue bailarina y todavía hoy canta, aunque no profesionalmente. El hecho de haberse dedicado a sus hijos implicó que se apartara de la vida artística, por eso siempre le dedico a ella todo lo que soy. Y además, como dije, mis hermanos mayores estudiaban música.

Roberto Fonseca en el Instituto Superior de Arte (ISA), durante esta entrevista. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Roberto Fonseca en el Instituto Superior de Arte (ISA), durante esta entrevista. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

¿BATERÍA CON CUATRO AÑOS?

Tocar-tocar, no. Con cuatro años tocar la batería es hacer bulla, otra cosa es propia de un genio, y no es mi caso. Pero sí es cierto que por lo que primero me incliné fue la batería. Después, con ocho años entré en la escuela de música estudiando piano clásico, y ahí la batería pasó a ser un hobby. Tenía una en mi casa y me gustaba mucho el ritmo, incluso fui baterista en el primer grupo en que estuve, que hacía canciones de Los Beatles.

Empecé estudiando piano y no batería, que era mi inclinación inicial porque piano era lo que podía comenzar a los ocho años, y así no tener que esperar más tiempo; porque batería se empezaba con diez u once años. Ya la vida diría si yo sería por fin baterista, pianista u otra cosa.

Después, con quince años empecé a tocar en unas galas de jazz para los estudiantes de las escuelas de arte. Agua Pura se llamaba mi grupo, creo recordar. Pero la primera experiencia de tocar en público, lo que se podía llamar algo mío en aquel momento, había sido en una fábrica que apadrinaba al Conservatorio de Música de Guanabacoa, “Guillermo Tomás”.

La gente prestó atención a lo que estábamos haciendo y eso me gustó mucho. Recuerdo que pensé “Déjame seguir haciendo esto porque va bien”. El público reaccionó, tuve buena respuesta. A partir de ahí cambió mi interés por la música y por componer. Antes, lo interiorizaba porque me gustaba bailar, y me gustaba el ritmo, pero no porque entendiera la música en el modo en que lo hice desde entonces. Yo tendría unos trece años.

Después entré en “Amadeo Roldán”. Ahí integré el grupo representante de la escuela; y tuve la suerte o la mala suerte de relacionarme con personas de poca paciencia. Tuve problemas con una asignatura que no era de música, cuya profesora quería darme baja técnica. Decía que yo no servía para músico, así que me sacaron de Amadeo. Recuerdo que eso hizo sufrir mucho a mi madre.

Gracias a la mente abierta de otras personas, como la entonces directora de la propia Amadeo, Miriam Concepción, quien me dio la oportunidad de hacer las pruebas de la Escuela Nacional de Arte (ENA), logré seguir estudiando. Pero me volví a descarrilar porque vino la época de las noviecitas y las fiestas, solo que esta vez enderecé pronto gracias a una profesora rusa, y después otra, Rosalía, que fue quien me graduó.

Fonseca y Temperamento en "La zorra y el cuervo". Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Fonseca y Temperamento en "La zorra y el cuervo". Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

ACADEMIA Y TUMBAO

Siempre he dicho que para el músico cubano es muy importante la escuela clásica. La academia cubana es muy relevante; tanto, que por eso los músicos cubanos somos reconocidos internacionalmente.

Creo que es importantísimo que el músico tenga academia; y me parece adecuada la forma en que se lleva aquí, en el sentido de lo pedagógico. Yo solo señalaría algo que me parecía injusto: a la vez que estudiábamos los clásicos europeos –que para mí es de la mejor música que hay en el mundo, de gran dominio de la técnica–, había quien venía con sed de música popular, y eso lo prohibían. Por lo menos en mi época, si nos reuníamos un grupo de alumnos para tocar un tema de Miles Davis o Coltrane –que también son clásicos, pero de la música popular–, decían que no se podía tocar en la escuela. Es algo que no se entiende: si es música reconocida, ¿cómo es posible que no se pueda tocar en una escuela de música? Y si la escuela está para enseñar, ¿cómo es posible que no haya un profesor que enseñe, como parte de una asignatura, música popular?

Lo que di yo en esa materia fue ya en la ENA, y una vez a la semana. Pero no hay una academia de música popular. Yo no tuve profesor ni de Armonía ni de Historia de la música que dijera alguna vez: “Hoy vamos a ver lo que es el tumbao. Se toca así, está el del son, el de la guajira…”. Eso no existe, entonces lo aprendes es en la calle. ¿Por qué hay que esperar a que suceda en la calle? Enséñalo en la escuela, y haz que la gente lo combine con lo clásico. Si el resultado de la música cubana es la fusión de la música clásica –la técnica entre otras cosas–, con la música popular. Los cubanos somos muy rítmicos, y tenemos la base clásica. Esa combinación es descomunal: técnica y gracia de dominar el ritmo.

BUENA VISTA SOCIAL CLUB

Hacía falta un pianista para grabar el disco del Guajiro (Manuel Mirabal) porque en aquella época Rubén (González) estaba ya un poquito enfermo, entonces (Javier) Zalba me hace el comentario, y yo voy. Yo les pedí los papeles, para estudiarlos, como era música tradicional que yo ni remotamente había tocado. Y me dicen “No, los papeles te los darán ahí”. Cuando llegué, veo a Cachaito, a Ibrahim (Ferrer)… “Mira quiénes son, dios mío”. No me llores más era lo que se iba a grabar, era un disco del Guajiro tocando temas de Arsenio Rodríguez, y en ese tema había un solo de piano de Lilí Martínez –para mí uno de los más grandes pianistas de música tradicional que ha dado Cuba–. Era el solo de piano más espectacular que había escuchado en mi vida. Y ese día descubrí que dios existía, porque le pedí tanto que no me pusieran aquel solo de piano y al final se me cumplió: cambiaron el solo de piano, por uno de tres. Uf..., escapé.

Terminamos la grabación y pedí los discos, los estudié todos, y ahí fue que empecé con ellos. Y me metí bien dentro. Porque a mí de la música cubana lo que más me gusta es el son montuno, la guajira son. Ya después, gracias a mi estudio minucioso y a escuchar bastante los consejos que me daban, estuve con ellos cinco años, y fui luego productor y director musical de Ibrahim, del último disco…

IBRAHIM FERRER

Ibrahim es una estrella que lo guía a uno, que lo ayuda mucho. Eso es lo que es para mí. Confió muchísimo en mí y me dio la posibilidad de crecer hasta quien soy hoy. Eso es algo muy importante y le estaré agradecido por eso toda la vida.

Temperamento en Casa de las Américas, enero de 2013. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Temperamento en Casa de las Américas, enero de 2013. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

CON TEMPERAMENTO

Empezamos en el ´97 o ´98, creo. Fundado por Javier Zalba y por mí, en una descarga de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

Nos conocimos cuando yo tocaba con Bobby Carcassés. Coincidimos en la descarga que él hacía en la casa de la cultura, y un día decidimos convocar a varios músicos. Yo tenía un tema que se llamaba Temperamento, que era –adivina– muy temperamental, y decidimos que fuera el nombre del grupo.

DIRECCIÓN EN FAMILIA

Lo que siempre quise fue llevar al grupo el ambiente familiar que viví en mi hogar.

Había escuchado muchas historias de personalidades y líderes, directores autoritarios y dije que nunca iba a ser así. Siempre me ha gustado ver que una persona sencilla se desvive por su gente, y la respuesta de esa gente, que lo apoya en todo momento. Así han sido los ejemplos que he tenido, entonces, esa es mi manera de ser con los músicos que me acompañan.

Yo no me veo como el director al que le deben obediencia, el jefe ni ninguna de esas cosas. Me veo como un elemento más de un conjunto en el que podemos hacer mucho. Todos los miembros debemos tener la misma conexión, sentirnos de la misma manera, tener la misma tranquilidad para compartir e ir hacia adelante. Por eso nos llevamos muy bien. No me veo como el primero, incluso, a veces soy el último. Ha habido épocas buenas y épocas malas, y nos ha tocado crecernos en las malas. Entonces en general no hay diferencias, en una gira, todos estamos en el mismo lugar, todos comemos la misma comida, todos dormimos en el mismo lugar, caminamos por el mismo piso o la misma alfombra.

EN ESCENA CON RAMSÉS…

Hay más complicidad porque siempre estamos chivando. En general todos somos bastante así, y nos la pasamos riéndonos. También pasa que los demás están casi de espaldas a nosotros. Ramsés (batería) es el punto visual más fijo que tengo, y yo el suyo, además de que nos llevamos muy bien fuera del escenario. A veces estamos tocando y hablamos, cosas cortas, sin llamar mucho la atención, de cualquier tema. El concierto no es más que la continuidad de lo que vivimos fuera del escenario.

¿CASTING EN TEMPERAMENTO?

Somos muy democráticos. Cuando pienso que alguien tiene que entrar en el grupo, tengo en cuenta que no es una entrada transitoria, sino para ser parte de una familia. Cuando ha hecho falta, la primera pregunta es qué tal es la persona, si es chévere o si tiene demasiada consciencia de que es buen músico, por decirle a eso de alguna manera. En la segunda posibilidad, para mí, es fatal, implica que cree que no tiene nada que aprender de nadie, y se comporta como tal. Chucho Valdés es uno de los músicos que más respeto –aunque tengamos estilos diferentes, la manera de tocar y de componer–, porque ese sí ha revolucionado la música, ese sí ha puesto el jazz latino cubano en el lugar que está. Pero sigue aprendiendo siempre.

En la Tierra nadie es mejor que nadie. Y en el mundo hay una cantidad de músicos, que nadie se imagina. Pero en Cuba, estamos en un circuito muy pequeño, y a veces tenemos la desgracia de estar rodeados de personas que nos hacen creer cosas que nos llevan a conformarnos. “Ya tú eres el mejor”. Esa palabra, “mejor”, la usan mucho aquí. Primero, la música no es una competencia, y es una falta de delicadeza decir que una persona, porque toque diferente, es peor que otra. Lo que hace cada cual es muy personal y único.

Yo también aprendí –y estoy aprendiendo– a superarme. ¿Por qué no voy a darle una oportunidad a otra persona, con fuerza de voluntad y mentalidad abierta? El talento sano es el que permite estar siempre pendiente de la música y escuchar a los demás, porque la verdad absoluta nadie la tiene. Yo no llevo a nadie a una audición. Voy a donde tocan sin anunciarme, y ahí es donde observo.

Todos los que tocan conmigo ahora son unos “monstruos”, mas ninguno se lo cree. Y otros que han tocado conmigo no se lo creen pero han cambiado por otras aspiraciones. Hay una sonoridad que es la que nos interesa, y aun si estamos pasando por un mal momento, a mí me gusta mirar y que la gente sonría, no que pongan una sonrisa cuando miro; sino que haya transparencia, comunicación, y que haya tranquilidad. Nunca me ha gustado estar en un grupo donde todo el mundo se crea estrella, no: nuestro estilo es “me equivoqué y ríete de mí, aunque yo sea el director o sea cualquier otro”. Eso es bueno, que nos burlemos unos de otros, sanamente, eso es parte de la vida. Lo que hacemos es crear una familia, para caminar juntos en la música, y disfrutarla juntos.

Fonseca y Temperamento en el Museo Nacional de Bellas Artes. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Fonseca en el Museo Nacional de Bellas Artes. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

JAZZ, GUSTO, MINORÍAS

Bueno, definitivamente no es el fuerte del pueblo. Creo que nunca ha sido así. En el caso de Cuba, somos un pueblo muy caliente y la mayoría pide cosas un poco más sencillas. También es responsabilidad nuestra dar dosis de este género, y que el abanico musical sea más abierto, para que la gente conozca cosas –diferentes.

Por ejemplo, en la calle me preguntan “¿Qué tú haces?” “Yo soy jazzista”. “¡Ah! Eso es lo de la trompetica…”. No se divulgan muchas variantes de jazz y se tiene una idea limitada, cuando el jazz es un mundo. Está no solo el jazz tradicional de Miles Davis y el latino: están el jazz fusión, el jazz rock… Dar a conocer variantes como esas educa a los propios músicos, porque en un concierto, el público conocería más y sería más exigente, de modo el músico estaría obligado a prepararse también en ese nivel.

La gente a veces lo que admira es “el circo”, que es lo que más se difunde y se comercializa; y desprecia lo que se hace en un tono más reflexivo: dicen “Eso me da sueño”.

Por otro lado, a veces queremos filosofar demasiado y decir cosas con el instrumento que ni otros músicos entienden, y nos alejamos del público, del pueblo, cuando antiguamente el jazz era una música popular y la gente la bailaba. Es otra época también, pero intentamos popularizarlo de nuevo, que la gente no lo vea como algo que no entienden, al contrario.

GÉNEROS, INFLUENCIAS, FRONTERAS

Tuve una gran suerte: en mi casa se escuchaba todo tipo de música, y de eso es resultado lo que soy hoy. Música clásica, popular, folclor cubano, jazz, rock, bossa nova, boleros… Eso me dio un espectro amplio, y la posibilidad de identificar diferentes estilos.

Por lo demás, se ha tratado más bien de una búsqueda mía y también me viene por mi familia, por las fiestas de santos en las que he participado o las ceremonias que he hecho. Uno se pone a buscar y cuando sale de Cuba es increíble la similitud que hay con otras religiones, con otros ritmos. Y eso da la posibilidad de probar las mezclas. El disco que estamos presentando ahora, Yo, es un poco eso.

FRAGMENTO DE MISA

En mi obra la religión afrocubana tiene una fuerza inmensa, inmensa, y es importantísima en mi música. Primero porque para mí es algo muy espiritual, más bien algo íntimo: no ando vestido como africano ni con muchos collares, ni cuando hablo con la gente uso palabras yoruba. Y realmente la música afrocubana tiene una riqueza enorme, aunque a veces se ha reducido a algo exótico, folclórico, incluso de atracción para el turismo, y no se va más allá, no hay preocupación por buscar las raíces y otros tipos de ritmo y de canto.

Más allá de la música, en la persona que soy determina enormemente. Gracias a la espiritualidad es que me transporto, y hay veces que quisiera lograr llevar a la música que estoy tocando, ambientes que he vivido en las ceremonias, y para eso debes comportarte como en ellas. La música es como el espejo de lo que uno vivió, es el reflejo de lo que uno piensa y lo que uno siente, por eso es importante la espiritualidad. Yo lo pongo todo.

En concierto. Museo Nacional de Bellas Artes. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

En concierto. Museo Nacional de Bellas Artes. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

INTERPRETACIÓN EN TRANCE

¡Ah! Cuando toco el piano me dejo llevar. No me resulta fácil describirlo. En ese momento quiero transmitir algo y me olvido del tiempo y el espacio. Me convierto en un puente entre espíritu y materia, un canal por el que la música pasa… Es casi como si me convirtiera en música. Está la idea y tienes el instrumento: eres la conexión.

MUSAS

Todo. A mí todo me inspira. Lo que me toque, lo que me remueva, eso me inspira. Y no tiene que ser un hecho “relevante”. A veces cometemos el error de pensar que los pequeños detalles no son importantes. A mí me inspira cualquier cosa que me haga reflexionar, detenerme y pensar sobre eso. Ahí yo tengo la inspiración.

EL CUENTO DE LA CREACIÓN

Por lo general, consiste en la voluntad de llevar a la música algo que sentí o a lo que quiero rendir tributo, homenaje. Lo difícil es lograr las notas musicales que me lleven a eso. Después, es como una película: está la trama, le das introducción, desarrollo, clímax y desenlace. Todos mis temas son pequeñas historias, los visualizo, los imagino como escenas, los experimento también como sensaciones. Intento expresar con música cómo sonaría una circunstancia, un sentimiento. No hago la música en función de la técnica: no me interesa demostrar una destreza especial.

Creo es de lo más irregular que hay, no siempre pasa igual. Sí es regular en la cuestión de los títulos: he llegado a tocar números durante meses sin que tengan un nombre… A veces resulta difícil resumir algo en unas pocas palabras.

MERCADO Y ARTE

Mucha gente hace lo que funcione para el mercado. Incluso adoptan posturas y actitudes para el mercado. Montar un personaje no me parece serio. ¿Música cubana para vender?: Guayabera, tabaco, sombrero de guano, maraquita y tres mulatas bailando. Eso está bien para un show, pero si quieres hacer música, busca otras fórmulas para decir lo que representas.

MÚSICA SIN LETRA, ¿MENSAJE?

No sé si será un mensaje, pero al público en general lo que les llega es un disfrute enorme con lo que tocamos, y es lo que más alegría me da. Es esperanza dentro de un mundo lleno de catástrofe, problemas de la economía y otros que sabemos que existen. Me gusta muchísimo que nos sigan, que nuestras presentaciones revienten de gente. Demuestra que hay sed de eso.

Lo más lindo es que van a pasar dos horas de disfrute, de goce, de esperanza, de respiro. Eso, es más bien un respiro, con tranquilidad.

Mucha gente nos ha dicho que odiaba el jazz, y que a partir de escucharnos, van a prestar más atención. Y me ha pasado con porteros, con taxistas, que no son menos que nadie, pero sí chocan poco con este tipo de música. Eso me gusta, escucho más los comentarios de los que no son músicos. El público que no sabe nada de música no tiene por qué aceptar u oír algo que no reconoce o no le gusta. El músico puede decir “Ah, mira, él usó esta escala, increíble”.

Tampoco hacemos música comercial, o sea, no es para que la gente aplauda. Uno debe hacerle caso al público, pero estar seguro de lo que hace, porque si no, termina haciendo lo que le guste a la gente, sea lo que sea, y no asume riesgos, que es algo que a mí me encanta hacer. Si no te arriesgas, no sabes verdaderamente a dónde puedes llegar.

La música representa algo social. Creemos en lo que hacemos, y al mundo le hace falta lo que hacemos –no estoy diciendo que sea lo mejor, pero hay mucho facilismo por ahí, mucha gente pensando cómo hacerse famosa rápido–. Ver a la gente contenta, bailando en un concierto, es nuestra política: que lo que hacemos traslade a otro lugar.

En concierto. Museo Nacional de Bellas Artes. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

En concierto. Museo Nacional de Bellas Artes. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

CONEXIÓN SONIDO-SENTIMIENTO

Primero hay una forma de tocar, y en la música hay códigos, hay tonalidades con su “significado”. Por ejemplo, desde la teoría, las tonalidades mayores siempre se dan a lo que es la alegría y las tonalidades menores a la melancolía y la tristeza. Es como un trabajo sicológico que logra la música.

Yo prefiero… no de tristeza, pero sí melancólica, reflexiva, más reposada. Soy una persona alegre y me gustan la diversión y la risa, pero a la hora de componer prefiero la meditación y el tono reflexivo.

CUBA MUSICAL HOY 

Mira, la esencia de la música cubana está hecha ya. El reguetón no es música cubana, la salsa tampoco es música cubana, el jazz latino no es música cubana... ¿Cuál es la verdadera música cubana? La música tradicional cubana, que desgraciadamente por tener unos códigos sonoros que no se han actualizado, hemos hecho que se considere cosa del pasado.

Mucha gente conoce Gothan Project, que es música tradicional argentina, con elementos electrónicos, y funcionó en el mundo entero.

¿Qué pasó con el Buena Vista (Social Club)? Fue el boom porque el mercado estaba saturado de la música salsa y buscaron la esencia de la música tradicional cubana; y fue lo que hizo –aparte del aparato promocional– ese fenómeno.

UN MÚSICO

El músico es un encargado de lograr balance en la humanidad, porque no hay vida sin música. Somos los encargados de mantener equilibrio, esperanza, fe, con la música, que es el lenguaje que tenemos. No se trata solamente de tocar un instrumento, no: hay mucha música que nos rodea a nosotros y que nos hace vivir.

Ya desde el punto de vista de la técnica, la teoría, debería ser una persona con una mentalidad muy abierta, capaz de dominar todos los estilos y hablar con la música.

PÚBLICO

No construyo mi relación con él. Yo no preparo los diálogos: lo que salga. Todo depende también de lo que me dé el público a mí, aunque eso, a la vez, depende de uno. Nosotros salimos relajados y desenfadados al escenario, y la gente se relaja también. Lo importante es que el público, cuando esté escuchando el concierto, se relaje, que se deje llevar, y que baile. Me gusta que bailen.

La gente agradece ser parte del concierto. Se demuestra destreza y esas cosas pero también musicalidad, que es para el disfrute del público, no para atropellarlo. “Esto es una gracia, vamos a guarachear con esto”. Para un músico es la retroalimentación, y más si quiere que el jazz no sea considerado música de minorías.

DESCONCIERTO POPULAR POR UN VIEJO FIAT POLACO

¡Ah! ¡Será porque el carro mío es famoso! Incluso me ha pasado en la calle que me dicen “¡¿Pero tú andas en ese carro?!”, porque asocian la popularidad o la fama con vivir con todas las comodidades. Pero en realidad no es algo por lo que uno se pueda guiar, porque hay gente así que no ha logrado casi nada en términos artísticos. También tiene que ver con un poco de descuido mío, por no preocuparme por esas cosas; pero es que para mí no son tan importantes. No veo eso como un lujo, es algo necesario, es utilitario, un instrumento para hacer otras cosas con más facilidad. No es menos cierto que a veces es incómodo porque el carro es un poco pequeño.

Tampoco me preocupa qué piensan de eso, no pretendo ser como los que muestran que tienen este o más cuál carro, pero nadie conoce su música, o los músicos de su grupo lo odian, o lo tienen por un explotador. No, yo prefiero lo contrario, es más, de mi grupo el de peor carro soy yo. Es necesario tener un medio de transporte que sea cómodo, pero no tenerlo en óptimas condiciones tampoco es el fin del mundo, y doy gracias a dios que tengo ese.

RAÍZ PRENDIDA

No me hallo viviendo en otro país. Sí me gustaría estar algún tiempo fuera de aquí, por lo que puede representar para mi trabajo, y para el desarrollo de mi carrera; pero no para vivir. No sé si será porque soy muy apegado a mi familia, o mi mundo es mi música y siempre la hago en mi casa. Nunca he pensado irme de Cuba. Ni siquiera en los momentos más difíciles.

Cuba es todo, soy yo. El hecho de vivir aquí y ser cubano, me ha dado la posibilidad de que la gente me conozca por lo que soy, por los valores que me ha dado mi familia. A lo mejor si hubiese vivido en otro país del mundo, donde algunas cosas son de mucho más fácil acceso, no estuviéramos conversando aquí. Las dificultades le dan fuerza a uno, y hacen que valore y cuide cada cosa que se tiene, cada cosa que se puede lograr y cada cosa que llega. En otras condiciones puede que pierdas algunos valores, la familia, la noción de lo que es esencial. Hay mucha gente que no aprecia eso, por eso hay quien se va por las cosas fáciles. Eso pasa en todas las épocas y es parte de la humanidad que haya quien no valora y quien sí, y tiene que ver con lo que se esté viviendo.

secuencia (1)

Concierto en el Museo Nacional de Bellas Artes. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

“FONSECA ES UN TIPO…”

Soy muy emprendedor, sacrificado por las personas que me rodean, protector de la gente que quiero y que me quiere; a veces caprichoso, a veces muy impulsivo. Cuando quiero algo, me desvivo por eso. Así soy yo. Y aparte, bueno, un poco regado, un poco jodedor…, bastante jodedor.

TRASCENDENCIA

Por supuesto, ahí sí sería algo grande, sería la rayita que quiero marcar en la música cubana. Mi música la estoy confrontando con muchos estereotipos que hay, y muchas maneras de hacer la música cubana, y el jazz latino, la instrumental, como quiera que se le diga: la música. Entonces sería gratificante que alguna vez la gente diga que hubo quien se preocupó por que Cuba no fuera solamente la mulata, el tabaco, el ron, vamos a bailar en la playa con el sol… sino que luchó por que respetaran la música y demostró que hay muchas maneras de hacerla.

DEFINICIÓN SIN ENCIERRO

Es difícil, ¿sabes? Se han dado tantas respuestas a eso, que es muy difícil decir algo original. Para mí es una parte indisoluble de la vida, es la esencia de… No. Todo eso se ha dicho ya. Mira, yo lo que sé es que no podría vivir sin ella, y no creo que sea posible una forma de vida sin música, tal vez no lo que nosotros entendemos por música, sino otra cosa, pero con su misma función.

Para mí tiempo, espacio, materia…, ahí hay música. No es que haya creación y viene después la música: la música es parte de la vida misma. No es que seas músico o que oyes música, es que tu vida es música, siempre la vas a tener mientras vivas.

Me cuesta definirla porque no puedo asociarla con una sola palabra. No es que la viva en el escenario y después sea otra persona; no, siempre está y siempre la voy a asociar conmigo y con todo lo que me rodea. Yo soy un músico que está hecho de la música y es eso lo que me hace vivir. Soy producto de ella.

Se han publicado 10 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • RPL dijo:

    Voy a hacer lo imposible por ir a verlo tocar, de hecho creo que está en la Zorra y el Cuervo y voy a provechar con mis amigas para darnos ese gustazo, además de buen músico y una persona con una gran calidad humana se aprecia que eres un hombre muy bello.

    Una admiradora

  • Amaury Pérez dijo:

    Hermosa entrevista como hermoso y talentoso, hablo en términos artísticos, es Robertico. Lo conocí cuando era un adolescente y siempre, cosa de gente curiosa, estoy pendiente de él y su música aunque ya no nos encontremos tanto como antes. Felicidades nuevamente a Mónica y a Robertico que me ha enseñado, en esta mañana de martes, que la humildad y la grandeza son sinónimos de triunfo.

  • omar luis dijo:

    Excelente entrevista, hace rato que quería leer algo así, si lo dice Fonseca mejor. Interesante lo que dice, reflexivo y optimista. Para mi gusto tiene muy poca promoción su música. O.

  • Jenn Jackson dijo:

    Bravo por Fonseca. Qué buen músico y ser humano. Músicos como él son los que necesita Cuba, que meditan, elevan la interpretación, que respetan esa música que es la vida, porque es verdad que definirla es muy dificil, por la magnitud que tiene para los músicos de alma, como este pianista fabuloso.

    • Fabi! dijo:

      comparto tú opinion acerca de este genial músico, sólo que debemos no sólo acreditar su carrera en solitario recordemos que temperamento también presenta a geniales músicos como Javier Zalba.

  • J.Dos Santos dijo:

    Entrevistas como estas alegran mi jornada pordos razones:
    su exdelente factura, lo que me hace sentir orgulloso de ser periodista
    y las proyecciones de un ARTISTA CUBANO a quien conocí cuando se con o sin pase del servicio militar, los fines de semana descargaba con Bobby Carcassés en la peña del club Cubano de Jazz que organizábamos en la UPEC. De aquella etapa mi esposa y yo le llamábamos "el poseso" porque, ante el teclado, por sus manos tocaban los dioses.
    FELICIDADES ROBER

  • Milena Recio dijo:

    Bellísima entrevista!!!
    Los tres lucen perfectos!!!!

  • Mónica dijo:

    Mónica muy linda tu entrevista. Gracias.

  • Dayron Fonseca dijo:

    Excelente música y músico…

  • Marceiana dijo:

    Grande Roberto!! Su sencillez y espiritualidad me conmueven.

Se han publicado 10 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Mónica Rivero

Mónica Rivero

La Habana, 1989. Graduada de Periodismo (2012) en la Universidad de La Habana. Twitter: @lamagoch

Alejandro Ramírez Anderson

Alejandro Ramírez Anderson

Director de cine y fotógrafo guatemalteco, radicado en Cuba. Graduado en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual de Instituto Superior de Arte, institución en la que es Profesor.

Vea también