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Chávez: El otro nombre del Huracán

Hugo Chavez

Hugo Chávez fue, es y será siempre un revolucionario, pero de ese reducido grupo de los que forman parte los que han sabido enfrentar la tarea como imperativo del cambio y la creación permanentes. Por eso su legado está vivo y soportará la prueba del tiempo.

Dicen que ha muerto Hugo Chávez. La América Latina y el mundo que él ayudó a levantar y poner en marcha han entrado en una nueva etapa de su historia.

Ni las naciones, ni los pueblos, ni las ideas, ni las utopías, ni las aspiraciones, ni la medida de lo que es posible, ni las luchas de nuestro continente son los mismos desde la irrupción de Chávez en la vida política de Venezuela.

Hay un antes y un después, como mismo los hubo a partir del 1 de enero de 1959, tras el triunfo de la Revolución cubana y de Fidel.

Es significativo que las fechas cardinales de la historia contemporánea de América Latina estén indisolublemente ligadas a las revoluciones y los revolucionarios. Bolívar, Fidel y Chávez son tres hitos de esta tradición.

Hugo Chávez fue, es y será siempre un revolucionario, pero de ese reducido grupo de los que forman parte los que han sabido enfrentar la tarea como imperativo del cambio y la creación permanentes. Por eso su legado está vivo y soportará la prueba del tiempo.

Su llamado a desarrollar y aplicar en la práctica el Socialismo del Siglo XXI, más allá de las escuelas, capillas, sectas, grupos y tendencias, es el más fructífero y esperanzador contraataque de las fuerzas revolucionarias del mundo, tras la caída del Muro de Berlín y la extinción de la URSS y el resto de los países socialistas de Europa del Este.

Con Chávez al frente, con su fuerza, pasión, inteligencia, irreverencia, sencillez y amor, volvimos a la carga. Él levantó la bandera que Cuba socialista mantuvo enhiesta, al elevado costo de sobrevivir y vencer el Período especial. Porque Chávez fue el heredero y continuador de todas las luchas anteriores, pero a ellas aportó su proyecto, su personalidad y el fuego redentor que le quemaba por dentro.

De él no se podrá hablar en pasado. Es de los muertos que no caben en sus tumbas. Ya venció a sus enemigos, a los ruines, cobardes, mediocres, emboscados, murmuradores y traidores. Ya regresó al pueblo, de donde salió, y al continente, de donde surgió, transformado en savia fecunda, anidando en sus raíces, fructificando en las nuevas luchas. Venciendo siempre, incluso, a la muerte.

¡Qué pequeños, qué despreciables, qué irrelevantes se ven hoy sus enconados y feroces enemigos! ¡Qué grande se torna, en la misma medida en que, físicamente no nos acompaña!¡ Qué contagiosa su sonrisa, la misma de Paul Newman, en “La leyenda del indomable” y del Che, indomable en sí mismo!

Pasarán los siglos y quienes fuimos sus contemporáneos dejaremos a nuestros descendientes el testimonio de haber tenido la suerte de haber vivido y luchado por un mundo mejor, en los mismos días en que lo hicieron el Che, Chávez y Fidel.

Vengan ahora las nulidades de siempre, a dar coces contra el aguijón.

Vengan los decadentes anacrónicos a intentar silenciar al verbo desbordado de nuestro tiempo.

Vengan los imperios y lacayos a dar dentelladas de rabia a la luz.

Vengan los plumíferos de alquiler, los ignorantes y sietemesinos del alma a intentar herir la piel inasible del huracán.
Ya Hugo Chávez está donde no pueden tocarlo.

¿Cómo detener este magma volcánico, esta marea roja que inunda a Venezuela y a América Latina y pone su rostro sonriente en las esquinas de España, Palestina, Irán o Viet-Nam?

Regresemos, alegres, a la lucha. Nadie ha muerto. Todo está por hacer. ¿Verdad, Comandante?