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Carlos M. Álvarez ganando el Calendario

CARLOS MANUEL YA GANÓ EL CALENDARIO

Por Charly Morales Valido

544576_247692168659742_1389040474_nQuienes conocemos a ese flacucho alérgico a la Gillete, que algunos llaman Charly, otros Carlos Manuel, y yo orgullosamente Tocayo, sabíamos que de un momento a otro ganaría un premio literario serio. Porque le gustará mucho el periodismo, pero Carlos Manuel Álvarez Rodríguez nació para hacer literatura…

Desperté hoy con la noticia de que su cuaderno “La tarde de los sucesos definitivos” se llevó el Premio Calendario de la Asociación Hermanos Saíz, y me alegré mucho. No solo por los 3.000 pesos que se llevó, con publicación incluida, sino porque intuyo que cada vez se hablará más de él, y algún día no será preciso tener acceso a Internet para leerlo…

Aunque aún es estudiante, Carlitos lleva tiempo colaborando con publicaciones digitales y en Cubadebate tuvo el honor de ganarse sus primeros detractores. Ahora es columnista de OnCuba, donde nos advierte desafiante: “Esta boca es mía”…

Algunos podrían señalarle el pecado de la extensión, o de pasar del totalitarismo a la duda en sus afirmaciones, o de recordarnos que le gusta la pelota, enamorar mujeres con poesías, o combinar la lectura de sublimes metatrancas con crónicas de sus socios. Pero tiene el mérito de saber decir lo que quiere…

Precisamente la fluidez de su prosa convenció al jurado de Narrativa, integrado por Alberto Garrandés, Legna Rodríguez y Mercedes Melo Pereira, de concederle este premio, codiciado como todo aquel que implique reconocimiento, publicación y un salve monetario…

Yo, para que negarlo, me declaré hace rato fan incondicional de sus artículos. Como mismo él tuvo el desparpajo cierta vez de compararme con Juan Orlando Pérez, Michel Contreras y Yamil Díaz, podría arriesgarme a decir que Cárdenas tuvo a Virgilio Piñera, pero ahora tiene a Carlos Manuel. Espero que no se lo crea, porque entonces se jodió todo…

Lo primero suyo que leí fue una solitaria nota final para mis clases sobre Pablo de la Torriente: no recuerdo el texto, pero sí recuerdo que me impactó tanto que le dí 5 puntos a pesar de sus ausencias reiteradas. Años después me confesó su vergüenza por aquella calificación, y comenzó a leerme por pena, como si me debiera algo. Me dijo -pedazo de loco- que yo le había dado una soberana lección… como si estuvieran los tiempos para pasarle raya roja al talento.

Volvimos a encontrarnos en 2011, yo en Vietnam y él en Facultalandia, ese surrealista reino donde Julio García Luis sigue siendo el Dequi un año después de su muerte. Comenzó un cruce de e-mails donde hablábamos de todo, desde las influencias hasta las preferencias. Yo me fajaba con sus críticos en los foros de Cubadebate, él me reclamaba una compilación de mis crónicas, con prólogo suyo, faltara más, y así…

Por lo pronto, y como no tiene celular o teléfono donde localizarlo, y seguro dilapidará parte del premio pagándole unas birras a sus socios en El Diablo Tún Tún, comparto con ustedes un fragmento suyo sobre las ronchas que levantan sus artículos, extraído de ese epistolario nuestro que atesoro para cuando seamos famosos, y los académicos se maten por estudiarlo y escribir tesis y libracos sobre nuestras respectivas obras…

“Uno tampoco es infalible, y a veces titubea. Uno siempre anda buscando, tratando, humildemente, de romper esquemas, de reinventarse en cada palabra o en cada línea, y a veces me pregunto si voy o no por el camino correcto. Pero eso es normal, esa lucha es conmigo, ahí no interviene ningún lector, ni ningún letrado, ni ningún imbécil de los que sale a ofender. Hasta Faulkner, imagínate tú, decía que ningún escritor se puede sentir seguro, que siempre hay miedo, que el que esté totalmente seguro y no dude y no se cuestione lo que está haciendo, es un perfecto imbécil. En verdad Faulkner lo dijo mucho mejor, más preciso y elegante, pero esa más o menos es la idea... Casi nadie hace una crítica justa, imparcial, sobre la base de los hechos. El tipo que no entiende se insulta y cuidao, allá va a comerte. Eso demuestra todo el troglodita que anda merodeando por la red, y todo lo enfermos de literalidad que estamos los cubanos, o buena parte de ellos, porque la pose de anarquista criticón indolente hacia su país tampoco va conmigo”.

Por lo pronto, felicidades Tocayo… y que vengan más…

OTRO PREMIO PARA CARLOS MANUEL

Por Milena Recio

No he leído La tarde de los sucesos definitivos. No tengo idea del grosor literario de ese “cuaderno” al que le han concedido su gracia Alberto Garrandés, Legna Rodríguez y Mercedes Melo Pereira. Pero la verdad es que este Premio Calendario de la Asociación Hermanos Saínz podría ser una emboscada.

En Facebook le ofrecen vítores interminables a Carlos Manuel Álvarez Rodríguez, casi como si se tratara del Nobel, sus amigos de toda laya. Hasta Granma lo ha publicado. Google, interrogado sobre el particular, devuelve varias respuestas positivas, porque, claro, este muchacho delgadito que todavía no acaba de graduarse de la universidad es amigo de muchos que escriben en los “medios masivos de comunicación”.

“Por la fluidez de la prosa”, dicen que dijeron. Y una ovación mental sacude el espíritu de sus fans; aquellos que, probablemente, no han leído de él ni una línea de novela-cuaderno, pero han visto crecer a uno de nuestros mejores periodistas de todas las épocas echándonos en el rostro, palabra a palabra, la evidencia que necesitábamos para proclamar el triunfo de la verdadera prosa fluida: la prosa periodística –rápida, fugaz, evanescente.

Carlos Manuel está ayudando a desenterrar el periodismo cubano de su desfachatada fealdad, de su irrelevancia abrasadora. Se adueñó de una libertad de escritura que por otra parte solo Internet proporciona del todo en esa condición de potrero –donde nada es grave, y lo laaaaargo de las crónicas no molesta.

Carlos Manuel se ha sometido como muy pocos a la severa prueba de poseer criterio propio. Qué de pasiones se desatan cuando alguien (otro) piensa algo por sí mismo y lo lanza, a cuchilladas a veces, nunca por aspersión, nunca como llovizna de invierno.

Y, ojo, no ha sido premiado por eso. ¿Este “Calendario” lo quiere apartar de nosotros? Quizás le esté reafirmando en un susurro pepegrillesco que se decida, que sin dudas se haga novelista, cuentista, o sencillamente escritor (qué más da). Sí, corre, deserta del periodismo, huye de la mugre cotidiana, no te enfrentes a la censura, no seas escrutado por el vulgo, sólo sométete a la degustación culta de la elite.

Otro jurado somos sus lectores, que hemos acaparado mucha evidencia. Unas cien crónicas tiene sembradas en Cubadebate. Desde diciembre de 2010, cuando publicó “La extraña elegía de La Habana”, hasta la última vez en que lo vimos aparecer por allí el 31 de enero de este año con su ya clásico “Víctor Mesa y Ariel Pestano: Kramer VS Kramer”, donde está encapsulada su “arte poético”: “En un mundo decente, la medida política para un deportista o un artista, y también para un funcionario, si así lo prefiriese, sería la belleza. La belleza debería ser la medida política de todas las cosas.”

Ahora se ha mudado a OnCuba, para variar, y le ha tomado prestado a Sabina aquello de que “la boca es mía”. Desde allí sigue cronicando, después de haber incursionado como bloguero por cuenta propia, y haberse retirado en poco más de tres meses después con una “Carta de renuncia” en la que parecía que renunciaba a todo. Como en su tiempo gris neocolonial el poeta Poveda (1888 - 1926), que a sus 29 años decía: “Veo como abolida mi profesión: no tengo objeto. (…) ¿Para qué las palabras, si no hay quien las escuche ni las tema?”.

Última entrada de Crónicas Obscenas, blog de Carlos M. Álvarez

Última entrada de Crónicas Obscenas, blog de Carlos M. Álvarez

Carlos Manuel se despidió aquel día diciéndonos: “Nos podemos seguir justificando eternamente, podemos seguir abriendo blogs, porque en eso consiste la libertad del individuo, pero yo sospecho que algo peor nos está sucediendo. Sospecho que somos pura intrascendencia y puro consuelo nacionalista. (…) Pura maquinaria que tritura gentes y ante la que ahora mismo, como valentísimo acto de defensa, voy a callar.”

“He tratado de exprimirme y no sale nada. Y si ya cometeré, para colmo, el pecado de graduarme, no pienso mantener también un blog ficticio. Me he quedado seco, alucinantemente seco, y sería un acto de extrema insolencia intentar sacar agua de un pozo vacío.”

Por suerte, o por algo más determinante que la suerte, Carlos Manuel regresó de aquel autoricidio, y con energías suficientes desde OnCuba para volver a dar “palos” periodísticos como la entrevista a Contreras (sí, al pitcher), donde supo volverse transparente –contra todo pronóstico-- con tal de que el poderoso brazo de Pinar York hiciera su mejor windup: “contra Cuba no juego”.

Carlos Manuel es periodista, uno imprescindible, sin laureles, sin órdenes, ni grados. Es solo un flaquito muy talentoso que podría perderse el periodismo cubano si no lo acuna, si no se lo disputa, a muerte, al gremio literario.

(Tomado de OnCuba)