Por Ariel Trujillo y Rosmely Alvariño
Hace exactamente 50 años que falleció Benny Moré, el “Bárbaro del ritmo” o el “Sonero Mayor”, y todavía los cubanos sentimos su presencia como si el tiempo no hubiera pasado.
Y es que nadie puede negar que este soberbio intérprete marcó pautas en la música de nuestro país y dejó un legado imborrable que quedó plasmado en la mente de muchos, en especial, de sus contemporáneos.
Además de un innato sentido musical, el Benny estaba dotado con una fluida voz de tenor, y coloreaba y fraseaba con gran expresividad cada una de sus interpretaciones. Fue un maestro en todos los géneros de la música cubana, pero destacó particularmente en el son montuno, el mambo, y el bolero.
Pero, quizás, lo que más perdura del maestro es su forma especial de ser, de sentir y comunicar a través de su ritmo con una personalidad sencilla, auténtica y cordial hacia su público. A pesar de su éxito, nunca dejó de ser ese hombre humilde de pueblo, nacido en Santa Isabel de las Lajas.
Los boleros del sonero son simplemente insuperables en cuanto a composición musical y registro vocal. Resulta inverosímil, además, la manera en que dirigía su afamada banda gigante, sin ninguna formación música. Sin lugar a dudas, era un extraclase con una vocación y estilo excepcionales.
Hoy los cubanos le rendimos tributo, pues su melodía, poética y alegre al mismo tiempo, ha transcurrido de generación en generación, y lo han situado en la cúspide de la cancionística, la música popuar y el espectáculo en nuestro país.
