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Strike 3: Negra justicia

arbitro

Seré breve, porque el tiempo me agobia -estoy en medio de una guardia informativa- y también porque el asunto lo he tratado anteriormente en este espacio. Pero de todos modos, no me puedo abstener de jugar un par de cartas contra el arbitraje.

Dije contra, y no hubo error alguno. Dije contra, sencilla y llanamente, puesto que el arbitraje está enfrascado en oscurecer el (ya nublado) firmamento de la Serie Nacional. Y eso que solo vemos dos subseries por semana...

Pasan cosas que no deben -¡no pueden!- pasar, si es que queremos blasonar de nuestro béisbol. Hace poco, hubo un grupo arbitral que violó el reglamento, y se le sancionó. Pero después de eso las equivocaciones han llovido con total impunidad.

Siempre lo digo: la pelea por un arbitraje superior no la vamos a ganar con paños tibios. Como mismo se lucha, y con razón, por ser más estrictos con la disciplina de jugadores y managers, también es necesaria una batalla sin cuartel por ganar en calidad a la hora de impartir justicia en el terreno.

A tenor con Serrat, "nunca es triste la verdad, lo que no tiene remedio". Y la verdad es que tenemos árbitros que no están aptos para cumplir con su trabajo. En unos casos, por carecer de una zona estable y adecuada para los conteos en home; en otros, porque han entronizado la costumbre de decretar el out en (casi) todas las jugadas "chiquiticas".

Lo seguro es que vamos muy mal, y que aquello de estrechar la zona horizontal ha caído en saco roto, en virtud de que más de un umpire se da gusto cantando unos strikes que caen en la célebre Esquina de Tejas. Entonces, luego de la sucesión de dislates, vienen las protestas, y enseguida sobreviene la expulsión.

Ya lo sé: el árbitro se merece todo el respeto de este mundo. Incluso cuando yerra. Pero de ahí a que pueda desbarrar sin castigo el año entero, va un buen trecho. Hagamos, pues, como con los atletas: recetémosles  bancoterapia a los árbitros "fallones", y si persisten en el bajo rendimiento, conminémoslos a que se acojan al retiro.

Todo sea por el bien del espectáculo, y de esa gente buena que ama el béisbol.