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Susan Rice y la vulnerabilidad de Obama

ricePor Íñigo Sáenz de Ugarte

Susan Rice, embajadora de EEUU en la ONU y muy probable futura secretaria de Estado, ha enviado una carta a Obama para decirle que descarte su nombre para el puesto. Obama ha aceptado su renuncia con palabras muy sentidas, pero no hay que ser un genio para saber que en estos casos es la Casa Blanca la que envía un mensaje al presumible candidato para comunicarle que los planes iniciales no son posibles. Ha ocurrido antes. Casi siempre es un error, y en este caso se puede decir lo mismo.

Los altos cargos del Gabinete de Obama deben ser confirmados por el Senado. Siempre es un trámite que como mucho sirve para desgastar a algún miembro del Gobierno considerado demasiado polémico por el partido de la oposición. A veces resulta útil para medir la fortaleza del nuevo presidente o presidente reelegido. Los medios de comunicación examinan la batalla con atención porque da algunas pistas sobre cómo será el comienzo de la nueva Administración.

El índice de apoyo a Obama ha subido en los sondeos desde las elecciones, algo bastante habitual. Los medios se encuentran en un punto muerto a la espera de que la nueva Administración tome las primeras decisiones. Los nombramientos, más allá de una posible crisis internacional, son lo único en lo que pueden hincar diente, buscar una polémica o encontrar algún elemento con el que llenar páginas o minutos de televisión.

El ataque al consulado de Bengasi y la muerte del embajador en Libia han sido las causas del hundimiento de la candidatura de Rice. Inicialmente, Rice y otros portavoces de la Casa Blanca dieron una versión de los hechos discutible, con lo que los congresistas podían sospechar que no habían recibido la mejor información posible. Algunos republicanos, en especial John McCain, acusaron a Obama de haber definido el ataque como un incidente espontáneo y difícil de prever. En su hipótesis, negar desde el primer momento que hubiera sido una agresión premeditada protagonizada por un grupo terrorista era una forma de ocultar que lo ocurrido perjudicaba a la imagen del presidente que había ordenado la eliminación de Bin Laden.

Tiempo atrás, no se mostraron tan exigentes con la información que les llegaba de la Casa Blanca.

Obama tomó el camino equivocado. No descartó con rapidez el nombre de Rice para sustituir a Hillary Clinton, la apoyó públicamente de forma nada ambigua y ha terminado entregando su cuerpo a las fieras por razones que a esta hora son difíciles de saber. Hubiera tenido que gastar capital político en una batalla que al final resulta que no estaba dispuesto a entablar.

Es probable que quiera utilizar todas sus energías en la negociación para evitar el famoso "abismo fiscal". Todo lo demás es secundario. Incluido el cadáver político de Susan Rice.

(Tomado del blog Guerra Eterna)