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El Kcho que yo conozco

Kcho. Foto: Roberto Chile

Kcho. Foto: Roberto Chile

Por: Manuel Orestes Nieto

He leído con detenimiento la intervención de Alexis Leyva Machado -Kcho- durante los recientes debates de la Ley del Sistema Tributario Cubano, en la Asamblea Nacional. Es un tema complejo, estrictamente concerniente a Cuba y al proceso de transformaciones económicas en marcha. Kcho propuso que la totalidad de la población debe pagar impuestos, sin excepciones y sin ningún tratamiento económico diferenciado. Como diputado y artista, profundizó sus argumentos ilustrándolos con temas del terreno cultural que le es propio. Ya no se debía considerar para los artistas algo deducible en la responsabilidad tributaria, lo que es una responsabilidad moral y cívica. El tema se centra en una equidad social justa. Y si eres un pintor de ingresos altos, pues pagarás altos impuestos. Precisamente, Kcho tendrá que pagar más si gana más.

Esa intervención es consecuente con Kcho, el que organizó la Brigada Martha Machado y ha estado presente en toda Cuba; el que ha apoyado y sigue promoviendo la enseñanza artística; el que no tuvo tiempo de pintar cuando se enfrascó en reconstruir el daño que ocasionó el ciclón a la Isla de la Juventud; el que ha convocado con ímpetu a creadores y especialmente pintores para la acción en Cuba y fuera de Cuba, como en Haití; el que expresa la realidad contemporánea de su patria con entereza y comparte su arte con el pueblo. El que sabe que el artista ejerce la función de alimentar el alma de la nación y no aprovecharse de ella; el que invierte mucho en financiar proyectos útiles, populares y resuelve múltiples problemas que surgen en su vida diaria, sin intención de publicarlo ni que se enteren ni colegas del arte ni funcionarios. Precisamente, su recia personalidad está volcada a unir su arte con el destino de su país. Me consta, me consta demasiado, que no son poses que se inventa, que hace lo que siente y lo que le dicta su condición humana y política propensa a la solidaridad y al bienestar colectivo.

Mi experiencia con él ha sido, ante todo, la de estar ante un artista de profundas raíces de la tierra donde nació. Sus éxitos artísticos en su país y en el resto del mundo, debe ser motivo de orgullo de los cubanos. Su pintura tiene la grandeza de hacer grande a Cuba. Sin embargo, pareciera que algunos esperaban alguna ocasión propicia para expresarse visceralmente contra Kcho y, de paso, para evidenciar enconados resentimientos al señalar la existencia de privilegios oficiales. Como si fuese su enemigo este artista del pueblo. Lenguajes soeces, ofensas muy ruines, que nada tienen que ver con el debate, el contenido y la trascendencia de la iniciativa legislativa que tuvo el Kcho que yo conozco, el pintor comprometido en vida y obra, el hijo de Martha Machado.