Aire frío (+ Fotos)

Dos cosas memorables ha hecho Gordo en su carrera deportiva. Romperle, con un texas detrás del campo corto, el juego perfecto a Pedro Luis Lazo y enrumbar nuevamente a Las Tunas por la siempre acogedora ruta del éxito.

No solo que la ha enrumbado, sino que le ha cambiado la filosofía. De aquella escuadra competitiva pero sin contundencia, temible pero sin extra, cuajada de poder y talento pero hasta cierto punto torpe, no queda absolutamente nada, o muy poca cosa. Ese papel, ahora mismo, ha quedado reservado para Granma.

Las Tunas, errores aparte, Julio Antonio Mella aparte, jardines empantanados aparte, ha aprendido a jugar una pelota más dinámica, pícara y atractiva. Ha aprendido, o al menos intenta, porque en la pelota cubana ya casi nada se aprende y todo se olvida, que en el mínimo desliz del contrario se gana un partido y que en el más leve descuido propio se pierde una contienda.

Cuando muchos -incluido yo- pensaban que se iría a pique, demostraron estirpe, apretaron el acelerador y no dieron en los finales margen a dudas. Ni tregua al contrario. Ni brecha al azar. Hemos visto, aún sobre ciertas bases conocidas (Danel Castro, por ejemplo), una escuadra diferente.

Ahora solo nos resta saber si los tuneros prendieron la estufa y cortaron la leña suficiente para el crudo invierno de la postemporada que se avecina.