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De Madre a Patria: Hoy viene a mí la damisela soledad

Hoy viene a mí...

Hoy viene a mí...

Para el único Pepe Alejandro de este mundo

Como todos los días de los últimos días, este viernes me han despertado las patadas del frío y el silencio agobiante que se traga cada minuto en Barcelona. Todo es calma en mi entorno, y eso pone nostálgico, y deprime. Al menos para mí, la quietud es amiga de la melancolía.

Quiero desperezarme, y busco un disco. Para variar, termino en Silvio. Y Silvio canta, y llega entonces SU canción, ese tema que siempre he querido haber escrito, tan brutal como aquel vallejiano A mi hermano Miguel, o como ese One Art de la eterna poeta de Worcester, Elizabeth Bishop.

Silvio canta De la ausencia y de ti ("Ahora sólo me queda buscarme de amante la respiración, no mirar a los mapas, seguir en mí mismo, no andar ciertas calles, olvidar que fue mío una vez cierto libro"), y un turbio desaliento me recorre, y es peor cuando afirma que "quisiera ser viejo y muy sabio y poderte decir lo que aquí no he podido decirte, hablar como un árbol con mi sombra hacia ti, como un libro salvado en el mar, como un muerto que aprende a besar, para ti, para ti".

Au revoir, good bye Silvio. Quito el disco, y decido que otro cantaescritor, tal vez Serrat, sea mejor medicina para esta mañana de hondos grises. Y lo pongo, se escucha su voz mediterránea, y sonrío con "niño, deja ya de joder con la pelota", pero el que jode es él, Serrat, porque al rato se siente perdedor y confiesa que "no hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo que perdí", y a seguidas reclama: "Perdóname si hoy busco en la arena una luna llena que arañaba el mar".

Auf wiedersehen y chao, Joan Manuel. Sabina es más mundano, más afín a este hombre que ahora se entera vía correo de que Aitana padece con la alergia, y de que Dara ya ha empezado a creerse Caperucita Roja. ¡Ah, la saudade! Necesito un alivio, un empujón anímico, y la clave la tiene el juglar loco, el vejete infartado que le canta al alcohol y a los bares con olores a estrógeno.

Sin embargo, también Sabina me traiciona. Esto es, que me activa con el pirata cojo ("Al Capone en Chicago, legionario en Melilla, pintor en Montparnasse"), pero luego desemboca en la angustia de "morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren", y ya basta, sayonara Sabina, venga Queen, suene Bohemian Rapsody...

Cante usted, Freddie Mercury, porque la poesía nunca es un alivio.