Se acabó el tope Cuba-Puerto Rico. En definitiva los boricuas no pudieron anotarse ningún triunfo, puesto que el lunes en la noche desperdiciaron su última oportunidad de ponerle número a la casa. El resultado del partido, una paliza, habla por sí solo.
Como era de esperar, Urquiola aprovechó el dual meet para probar todas sus cartas. Unas le respondieron bien; otras quedaron por debajo de su real nivel. Y el manager, seguro, tomó nota.
Más temprano que tarde, el timonel deberá anunciar los 24 hombres que lidiarán por la Copa del Mundo en Panamá. Un grupo que debiera coincidir con el que luego saldrá rumbo a los Panamericanos de Guadalajara. O tal vez no sea así. Ya lo decidirán los técnicos en su momento.
Lo cierto es que en la calle hay un sinfín de selecciones, y cada cual hace un line up, y cada cual arma a su antojo la rotación de pitchers abridores. La controversia manda.
Por supuesto, yo también tengo mi equipo. Y casi convencido estoy de que no es igual al suyo. En algo diferirá, lógicamente.
Porque ocurre que el béisbol, de tan rico, dificulta (¿o impide?) la uniformidad de criterios.
En lo particular, me basta con dos receptores. Hay todavía quienes prefieren tres, por el aquello de “si se lesiona el regular”.
Pero lo cierto es que, un torneo internacional tras otro, confirmamos que dos son suficientes.
Así pues, déjenme con Pestano y Alarcón. En términos de maestría deportiva, el relevo del villaclareño aún brilla por su ausencia. Y el segundo es un bateador temible, cuyas limitaciones a la defensa no pesan hasta el punto de amenazar con excluirlo del plantel.
Es más: Alarcón puede ser el catcher titular con la mayoría de los lanzadores de la escuadra, de los cuales muy pocos –Yuliesky González, Pedroso, Odelín...- disponen de envíos verdaderamente incómodos para el mascoteo. Es una historia vista una y mil veces: el team Cuba flaquea con el madero. Ergo, más vale sacarle dividendos a la fuerza del tunero, y emplear a Pestano en las postrimerías de los juegos cerrados.
Menos polémico parece determinar a los jugadores del infield. Yo me inclino por un inicialista (Abreu), un camarero (Olivera), dos torpederos naturales (Borroto y Arruebarruena), dos terceras (Yuliesky y Michel) y un utility (Rudy).
La gran “bronca” –lo presiento- vendrá en los jardines, donde solo Despaigne y Cepeda tienen puesto seguro en el avión. El granmense custodiará el bosque izquierdo; el espirituano asumirá –por fin- la función de designado. ¿Y quiénes estarán en los otros territorios?
Personalmente, el right se lo encomiendo a Bell –pelotero de cinco herramientas que no se arruga en los grandes escenarios-, y en el centro preciso de dos elementos que ofrezcan garantías para su protección. Dicho esto, ambos nombres se caen de la mata: Duvergel y Rusney.
Solo me queda por enumerar a los serpentineros. Mis abridores son Pedroso, Miguel Alfredo, Freddy Asiel, el zurdo Yuliesky y Vladimir García, por ese orden. Y para la misión de relevistas intermedios prefiero a Norberto, Jonder y Odelín. Como preparador me llevaría al granmense Alberto Soto. Y para cerrar, obviamente, me quedo con Lahera.
¿Concuerda usted conmigo? No demore en decirme. El foro es suyo.