Cuba volvió a vencer a Puerto Rico, esta vez siete carreras por una, y puso a punto de barrida el dual meet que ambas escuadras sostienen hasta mañana en el estadio Latinoamericano.
Fue un juego lento, denso, incluso fastidioso. Hinojosa cogió la pelota por la parte local y estuvo regadísimo, huyendo la bola como si se sintiera falto de confianza en su velocidad indiscutible. Y por el bando visitante, Juan Padilla demoró cuanto pudo entre lanzamiento y lanzamiento, hasta el punto de exasperar al más inglés de los espectadores.
En medio de tantas dilaciones, dos elementos marcaron punto y aparte en el letargo. Esto es, se hicieron notar, y debiera tomarse nota de ellos.
El primero, que apenas le bateamos a los abridores, y únicamente hacemos nuestro agosto contra relevistas de poco calibre. El otro, la actuación ofensiva –otra más- del tunero Yosvani Alarcón, quien cada vez que aprisiona el madero parece tenerle odio a la Mizuno.
El muchacho ha hecho méritos para colarse en el equipo grande. No dispone de una mascota proverbial, tiene defectos evidentes tras el plato, pero ahora mismo se me antoja insoslayable para las novenas que estarán en la Copa del Mundo y los Panamericanos. Batea, y eso ya es suficiente.
El tope ya está cerca del fin, y dentro de muy poco habrá que anunciar el (los) equipo(s) que nos defenderá(n) en los eventos antes mencionados. ¿Qué harán Urquiola y su equipo de trabajo?
Ahora mismo, adelanto un criterio: si llevamos dos catchers, Pestano debe hacer el grado junto con Alarcón. Y si, algo que no me satisface, elegimos a tres receptores, pues igual: ellos dos, acompañados por aquel que decida el cuerpo técnico.