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Un día más de injusta prisión

Queridos amigos:

Yo me levanto, por mi reloj biológico, unos 15 ó 20 minutos antes de que abran las puertas cada mañana. Hoy me sorprendió el áspero ruido del oficial con la llave, abriendo mi celda a las 5:55 a.m. Es una llave no habitual, grande, de más de 10 centímetros de largo, que siempre accionan con fuerza.

Mi primer pensamiento, inevitablemente, viajo a aquel amanecer de un día como hoy, hace ya 13 años.

De aquellos momentos, en que a la misma hora y en similares condiciones, violentamente nos arrestaron, escribí estos versos.

EN EL ARRESTO DE UN HERMANO

Lo hicieron todo una mañana horrible
de un día doce, despertar violento.
Ni un solo paso hacia la sala oscura,
de donde vino el ruido, dio. !Al piso!-
dieron la orden con áspera amenaza
y con furor. No es sueño
es realidad- decía
en su interior un eco.

Los brazos a la espalda le llevaron
salvajemente, y apretadas pusieron
en sus muñecas rígidas esposas,
como a un vil bandolero.
Ya en un auto sonó, con recio golpe,
la puerta. No tuvo miedo.

En un auto oficial tirar la puerta
es por algo rotundamente serio.
Ante su firme calma se rompían
todas las tretas para convencerlo
de traicionar su patria,
aceptando lo que no había hecho.

En una celda gris, como una fosa,
terminó todo aquello.
Y fue el instante
en que echó a andar el largo y cruel encierro.

Más tarde mejores pensamientos fueron sustituyendo al de este amanecer.

Imagine a mi hijo Gabriel en su primer día de clases en la CUJAE.
Recordé el magnífico programa de ayer en la Luz en lo oscuro.
Lei varios mensajes, siempre alentadores, de varios amigos.

Me fui a pintar por algo más de una hora.
Sé que en Cuba y el mundo continuarán la batalla por nuestro regreso a casa, a la amada patria.

Es un día más de injusta prisión.

¡Venceremos!

Cinco abrazos.

Antonio Guerrero Rodriguez

12 de septiembre de 2011