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Un Mundial magnicida

Usain Bolt y Dayron Robles

Usain Bolt y Dayron Robles

Definitivamente, estamos viviendo un Mundial descabezado. Esto es, un Mundial donde los favoritos ruedan por tierra, ora por rendimientos bajos, ora por causa de las reglas.

Primero vimos irse, cabizbajo y dolido, al australiano Steven Hooker, que no pudo defender debidamente su título en garrocha al fallar en tres intentos sucesivos sobre una miserable altura que le quedó muy alta.

Luego cayó el gran Bolt, Usain Bolt, ese hombre que en vez de zapatos, calza neumáticos Goodyear. Una salida en falso y la draconiana aplicación de la norma al respecto, determinaron que el tramo del hectómetro quedara a oscuras. Blake es bueno, buenísimo, pero aún debe probar que le puede al Relámpago.

Más tarde, lo de Robles. Entró antes que todos a la meta, pero obstruyó a Liu Xiang y por ahí quedó sin título. Varios optaban por el trono -él, Oliver, Xiang-, y sin embargo apareció un fantasma apellidado Richardson que sorprendió cargando el cetro.

Por último, el fracaso de la Isinbaieva. La espléndida rusa solo alcanzó a ser sexta con una marca infame, y Daegu -que tanto la acosó durante días- sintió una decepción incalculable.

Por esa guillotina criminal que decapita un héroe por jornada, se le escapa la gloria a este Mundial.

TRIPLES ILUSIONES

Ahora mismo, la gran esperanza dorada de Cuba no es otra que Yargelis Savigne, quien acaba de clasificarse para la final a la vanguardia de la lid de salto triple.

Clase tiene la guantanamera de medias infinitas para darnos esa corona que esperábamos de Robles, esa corona que necesitamos para ascender varios peldaños en la tabla general de posiciones.

Yargelis es la mejor del mundo, aunque no ejerce un predominio abrumador. Tendrá que superar a la ucraniana Saladukha, enconada rival durante el año, y también a la kazaja Rypakoba. Más que eso: por todos los medios existentes, tendrá que intentar derrotar los 15 metros. Ella puede, y con eso -casi seguro- habrá llegado al oro.