Yarelis, siempre medallista
La verdad, me alegró hasta el cansancio ese bronce que acaba de lograr Yarelis Barrios con su disco en los Mundiales de Daegu, e igual me entusiasma que el decatlonista Leonel Suárez confirmara su asiento en la primera clase de la especialidad. Sin embargo -será que siempre exijo demasiado, será que siempre tengo un "sin embargo"- en los labios me quedó un regusto extraño.
Me sucede especialmente con Leonel. Sí, porque en definitivas cuentas Yarelis compitió con su habitual mesura, es un prodigio de estabilidad, pero nunca esperé que llegara a la cumbre de la cima. Leonel, en cambio, tuvo la gloria a tiro...
Lo que pasa es que así es el deporte. Se lució en la garrocha, recortó la distancia con los norteamericanos a las puertas del lanzamiento de la jabalina, y todos en el mundo -hasta Eaton y Hardee, sus rivales- olisquearon la posibilidad de que habría rey nuevo en la prueba de All Around.
Pero no sucedió. Leonel no vivió su mejor día con el dardo, y en cambio Hardee lo envió hasta donde jamás lo había enviado. De modo que el norteño mantuvo la ventaja, y el oro se nos puso jabonoso.
Mas quedaba la plata. Una plata que revalidaría la faena de Suárez en Berlín. Una plata que ahora fue esquiva, precisamente porque a su jabalina le faltaron metros por volar. ¡Qué lástima!
ROBLES DE OLOR
Reza en el programa mundialista que los 110 con vallas repartirán galones en la tercera fecha de contienda. Es decir, que Dayron Robles está próximo a salir detrás del título que nunca ha conseguido.
A mi modo de ver, ninguno de los candidatos llega a la cita a tope, y por ende no espero un tiempazo de efectos atómicos. Pero eso sí, quien pretenda vencer deberá ser perfecto en su paso por el tramo. Un suspiro de más, y habrá perdido.
Lo esperan Oliver, y Xiang, y Thomas, Richardson... Nos esperan unos trece segundos de suplicio, viendo cómo el monarca de espejuelos salva obstáculos en busca del estambre. Es la gran esperanza de Cuba: precisamos su oro para quitarle marabú a la tabla del medallero general.
LA IAAF NOS DEBE UNA
Claro, lo verdaderamente lamentable -o triste, o espantoso- es que Bolt no pudiera correr por un capricho. El jamaicano, piel oscura y piernas de relámpago, fue descalificado en la final de los cien metros, sencilla y llanamente porque existe una disposición de la IAAF que establece la anulación automática a la primera infracción.
Por estricta, por excesiva, por absurda, los atletas llevan rato criticando esa norma. Pero el máximo organismo del campo y la pista la ha mantenido a todo costo, y esa regla nos acaba de cobrar el impuesto más alto del Mundial. Esto es, no ver correr a Bolt en la final.
Faltaban Powell, Gay y Mullings, pero teníamos a Bolt. Las ausencias no habían podido anular el atractivo del heat por el oro, en el cual las miradas estarían, centímetro a centímetro, sobre un negro espigado que siempre amenaza los records del planeta. El negro Usain Bolt, ese que no pudimos ver correr.
Ayer mismo escribí que la única manera en que Bolt podía perder, era precisamente por tener una salida en falso. Lamento haberlo escrito.