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Un super policía yanqui para la batalla de Londres

Foto: AFP

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Londres, la capital del Reino Unido, tiene también muchos ciudadanos indignados. A diferencia de los que existen en otras partes de Europa, sus protestas han pasado a ser violentas: incendios de autobuses y carros, asaltos a supermercados y tiendas, lanzamiento de piedras y otros objetos a las fuerzas policiacas.  Ese cuadro ha provocado una brutal represión policial, cinco muertos, casi tres mil arrestados, incluso muchos niños, y toque de queda para los menores de 16 años. Tal es el cuadro existente allí, y extendido a otras ciudades, desde que el pasado 4 de agosto Scotland Yard mató a tiros al joven negro Mark Duggan, padre de tres hijos, en una barriada del norte de Londres.

Ese asesinato fue la chispa que prendió el polvorín. Desde antes, la población negra del barrio Tottenham expresaba su protesta contra la brutalidad policiaca, pero lo hacía de forma pacífica. A principios de junio, unos dos mil negros marcharon en calma y pacíficamente hacia la sede de Scotland Yard, pero de eso no se enteró nadie en el mundo. Los medios de prensa británicos no se hicieron eco de tal manifestación porque  no hubo lesionados ni muertos ni arrestos. No fue noticia, en fin. Ahora, en medio del caos, es que algunos medios hacen alusión a esa demostración pacífica.

El gobierno británico achaca las protestas y los actos de violencia a la entraña criminal de antisociales, delincuentes y drogadictos. Y con tal aseveración, repetida de forma constante por los medios de comunicación, pretende justificar el paso dado por el primer ministro laborista David Cameron de contratar como asesor policiaco a un "superCop" estadounidense, William Bratton, ex jefe de la policía en Nueva York, Los Angeles y Boston, quien actualmente preside una empresa de seguridad privada de carácter internacional.

La decisión de Cameron, quien ha sostenido que las tácticas de Scotland Yard no han funcionado para detener la violencia y las protestas de los indignados,  ha provocado dudas y críticas en Gran Bretaña. Antes de los disturbios en el barrio de Tottenham, en el pasado mes de julio el Primer Ministro británico ya había conversado con  Bratton y pensaba nombrarlo nuevo Comisionado de la Policía Metropolitana de Londres, pero el Ministerio del Interior le bloqueó tal pretensión pues ese cargo debía desempeñarlo un ciudadano británico. Idearon, pues, que actuara como asesor. Ya en el 2009 Bratton había prestado, al parecer, algunos servicios a Gran Bretaña, pues fue galardonado con el título honorífico de Comandante de la más Excelsa Orden del Imperio Británico por la reina Isabel II.

Bratton tiene una vasta experiencia en técnicas de represión y de mediatizar las protestas de los sectores discriminados y marginados. Durante la guerra de Viet Nam se desempeñó en el Cuerpo de la Policía Militar del Ejército de Estados Unidos. En Nueva York, Boston y Los Angeles aplicó algunos acciones para aliviar las tensiones entre la policía y los sectores más discriminados y marginados de la sociedad. Propició, por ejemplo, la entrada de un mayor número de negros en la policía. Eso, al parecer, le dio algunos resultados en la lucha contra las revueltas callejeras al propiciar un ambiente de mayor confianza y reducir las tensiones raciales.

Este Rambo policiaco desembarca en Londres con la fama que le ha otorgado la gran prensa corporativa de haber reducido la criminalidad en las mencionadas tres ciudades de Estados Unidos.  Para muchos políticos, agentes policiacos y analistas británicos el currículum brillante de Bratton no es suficiente, pues las realidades de Estados Unidos y Gran Bretaña en materia de revueltas populares son diferentes.

En el fondo de todo esto hay algo que las políticas neoliberales tratan por todos los medios de ni mencionar: las desigualdades que se han creado en la sociedad británica. El incremento de la convulsa situación tiene mucho que ver con los recortes a los programas de beneficio social, como los cupones de alimentos o el costo de las matrículas de la educación,  que agravan las condiciones de supervivencia de los sectores de más bajos ingresos. Un analista del sitio Guerra Eterna, llamado Iñigo Sáenz de Ugarte, sintetizaba tal situación con estas palabras: "La crisis de los bancos salvados con dinero de los contribuyentes, sin que nadie haya ingresado en prisión ni perdido sus pensiones millonarias. La deplorable intervención en Iraq (...), las dietas parlamentarias con que se subvencionan su agraciado estilo de vida. Una economía estancada. El mayor periódico del país convertido en una organización criminal que violaba la confidencialidad de las comunicaciones privadas de miles de personas con la complicidad de la policía".

Son muchas las razones, en fin, que tienen alrededor de 5 millones de británicos, hoy marginados sociales,  para manifestar su indignación. En Londres, la desigualdad es mayor que en otras ciudades. Así  que a nadie debe sorprender, en medio del agravamiento de la crisis económica y de la absurda e irracional política de los gobernantes británicos de seguir participando y apoyando las aventuras guerreristas en Libia y Afganistán lideradas  por el país más endeudado: Estados Unidos.

Así que no debe sorprender a nadie un mayor estallido de la violencia social en Londres o en otras ciudades.  No creemos que el super policía yanqui pueda ganar esa  batalla. Tiempo al tiempo.