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Cuando pasen 50 años

Déborah y Silvio

Déborah y Silvio

Fotos: Alexis Díaz Pimienta

Suponga Usted, lector o lectora, que han pasado 50 años.  Si el planeta no ha volado en pedazos por bombas inteligentes y las islas no se han hundido por el descongelamiento de los polos ¡confiemos en la sabiduría humana!  entonces la niña de la foto, Déborah,  tendrá 53 años.

Ella podrá decirle a sus hijos, sus nietos, o sobrinos, o vecinos, que en la foto  tenía tres años y su tía abuela le pidió a Silvio que se dejara retratar con ella para la historia. Él que entonces era un sesentón seguía siendo el compositor preferido de la mayoría de los cubanos, una suerte de mito.

Mi Déborah tarareará algunas de las canciones que el tiempo respetará porque son verdaderas joyas. Pienso en un unicornio azul, en la era, una mujer con sombrero o ¡quien sabe cuáles escogerá!

Débora y Silvio

Débora y Silvio

Muchos de sus contemporáneos  desearán haber sido protagonistas de la instantánea que tomó nada más y nada menos que Alexis Díaz Pimienta, el escritor, pero que en el 2011 era más reconocido como repentista con unas seguidillas que dejaba boquiabiertos a sus contertulios. Precisamente en su casa, en el cumpleaños de Chamaquili, el real, se encontraron Silvio y Déborah, también Mauro, su hermano. Quizás en el 2061, niñas y niños leerán por reediciones sucesivas  las fantasías de Alejandro, que para entonces tendrá 57 o 58 años, no se bien.

Tal vez la historia sea bien distinta y la que hoy es una intranquila niña de tres años, se incline por la música, el periodismo, u otra profesión que le permita acercarse a Silvio cuando ella conozca el verdadero valor de las fotos con aquel hombre que  recordaba pero no sabía de donde. O Mauro por esos vericuetos de la vida sea amigo del cantante más filósofo de este país.

¿Y a que viene esta descarga? Nada, que me he dado cuenta que en cualquier lugar se puede estar escribiendo una gran historia. O no. Pueden ser destellos en una existencia que al final te hacen recordar o nombrar hechos en apariencias cotidianos. Porque Silvio con toda la cortesía posible y una ternura infinita  aceptó tirarse fotos, luego sonrió hizo chistes y Déborah ya andaba corriendo detrás de una mariposa. Ambos, como todos los que estábamos allí, fueron por el cumpleaños de Alejandro, mejor de Chamaquili, a pasar un rato en el que  los protagonistas fueron los niños mientras el gran trovador y el repentista sencillamente eran parte del coro. Pero la foto inmortalizó el instante que espero pueda ser recordado décadas más tarde porque el ser humano demuestre una vez más su inteligencia y salve a Gea.