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Han muerto cientos de niños y adolescentes cubanos

Por Pedro Etcheverry Vázquez y José Luis Méndez Méndez

Con el triunfo de la Revolución cubana el Primero de Enero de 1959 todo parecía indicar que cesaría el sufrimiento de nuestro pueblo. Pero el gobierno de Estados Unidos no vaciló en aplicar una política de hostilidad y agresiones, fomentando la subversión y el terrorismo, e imponiendo un férreo bloqueo económico, comercial y financiero. Esta historia de terror continuó de la mano de criminales de origen cubano entrenados, financiados y a las órdenes de los servicios de inteligencia norteamericanos. Nuevamente las principales víctimas serían la niñez y la adolescencia.

Antiguos militares y policías del régimen batistiano estructuraron los primeros grupos de alzados y organizaciones contrarrevolucionarias, que cometieron diversos delitos contra personas y objetivos civiles. Después, durante más de cinco años, a lo largo y ancho de la isla las bandas de alzados dirigidas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia, atacaron intrincadas comunidades rurales causando 15 menores de edad muertos y 15 heridos, utilizando armas, municiones y explosivos de fabricación norteamericana, introducidos a través de nuestras costas por grupos terroristas anidados en la Florida.

Miles de mercenarios de origen cubano fueron reclutados en Miami, Nueva Jersey y otras ciudades de Estados Unidos, para ser entrenados, armados y dirigidos contra la tierra que los vio nacer, sirviendo a las peores causas. Bombardearon ciudades cubanas, poblados, centrales azucareros y cañaverales, atacaron puertos, embarcaciones pesqueras y detonaron bombas. Durante más de medio siglo han empleado el terror para obtener sus objetivos políticos. Cuando no han podido progresar con estas formas de actividad subversiva, han acudido a la guerra biológica diseminando plagas y gérmenes letales, todo lo cual ha ocasionado pérdidas humanas y enormes daños materiales.

Uno de los primeros hechos ocurrió el 21 de octubre de 1959, cuando dos aviones procedentes de la Florida, tripulados por mercenarios al servicio de la CIA, ametrallaron La Habana, causando 2 muertos y 45 heridos. Entre estos últimos, los menores Miguel Payret Gutiérrez, de 14 años de edad, Reemberto Cordero Hernández, de 12, Guadalupe Isidrón Proenza, de 9, y Herminia Fernández Drake, de 8. Después se conoció que las aeronaves habían despegado del aeropuerto de Pompano Beach, a donde regresaron impunemente. Este sería solo el comienzo de una larga y dolorosa etapa de esta historia.

El terror continuó y entre los casos más brutales se encuentra el sabotaje al vapor francés La Coubre el 4 de marzo de 1960 en el puerto de La Habana, donde murieron más de cien personas y unas 400 resultaron heridas, incluyendo 12 niños en edad escolar.

El 10 de octubre de ese mismo año una banda terrorista atacó un vehículo civil en la Carretera Central, entre Ceiba Mocha y Madruga, en Matanzas, causándole la muerte al niño Reinaldo Muñiz-Bueno Machado, de 22 meses y heridas graves a la madre. El 27 de octubre perdió la vida el niño Alberto Jiménez Yupart, de 13 años, al intentar abrir un paquete que resultó ser un artefacto explosivo colocado por grupos saboteadores en la calle Estrella No.459, en Centro Habana. El 17 de diciembre estalló una bomba en la tienda Flogar, de la capital, y fueron heridos los hermanos Juan René y Marta Romagosa, de 10 y 12 años. El día 29 ocurrió un hecho similar en el cine Cándido, de Marianao, donde resultaron heridos Nancy Veranes Queralta, de 13 y Carlos González Gil, de 15.

En abril de 1961, durante la invasión de la Brigada 2506 por Playa Girón, como consecuencia del ametrallamiento de los mercenarios también perecieron una niña nombrada Dulce María Martín, de 14 años y un niño llamado Berto Córdoba Morales, de 6. Los menores Miguel J. Garay, Olivia González Claro, Miriam, Jorge y Roberto González, recibieron heridas de gravedad. Más tarde, durante esa misma década, el terrorismo cobró nuevas víctimas entre la población infantil. Otros resultaron heridos.

Al mes siguiente, el 28 de mayo, en el cine Riesgo, de Pinar del Río, en horas del mediodía, cuando se desarrollaba la matinée infantil, un grupo de elementos contrarrevolucionarios desencadenaron un incendio utilizando "fósforo vivo". El hecho provocó la desesperación de los presentes en la sala y su inmediata estampida. Como consecuencia de este sabotaje, 26 niños, la mayoría en edad escolar, y 14 adultos, sufrieron múltiples heridas.

El 24 de enero de 1963, en la finca La Candelaria, barrio Galeón, del municipio de Bolondrón, en Matanzas, fueron asesinados por una banda de alzados los niños Fermín y Yolanda Rodríguez Díaz, de 13 y 11 años y quedaron heridos graves la madre y sus hermanas Felicia, de 16 y Josefa, de 7. Al año siguiente los alzados continuaron cometiendo crímenes, hasta que fueron derrotados dos años más tarde.

En horas de la madrugada del 5 de septiembre de 1963, Fabric Aguilar Noriega, un hombre joven, de 27 años de edad, lleno de salud, que trabajaba como maestro en una unidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, perdió la vida mientras dormía apaciblemente en su lecho, en un edificio de la ciudad de Santa Clara, cuando una bomba de fabricación norteamericana, lanzada por un avión procedente de la Florida, destruyó una parte del techo y las paredes de su vivienda, e impactó directamente sobre su cuerpo. En esa agresión terrorista también resultaron gravemente heridos tres de sus hijos: Francisco de 5 años de edad, Sofía de 3 y Abraham de 2. Alfonsito, el más pequeño, de varios meses de nacido, escapó ileso por pura casualidad, porque a esa hora Aida Elena León, la madre, se encontraba en la sala de la casa, sentada en un sillón, tratando de dormirlo.

El 12 de octubre de 1971 fue atacado el poblado de Boca de Samá, en las costas de Banes, al norte de Holguín. Se reportaron dos muertos y cuatro heridos. Entre éstos resultaron graves las niñas Ángela y Nancy Pavón Pavón, de 13 y 15 años. A esta última hubo que amputarle el pie derecho. Los agresores se retiraron en una lancha rápida. Inmediatamente una organización terrorista basificada en la Florida se adjudicó este hecho.

Las agresiones continuaron. En la aeronave civil de Cubana de Aviación, saboteada en Barbados, el 6 de octubre de 1976, donde murieron 73 personas, como parte de nuestro equipo juvenil de esgrima viajaba Virgen María Felizola García, de 17, la más joven del grupo. También se encontraban en la nave una niña guyanesa llamada Sabrina Harry Paul, de 9 años, y seis estudiantes de medicina guyaneses, todos entre 18 y 19 años. No podemos olvidar, que en el vientre de la atleta cubana Nancy Uranga Romagosa se gestaba una nueva vida.

En 1981, la epidemia de dengue hemorrágico, introducido en nuestro país por grupos terroristas procedentes de la Florida, afectó a 344 203 cubanos y causó la muerte a 158 personas, incluyendo 101 niños desde un mes de nacidos hasta 16 años. En esa misma etapa en la provincia de Guantánamo, donde se encuentra enclavada en contra de la voluntad de nuestro pueblo la Base Naval norteamericana, se produjo la muerte de otros 18 niños a causa de un brote de disentería, una epidemia producida por una bacteria, la Shiguella, no reportada anteriormente en el país. Después se conoció, que el personal de ese enclave militar yanqui había sido vacunado en septiembre, poco antes de estos hechos.

En 1999 la Demanda del Pueblo de Cuba al Gobierno de Estados Unidos por Daños Humanos señaló que hasta esa fecha se reportaban 3478 fallecidos y 2099 incapacitados. En esa cifra se incluyen más de 120 menores de edad muertos y 70 heridos en actos terroristas, unas veces a manos de grupos armados y ametrallamientos aéreos, otras mediante sabotajes contra escuelas, teatros y diferentes objetivos económicos y sociales y hasta por la introducción de virus con enfermedades contagiosas. Las secuelas dejadas en las viudas, los huérfanos y demás familiares de estas víctimas son incalculables.

En esta historia de agresiones el arma principal utilizada por el gobierno de Estados Unidos ha sido el bloqueo económico, comercial y financiero, cuyos tenebrosos efectos han alcanzado a los niños y los adolescentes cubanos, fundamentalmente a los que padecen de limitaciones físico-motoras, algún tipo de cáncer, o enfermedades cardíacas.

Estados Unidos no reconoce que mantiene un cerco económico, comercial y financiero contra Cuba, porque el bloqueo es una medida de guerra, y se empeñan en denominarlo embargo, que es una disposición transitoria, de carácter judicial, limitada y que se utiliza para asegurar el pago de una deuda. El bloqueo es mucho más.

Las leyes norteamericanas han impuesto numerosos obstáculos para que las autoridades cubanas no puedan adquirir medios de diagnóstico, didácticos y de computación fabricados en Estados Unidos, lo que continúa afectando sensiblemente al sistema educacional, principalmente a las escuelas vocacionales y los centros especiales de educación para niños y adolescentes discapacitados. Estas prohibiciones se extienden a las piezas de repuesto y otros equipamientos producidos por subsidiarias establecidas en terceros países. Un informe de Cuba presentado ante las Naciones Unidas señala, que durante el año 2007 había sido afectado el funcionamiento de 16 escuelas especiales para niños sordos e hipoacúsicos y varios círculos infantiles requeridos de equipamiento especial para el desarrollo de la percepción auditiva.

En el año 2008 la inflexibilidad del gobierno de George W. Bush impidió que Cuba pudiera adquirir en el mercado norteamericano gabinetes auditivos y visualizadores de lenguaje para la labor correctiva con los niños que lo necesitan. Provocó también que 2 230 pequeños con limitaciones físico-motoras, necesitados de la atención ambulatoria en centros especializados cubanos, no contaran con los medios de computación adecuados en el momento requerido. Su adquisición en Estados Unidos hubiera permitido ahorro de tiempo y divisas por concepto de transportación. Ese mismo año, a través de la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización, Cuba no pudo comprar tres millones de jeringuillas desechables por un valor de 256 mil dólares para la vacunación infantil.

El 6 de noviembre del 2009, durante la última jornada del III Encuentro Internacional sobre Protección jurídica de los derechos del menor, celebrado en el Palacio de Convenciones, en La Habana, el abogado Roberto González Sehwerert denunció ante profesionales de veinte países, el quebrantamiento del Derecho Internacional en el caso de nuestros Cinco Héroes prisioneros injustamente en cárceles norteamericanas hace más de 11 años, al limitar las visitas de sus hijos y demás familiares, y al utilizarlos para tratar de quebrar su voluntad y conducirlos a una negociación contraria a sus ideales patrióticos.

Durante los años 2010 y 2011 los efectos del bloqueo han continuado afectando cada día más a los niños y los adolescentes cubanos, sobre todo en materia de medicamentos especializados, instrumental quirúrgico, alimentos básicos, e implementos escolares.

Detrás de todos estos hechos siempre han estado presentes los intereses del imperio, la extrema derecha cubano-norteamericana y el servilismo de sus mercenarios internos. Pero frente a sus planes siempre ha estado firme nuestro pueblo, unido y dispuesto a continuar luchando en defensa de las conquistas del Socialismo, para preservar una vida con calidad y salud para todo nuestro pueblo, pero en particular para los niños y los adolescentes, que constituyen el futuro de la Patria.