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Revoltijo en el mediterráneo

Las balas trazadoras sobre el cielo de Trípoli.

Las balas trazadoras sobre el cielo de Trípoli.

De sinrazones está abarrotada esta época. Se parten las costuras del planeta y quienes deberían zurcirlas ignoran los avisos. La ambición ha roto varios sacos y destrozará otros tantos. La fuerza, el abuso, la irresponsabilidad, la intolerancia, rigen caminos que no llevan a ningún sitio donde valga la pena habitar.

En Libia, el nuevo frente de batalla donde casi todos los pecados se despilfarran con plena impudicia, pudieran quedar atrapados quienes por ligereza o exceso de soberbia,  no se inspiraron en el Pensador de Rodin, ni siquiera para tomarse una ocasional foto. Entrenar el cerebro, sus zonas de sensatez, no es ejercicio fácil para algunos con mucho poder y poco caletre. No hay que extrañarse. Hoy es lamentablemente frecuente.

Buscando razones para lo absurdo hay que preguntarse ¿Quiénes son los "rebeldes" que tanto apoyo occidental han suscitado? Desbrozando la maleza tras la cual han estado ocultos (y donde se mantienen "por razones de seguridad") los informadores concluyen -una vez agotados los adjetivos ad hoc- que son "intelectuales y hombres de negocio".

Los enviados especiales de diferentes publicaciones, incluso los más domesticadas o retrógradas, no pueden abstenerse ya de dar algunas precisiones, so riesgo de quedarse sin tema ni propina. Entresacando lo dicho por esos corresponsales hay elementos ilustrativos de un incongruente y desquiciado acontecer.

"Intento dar algunas órdenes, pero aquí cada uno hace lo que le da la gana, no hay un mando superior que puede coordinar nada", se lamentó,  Jamal Zwaye, un ex militar de las fuerzas armadas libias que decidió pasarse a las filas opositoras tras el 17 de febrero y quien "tiene la imposible tarea de organizar el contraataque", cuenta ABC, España.

"Los sublevados libios contra Muamar el Gadafi demuestran en el campo de batalla una incompetencia supina, pero sus dirigentes políticos tampoco andan a la zaga. Ya sea por inexperiencia o por luchas intestinas, el Consejo Nacional -el Gobierno de facto radicado en Bengasi- ofreció ayer (miércoles 23)  una imagen lamentable. Después del mediodía se anunciaba la formación de un nuevo Ejecutivo, y que Mahmud Yabril (recibido y honrado por Zarkozi en Paris el día 10) sería el primer ministro, el nuevo rostro que representaría a los rebeldes ante el mundo. Por la tarde comparecía el vicepresidente del Consejo, Abdelhafiz Ghoga, y anunciaba que todo se trataba de un malentendido".  (J. M. MUÑOZ , desde Bengasi para El País)

Las contradicciones internas pueden ser tan largas como la codicia y  existen también entre los aliados. Con toda y la imponente ayuda militar extranjera que recibe esos libios, no mayoritarios y ni siquiera cohesionados, ya anunciaron que quieren firmar contratos con varios países para exportar petróleo. ¡Ah, caramba!  Tremendo gesto patriótico ¿eh?. Que la zona  del país elegida para atrincherarse y pedir bombardeos ajenos sobre sus coterráneos,  sea la más rica en hidrocarburos, es de esas casualidades poco fortuitas.

Los aviones galos, británicos o estadounidenses lanzan bombas sobre Trípoli y donde les viene en ganas, -¡dicen que sin provocar víctimas!- pero la zona de exclusión aérea que se factura con tanto frenesí  se supone cubra de sur a este de la ciudad y el puerto de Bengasi. Se trata de un área de 1 000 km,  donde se concentra el potencial petrolero libio. Según The Times,  en Paris no hubo solo estrechón de manos y reconocimiento de los insubordinados como representantes  de Libia, sino la constitución, además, de la "Compañía Petrolera Libia", entidad que sustituye- para los conjurados-  a la actual NOC, organismo oficial que debe supervisar  la producción y venta de los hidrocarburos desde que fueran nacionalizados en el 69.

Otra pregunta: ¿Acaso la Resolución del Consejo de Seguridad, faculta para sustituir el Banco Central de Libia y crear el "Banco Central de Bengasi", a cargo del difuso y discordante grupo rebelde? Si han sido incapaces de solucionar dignamente los problemas que solo a sus iguales correspondería encarar, no parecen muy preparados para disponer de los bienes congelados, que, por cierto, deben ser inamovibles, no usados ni por sus depositarios ni por nadie hasta tanto no acabe de dilucidarse lo que sigue muy escabroso.

Según el diario londinense The Guardian,  "Mientras más dure la campaña de bombardeo más rápido habrá que responder a la pregunta esencial: ¿a dónde conduce todo esto? (...) ¿Deben los aviones de combate de la coalición hacerse cargo de la lucha de los rebeldes si es que estos no tienen los medios militares para recuperar sus ciudades? La respuesta es, claramente, no. Miembros del Consejo de los rebeldes temen que reducir la acción militar evite su éxito y han pedido, por ello, más ataques aéreos para desactivar el Ejército de Gadafi. Esto se corresponde con la lógica de una intervención, pero sobrepasa lo establecido por la resolución de la ONU. La situación se complica."

Claro que se enmaraña. Para el general español Luis Alejandre,  las guerras, sobre todo las de este tipo, no pueden ser limpias, entre otras razones porque resulta "muy difícil saber donde está la línea de demarcación entre civiles y militares. ¿Los levantados son civiles militarizados, o militares civilizados? Es muy difícil en un conflicto interno que haya una frontera clara". Es hora de entablar negociaciones con Gadafi, estima, pues de otro modo será imposible qun buen curso para el conflicto.

Otro criterio, en este caso del ex jefe de Estado Mayor de la Defensa de Francia Jacques Lanxade, también se enfila hacia los opositores al régimen libio, considerando que carecen de capacidad para salir airosos de la contienda  incluso si se le redobla la ayuda material que reciben. Que tengan éxito "es el escenario que todo el mundo desea, pero es también el más improbable".

El alto mando británico aseguró a la prensa que todo el sistema de defensa antiaéreo de Libia fue aniquilado. Gracias a la impunidad emanante, el miércoles los aviones aliados emprendieron nuevos ataques, se supone que destinados a evitar que el ejército regular siga avanzando, pero no pudieron evitar que voluntarios y fuerzas leales a Gadafi tomaran el control del puerto de Misrata, uno de los enclaves disputados en el este de Libia, país cuyo emplazamiento geográfico de cara al Mar Rojo y al Mediterráneo, la hace de interés estratégico, aparte de sus riquezas naturales.

Valther Hansen, investigador del Instituto Noruego de Asuntos Internacionales  ha dicho que hay temor a que, tras la intervención militar occidental, Libia caiga en disturbios y caos a largo plazo. "(...) ese es uno de los muchos dilemas preocupantes", pues "no hay un aparato organizado que reemplace al actual régimen, ni tradición democrática, partidos políticos u organizaciones para una sociedad cívica sólida. La oposición parece concordar sólo en una cosa, lograr que Gadafi abandone el poder".

"La campaña militar que está librando la coalición formada para proteger a los civiles libios no tiene una estrategia. Esto amenaza con llevar a la alianza a un posible resquebrajamiento y a situaciones militares sin salida", alerta  por su parte Shashank Joshi, analista del centro de estudios militares británico Royal United Services Institute, añadiendo que no hubo consenso para iniciar la agresión ni hay tampoco para continuar una intrusión militar, pese a los intereses imperantes.

"El conflicto puede desembocar en un callejón sin salida", dijo ante los micrófonos de de la cadena CBS el jefe de Estado Mayor Interarmas norteamericano, Mike Mullen. Frase tan ambigua como significativa si se considera que a renglón seguido expuso que una contienda larga, sin un cambio de régimen definido y  enfrentamientos que acarrean víctimas civiles, inducirá al envió de tropas terrestres para  "evitar un mayor número de muertos". ¿Preparando la opinión pública para tan impertinente e ilícito suceso?

En esta historia faltan capítulos. Si se escriben bien y aún con su arbitrariedad y el interesado aventurerismo del cual no carece el evento, quizás salven parte de la ropa embarrada, pero dividiendo Libia y con un a continuación muy incierto. Si la letra es tan torcida como ahora, puede suscitarse lo mismo una avalancha migratoria hacia el sur de Europa que un incremento insoportable en los precios del crudo, cuando la crisis económica global perturba y sigue amenazando.

En el acimut  imperial siempre estuvo la frustración de los procesos populares en países cercanos, una meta  capaz de acarrear tendencias extremistas, entre unos cuantos indeseables infortunios de la peor marca.