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Washington pretende caotizar Libia como lo hizo con Iraq

La actual administración norteamericana del presidente Barack Obama aplica a Libia la misma fórmula que empleó su antecesor George W. Bush contra Irak: Caotizar el país maghrebi para controlar sus vastos recursos petroleros.

El mandatario de Estados Unidos e irónicamente Premio Nobel de la Paz promueve y alienta el desorden y la guerra civil en Libia para luego Washington, con el apoyo de sus aliados europeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), invadirla militarmente y apoderarse de sus importantes recursos energéticos.

El propio Obama dejó bien claro ese propósito, cuando este viernes reiteró nuevamente ante la prensa la determinación de la Casa Blanca de adoptar las medidas que sean necesarias para ahogar al gobernante libio Muammar al-Gaddafi, y conseguir despojarlo del poder.

Sin escrúpulo alguno y con la misma conducta injerencista de su predecesor W. Bush, Obama reiteró el objetivo de Estados Unidos de lograr destronar a al-Gaddafi, y para ello -dijo- su administración ejercerá todas las presiones internacionales que sean necesarias.

La historia de Irak se repite. Primero es vital ablandar Libia con un conflicto civil, al mismo tiempo de conminar a la comunidad internacional a que condene a las autoridades de Trípoli, y luego lanzar el zarpazo castrense de las tropas norteamericanas con sus socias de la OTAN.

No hay diferencia alguna entre la estrategia y la táctica de W. Bush contra Irak y las de su sucesor en la Casa Blanca con respecto a Libia, a pesar de ser el primero republicano y el segundo demócrata, uno blanco y el otro negro, y uno guerrerista por excelencia y el otro pacifista en apariencia.

El objetivo de ambos mandatarios norteamericanos ha sido idéntico, desestabilizar al precio que sea necesario regiones petroleras como el Medio Oriente y el Maghreb, y a supuestos países adversarios, para controlar así los recursos energéticos allí existentes, e imponer así su dominio mundial ante el empuje en los últimos años de potencias emergentes.

Como reza un refrán popular, "a rio revuelto ganancia para pescador".

Los ciudadanos libios corren hoy el peligro de no conocer nunca más la paz y la estabilidad, como le ha está sucediendo a los iraquíes, tras ser víctimas de la sangrienta invasión norteamericana y de sus aliados de la OTAN.

Washington, por su parte, parece decidido a implicarse en otro conflicto castrense semejante a los de Irak y Afganistán, ambos aún en callejones sin salidas, y que han costado a Estados Unidos y a los europeos miles de muertos y multimillonarias sumas de dinero.