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Libia y el tiempo roto

Insurrección e intervención militar en Libia

Insurrección e intervención militar en Libia

Vamos a suponer, solo a suponer, que el general James Clapper, director de la Inteligencia Nacional de Estados Unidos, tenga razón cuando advierte que Muamar El Gadafi ganará  la contienda abierta en Libia. Más de uno se las vería duritas para adoptar una postura airosa si ocurre.

Nicolas Sarkozy sería uno a quedar muy, pero muy mal. Del apoyo al jefe de estado libio, pasó a otorgarle legitimidad a sus oponentes,  sin ninguna transición de por medio. ¿Argumento para hacerlo? Dijo que para evitar un vacío de poder, "como en Somalia". Bueno, de aceptar semejante tesis ¿serviría para Irak, durante 6 meses sin gobierno o en Bélgica, donde hace más de medio año tampoco hay y durante los últimos dos años  se sucedieron gabinetes efímeros? Dicen que las comparaciones son cojas y esta también entra en ese saco, pero vale como referencia de que si se quieren forzar los escenarios, cualquier extremo tiene validez cuando son usadas formas de medir dispares.

El presidente  francés abandera  la ejecución de "bombardeos selectivos". Según afirma, David Cameron le apoya. No sería demasiado raro. La Pérfida Albión ha acompañado empresas tanto y hasta más discutibles que esa. Parejo a la controvertida propuesta, no es muy asimilable que Sarkozy advirtiera, como añadido, que mantiene una posición "muy reservada" en cuanto a una intervención militar de la OTAN "porque las revoluciones árabes pertenecen a los árabes". Eso es muy justo y cuerdo, pero contradice lo que a nombre de Francia hizo o procura.

En el escenario de las habituales discordias europeas aparece Ángela Merkel llamado a la unidad que hace mucho gestionan sin éxito en el Viejo Continente.

La propia Alemania introdujo elementos de sensatez al formular que una zona de exclusión aérea pudiera arrastrar a quienes la implanten a una "guerra en el norte de África". Fue lo dicho por el jefe de la diplomacia germana Guido Westerwelle. La postura es realista pero no debe suscitar equívocos, pues la Merkel aseveró que Gadafi no es un interlocutor para la Unión Europea. ¿Se inclina a dialogar entonces con los insubordinados que estaban reculando desde las posiciones conquistadas y, quizás, se propone Berlín seguir los caminos de París dándole legitimidad al Consejo libio?

Entre varios analistas la lógica de estos tejemanejes está en que si no toda, parte de la oposición Libia obedece a intereses externos o es fabricada. Tal como hasta hace poco les sirvió Gadafi luego de él pudieran utilizar a equis. Lo hicieron ya en unos cuantos sitios.

Desde otro ángulo, la ambivalencia estadounidense no engaña, pero es de notar. Fueron los primeros en sugerir el boicot aéreo, pero casi de inmediato el jefe del Pentágono, Robert Gates dijo que establecerlo implicaba bombardeos previos y, a posteriori, otros arriesgados lances. ¿Conocería ya los avisos hechos por los servicios de inteligencia recién divulgados? Es probable, pero no es imposible que sus conclusiones partan del lastre que cargan por los tremendos empeños militares que hoy desempeñan y no de modo satisfactorio, por cierto.

Como fuere, Hilary Clinton amaneció el viernes 11 anunciando una ruptura de relaciones...con la embajada Libia. Ello implica  el cierre  temporal de esa sede en territorio de EE. UU., pero no es una suspensión de relaciones diplomáticas.  La secretaria de estado expuso: "No aceptaremos a enviados del régimen de Gadafi representándole en Washington". ¿Otra enfilada a arriesgados reconocimientos? Poco o regular, es otro escalón contra Trípoli, sumado a las sanciones económicas y al movimiento de recursos y efectivos hacia aguas cercanas a ese país o hasta usando a otros (Arabia Saudita) para ayudarles mientras se alcanzan definiciones.

Cuando el jefe de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, explicaba en rueda de prensa el otro día, los fundamentos sobre las cuales pudieran basar una intervención en Libia, citó: la necesidad de que fuera imprescindible, es decir, una situación tan anormal que lo justificase. En segundo término debe exitir mandato, autorización internacional, y tercero, que la región, los países colindantes, apoyen ese acto exterior.

En todo eso trabajan europeos y norteamericanos con furor digno de mejores destinos. Me digo, por ejemplo, que si tanto empeño, alarma y etc., etc. se hubiera empleado con respecto a Israel, los sionistas no habrían invadido varias veces a Líbano ni masacrado a los palestinos.  El genocidio de Ruanda no existiría como imborrable mancha en la historia de la humanidad y de las organizaciones internacionales y estados que debieron evitarla. Mubarak, entre unos cuántos,  no habría caído en los extremos sabidos.

Lo mismo ocurre con un grupo importante de acontecimientos y es imposible no pensar en los civiles que se continúan matando en Afganistán y Pakistán.

Como decía al inicio, vamos a suponer, solo a suponer, que prevalecerán la cordura y la rectitud, aún cuando sea poca la que hay en este roto tiempo.