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Strike 3: El Hombre Equipo

Bert Campaneris.

Bert Campaneris.

Démosle hoy su turno al bate a un inmortal poco reconocido. Pongamos en la vidriera de Strike 3 a un torpedero "de los viejos tiempos", a un hombre que se mantuvo en la Gran Carpa desde 1964 hasta 1983, ganó tres coronas absolutas y todavía hoy figura entre los mejores robadores de bases de todas las épocas.
Se llamaba Dagoberto Campanería Blanco, pero en tierras del Norte lo rebautizaron como Bert Campaneris. Nació en el Pueblo Nuevo matancero en marzo de 1942, y lo precario de su talla (5 pies 10 pulgadas) y peso corporal (160 libras), no impidieron que se abriera camino hasta la gloria.

Aunque se inició en los Atléticos de Kansas City, su historia grande la escribió cuando dicha franquicia pasó a Oakland, con cuyos colores alcanzó tres trofeos sucesivos (1972 a 74). Después militó en los Vigilantes de Texas (1977-1979), los Angelinos de California (1979-1981), y cerró su brillante carrera con los Yankees de Nueva York en la campaña de 1983.

A lo largo de 19 temporadas, Campy -que así le decían al yumurino- promedió .259, pegó 79 bambinazos, 2249 hits, 313 dobles y 86 tribeyes, impulsó 646 anotaciones y, léalo bien, estafó 649 almohadillas, marca que ahora mismo es la número 14 más alta de las Ligas Mayores.

Seis veces participante en el Juego de Estrellas (1968, 72, 73, 74, 75 y 77) y merecedor del premio Babe Ruth en 1973, Campaneris firmó memorables anécdotas en los diamantes. Digamos, el día de su debut conectó dos cuadrangulares -solo cuatro peloteros lo han hecho en la historia-, el primero de ellos sobre el primer envío que le realizaban en el béisbol estadounidense.

Sin embargo, lo más increíble que hizo ocurrió el dos de septiembre de 1965, cuando protagonizó la gesta inédita de jugar las nueve posiciones en un mismo desafío. (Después lo han conseguido otros tres hombres, pero fue Campaneris quien puso los cimientos).

Entonces tenía 23 años y jugaba para el Kansas City. El equipo recibía a los Angelinos, y el manager Charley Finley quiso avivar el espectáculo poniendo al cubano en una demarcación por inning.

Así fue. Campy comenzó en su territorio natural del campo corto, y progresivamente transitó por segunda, la antesala, los tres jardines, la inicial, el montículo y la receptoría, en la cual frustró el intento de robo de home de Ed Kirkpatrick.

Pero lo mejor de todo no lo he dicho: durante su paso por el box, el criollo lanzó ¡a las dos manos! Sí, porque el zurdo Albie Pearson vio cómo, en el afán de dominarlo, Campaneris se transformó en pitcher siniestro, luego de haber sido derecho con los dos bateadores anteriores.

Perece inverosímil, pero juro que es cierto. Al menos eso reza en las memorias beisboleras.