Yunieski Gourriel
Montemos en la máquina del tiempo. El viaje será corto: vayamos hasta anoche, en el Nelson Fernández de San José de las Lajas. Detengámonos en el séptimo inning, y estaremos en presencia de un concierto de desaguisados.
Cubre La Habana. El catcher le devuelve la pelota al lanzador, y la Mizuno escapa de su guante. El corredor que anclaba en la intermedia avanza hasta tercera. Después, rolling al torpedero, que aguanta al hombre en la antesala, tira a primera y el inicialista Zulueta mofa la pelota.
Ahí no para la cosa. A seguidas, el corredor de tercera se suicida con un roletazo al guante de Zulueta. Y más tarde, un rodado para double play burla al camarero.
Parte baja del mismo capítulo. Sancti Spíritus al campo. Fly corto, cortísimo, recontracorto, que Yuliesni Gourriel fildea detrás de la intermedia. Y hay un hombre en tercera por La Habana, y -¡qué imaginación!- ese hombre sale en pisa y corre rumbo al home. Allí lo espera el catcher, seguramente incrédulo.
¿Será que no era un juego de pelota? ¿Se habrán puesto de acuerdo ambos equipos para escenificar una comedia? Yo solo sé que no sé nada...
Tal sucesión de errores de toda índole no puede permitírsela un béisbol como el nuestro, respetado en cada confín del universo por su espléndida historia. Y mucho menos puede presentarse en un partido entre dos de los elencos más fuertes del país.
Fue una entrada fatídica. Horrorosa. Y después alguien dijo que estábamos ante "un bonito juego de pelota"...