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Strike 3: Alinear no es "coser y cantar"

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De antaño se dice -y con razón- que en el béisbol se gana bateando. Obviamente, para que la ofensiva se desate, lo primero es disponer de hombres capaces con el madero en ristre. Pero hay un factor clave si se quiere sacar lascas al quehacer atacante del equipo: ese factor se llama alineación.

Pareciera que a veces los managers no le conceden la importancia que amerita, porque ciertos line ups -tanto en Cuba como allende los mares- dan la impresión de haber sido hechos al azar. Como si se tratara de aquellos "cadáveres exquisitos" con que el surrealismo deslumbró en los lejanos años veinte.

En verdad, el orden al bate requiere de una elaboración científica que, a la postre, debe redundar decisivamente en el rendimiento colectivo. Y no es que haya que asumir de manera dogmática las premisas que definen cada uno de los turnos del line up, pero más vale acatarlas, aunque sea con ciertas dosis de flexibilidad.

Digamos, el primer bate es un jugador de buen contacto, con elevadas cuotas de disciplina en el home plate -léase mucha calma-, rápido de piernas, apto para tocar la bola y lanzarse con efectividad al robo, y habitualmente de estatura baja, a fin de reducir al máximo la zona de strike al adversario.

A las características previas, el segundo bate añade la habilidad para dirigir la pelota hacia el jardín derecho y adelantar al compañero de primera a tercera con una simple conexión de hit.

Entonces llega la medular de la ofensiva: el tercero y el cuarto, peloteros de fuerza y con nervios de acero para cumplir sus responsabilidades impulsoras. Un tercero de lujo combina altos averages con velocidad y slugging; un cuarto "palo" es sinónimo de poderío y concentración.

Tampoco han de faltarle muñecas vigorosas al quinto en la tanda, cuyo equilibrio sicológico será vital cada vez que la dirección oponente determine otorgarle boleto intencional al jugador que lo antecede.

Generalmente, al sexto en la alineación se le dice "el segundo primer bate", pues posee virtudes similares a aquel. Sin embargo, debe estar listo siempre para empujar carreras, toda vez que sucede a peloteros con un alto por ciento de embasado.

De ahí en adelante, el line up suele -o debe- ordenar a otros tres jugadores según la conveniencia o las disponibilidades del equipo. Un buen séptimo bate goza de tacto y ejecuta con frecuencia y acierto la jugada de corrido y bateo; el octavo tiende a ser el más débil del grupo; y el noveno corre bien las almohadillas y trata de llegar a la inicial por cualquier vía, dejando la escena preparada para el regreso de la "tanda alta".

La confección del line up es una de las semillas del éxito. Una alineación disfuncional estropea posibilidades ofensivas, mata rallies, convierte en ecuaciones insolubles lo que en otro momento habría sido aritmética básica.

Lo convoco: examine con ojos alertas los line ups de los planteles de esta Serie Nacional, y dígame si no hay algunos que parecen, si no irracionales, fortuitos.