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Iberoamérica en la hora de las realidades

Acaba de concluir en la ciudad argentina de Mar del Plata la vigésima edición de las cumbres iberoamericanas, precisamente en el mismo escenario en el que se dio el tiro de gracia al proyecto neocolonial yanqui del ALCA. Ningún momento más crucial para asumir que Iberoamérica no puede ser el futuro de Latinoamérica.

Los hechos, esos tozudos hechos de los que un día habló Lenin, nos indican que esta región ha madurado lo suficiente como para seguir sola su camino hacia el futuro.

Mientras los representantes de la vieja Europa llegaron al cónclave en medio de múltiples dificultades económicas y la contracción de un Estado que se dejó ganar por el mercado  y que lo  incapacita para  intentar siquiera tibias medidas de justicia social a favor de los cada vez  más extendidos sectores preteridos de sus caducas sociedades, Latinoamérica lo hace, no sin dificultades, con proyectos que han demostrado que se puede gobernar a favor de las mayorías.

El mérito de las cumbres iberoamericanas y eso hay que decirlo, radicó en que pudo, en un momento determinado, soltar las amarras del tutelaje estadounidense pero,  el nuevo mapa político latinoamericano y caribeño y las propuestas y aspiraciones de sus estados miembros piden a gritos la consolidación de un nuevo espacio en el que no habrìa lugar para otros que no seamos los latinoamericanos y caribeños quienes a contrapelo del enemigo común estamos forjando y fraguando un nuevo tipo de relacionamiento en el que no cabe el ordeno y mando de las antiguas metrópolis sino el diálogo, la cooperación entre iguales y la complementariedad que salve las diferencias de nuestras economías.

No es casual, entonces, que fuera la Educación el tema central de esta cita argentina. Sólo la educación nos hará libres. No con limosnas se construye el futuro de nuestros pueblos, sino con el conocimiento de la ciencia y de la técnica. De eso se trata. No es privatizando la educación sino poniéndola al servicio de todos con la misma y esmerada calidad con que hasta ahora se pone al servicio de los hijos de las elites políticas y económicas, herederos del viejo colonialismo.

Razón suficiente para que la presidenta Cristina Fernández haya recordado en sus palabras inaugurales que la preocupación por la educación sería solo "discursiva" si atrás no hay "un modelo de crecimiento y desarrollo social".

Palabras que no constituyen una utopía. En la región se construye ese nuevo modelo político  que con sus particularidades y ritmos propios avanza en la misma dirección y es lo que explica que en la cita de Mar del Plata se haya logrado aprobar sin disenso un ambicioso y plausible  programa de metas educativas que tiene de arcilla la llamada generación del bicentenario para la cual se dedicará un fondo de 100  millones de dólares con el objetivo de elevar la calidad y la equidad de la educación pública y reducir con ello la pobreza y la desigualdad social.

En ese empeño el método cubano Yo sí puedo, aplicado con éxito en varios de los países de la región y fuera de esta, es un invaluable aporte de la Cuba revolucionaria a sus hermanos latinoamericanos y caribeños.

El próximo año se cumplirán dos décadas del inicio de las cumbres iberoamericanas que tuvieron su primera cita en Guadalajara, México. De entonces acá mucho ha cambiado el escenario político latinoamericano y caribeño. Ya no son mayoría los que siguen como lo hacìan entonces el Consenso de Washington y tampoco son minoría los que pugnan por una región que se levante sobre los pilares de la soberanía, la independencia y la equidad.

La recién concluida Cumbre de Mar Plata confirmó ese nuevo escenario. Ejemplos son los que sobran. Una vez más se ratificó el derecho soberano argentina a las islas Malvinas, se exigió el cese del criminal y genocida bloqueo contra Cuba socialista; a pesar de las presiones, el gobierno de Honduras, heredero del régimen de facto que derrocó la institucionalidad en ese país no clasificó para sentarse entre los representantes de las nuevas democracias que hoy se construyen en la región, y, en esa dirección los allì reunidos aprobaron el Acta Democrática que garantizaría colectivamente la vigilancia y el rechazo a quienes pretendan utilizar el golpismo para poner fin a los procesos nacional-liberadores.

La Cumbre, además, ratificó que en julio del 2011 quedará constituída en Caracas la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños para lo cual Venezuela y Chile serán los organizadores. Elementos que hacen la diferencia con lo que hasta hace muy poco se conocìa como el traspatio de Estados Unidos en este hemisferio. La nueva organización, juntará las voluntades de los representantes de UNASUR y del ALBA, por citar sólo algunos y nacerá, no lo dudemos, sin la injerencia del Imperio norteamericano.