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Diluvio en verde

Bancos - DineroUn colosal aguacero de dólares dejará caer Estados Unidos sobre la empantanada economía mundial durante los próximos ocho meses. La Reserva Federal destinará en ese periodo 600 mil millones a comprar bonos del Tesoro. Las máquinas de imprimir billetes se alistan para el fatigante empeño de sacar a la circulación 75 mil millones de dólares cada uno de esos próximos meses.

El diluvio de billetes verdes se sumará a los 1.7 millones de millones ya inyectados en los planes de estímulos directos. “Hay un tsunami de dólares que es difícil de contener”, dijo un experto de la Brookings Institution, un centro de estudios en Washington.

El imperio se ha enrolado en una nueva guerra financiera mundial. Está apostando a salirse sólo de la crisis, cargándole los costos al resto del mundo, o arrastrando a todos a su naufragio. Contrario al pasaje bíblico, esta vez no habrá un Noé para salvar a todas las especies. Bernanke, Geithner y la Casa Blanca sólo saben jugar a la sobrevivencia norteamericana.

La jugada es devaluar el dólar para enfrentar la recesión, favorecer las exportaciones norteamericanas, disminuir las importaciones, incentivar el crédito e intentar generar empleo.

Las consecuencias son el encarecimiento del resto de las divisas, la devaluación de las reservas en dólares de los países acreedores, una previsible avalancha de capital especulativo hacia los mercados emergentes como Brasil, India, Sudáfrica, Rusia, un encarecimiento del petróleo, los alimentos, los minerales y otras materias primas.

El resto de las potencias da gritos de ahogados ante la avalancha de dólares. El Presidente del Banco Central brasileño Guido Mantega ha dicho: “Todo el mundo quiere que la economía estadounidense se recuper, pero de nada sirve que anden lanzando dinero desde un helicóptero sobre la economía porque eso no hará brotar el crecimiento” .Rusia sostuvo que está “especialmente preocupada por los intentos de algunos países de tomar decisiones unilaterales para debilitar sus monedas”.

El ministro alemán de Finanzas declaró días atrás: “Es contradictorio que los estadounidenses acusen a los chinos de manipular el tipo de cambio y luego deprecien artificialmente el tipo de cambio del dólar al impirmir más dinero”. El titular de Finanzas de la zona euro, Jean-Claude Juncker, espetó apesumbrado “las recientes decisiones de la Reserva Federal no parecen responder a la expectativa que habíamos alimentado”. En Beijing, el asesor del banco central de China Xi BIn, en un artículo publicado en el periódico chino Financial News, consideró que la desenfrenada emisión de dólares es el mayor riesgo para la economía global. Japón denunció la “política del dólar barato” por boca de su primer ministro Naoto Kan.

El pesar internacional lo acaba de confrontar el Presidente Obama en la Cumbre de los 20 en Seúl. Pero el batacazo electoral que sufrió hace unos días por la inconformidad popular con el curso de la economía norteamericana le hará prestar oídos sordos a los reclamos de sus pares.

No es la primera vez que Estados Unidos ejerce su hegemonía imperial olvidando el equilibrio financiero internacional. Ya lo hizo en 1971 cuando Nixon decretó unilateralmente el fin de la convertibilidad del dólar en oro y provocó el desorden del sistema mundial establecido en Bretton Woods. También actuó así en la época de Reagan, a principios de los 80, cuando un alza impresionante de las tasas de interés en Estados Unidos condujo precipitadamente a la crisis de la deuda externa que sufrió de manera especial América Latina.

Para Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, “Washington se ha embarcado de nuevo en estos momentos en un comportamiento que corre el riesgo de poner en peligro la estabilidad mundial”.

Múltiples riesgos acechan: una guerra comercial que destroce los mercados, mayores medidas proteccionistas, una desgastante batalla de divisas, quiebras de empresas en países subdesarrollados, mayores cifras de desocupados, hambrientos y pobres.

Lula pronosticó un sombrío panorama desde la capital de Sudcorea: “Si ellos (países ricos) no consumen y quieren apostar sólo en las exportaciones para salir de la crisis, el mundo va a la quiebra (…) todo el mundo quiere ganar más con mas exportaciones, y no es posible apostar sólo con eso (…) Si todo el mundo vende, ¿quién va a comprar?”

Mientras el profesor de política económica y dercho fiscal de la Universidad de Amsterdam Michael R. Krätke ha prevenido: “Nos guste o no: seguimos metidos en la mayor burbuja financiera de todos los tiempos. Y nos explotará en la cara”

¿Cómo se saldrá de este diluvio? ¿Prevalecerá la concertación y el raciocinio o el sálvese quien pueda? ¿Tiene futuro este alocado e irracional sistema?