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Médicos que matan y Gobiernos que toleran

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Por Jorge Gómez Barata

Puede imaginarse un escenario en el cual un Adolf Hitler resucitado telefonea a Benjamín Netanyahu y después de los saludos de rigor, pide disculpas y da por saldada la deuda contraída por el Estado alemán bajo cuya soberanía el Dr. Josef Mengele utilizó miles de prisioneros para realizar experimentos médicos; lo mismo que apenas un año después, entre 1946 y 1948 hizo el médico norteamericano John Cutler en Guatemala inoculando gonorrea y sífilis a 1500 ciudadanos de ese país para probar el efecto de ciertos medicamentos.

La ironía del símil es que, en 1946 mientras en Guatemala se cometía el atroz crimen, en Europa los investigadores norteamericanos, soviéticos y del resto de los países aliados rastrillaban una y otra vez entre los prisioneros nazis en busca de criminales de guerra para llevarlos ante los tribunales y hacerles pagar sus crímenes; Mengele estuvo entre los que se evadió, ocultándose en su natal Baviera, luego en Italia, Argentina, Paraguay y Brasil donde en 1979, treinta y tres años después de haber cometido sus crímenes, como un inofensivo anciano murió sin sufrir, de infarto cardiaco mientras disfrutaba de un baño de mar.

Al comparar el ADN de los restos encontrados en 1985 en el cementerio de la localidad de Ambu, Sao Paulo, bajo una lápida a nombre de Wölfgang Gërhard con el del hijo del criminal, los investigadores norteamericanos establecieron inequívocamente que pertenecían a Joseph Mengele. Eli M. Rosembaum, director de la Oficina de Investigaciones Especiales del Departamento de Justicia del gobierno de los Estados Unidos declaró espantado: "Fuimos sobrepasados por su monstruosidad".

Por una macabra ironía, el gobierno de los Estados Unidos, el país del mundo donde existen más abogados, jueces, fiscales y cortes por metro cuadrado y donde se puede demandar al gobierno si en una calle mojada alguien resbala, reacciona con increíble frivolidad ante un hecho que debiera escandalizarlo y avergonzarlo.

En este caso lo verdaderamente importante no es averiguar la identidad e individualizar a los culpables, sino establecer la responsabilidad que contrajo el Estado norteamericano bajo cuyos auspicios, en este caso, de una de sus agencias oficiales se cometió el crimen que no ha muerto como el doctor que lo cometió ni prescribe con el paso del tiempo.

Se trata este vez de determinar qué corresponde hacer a los  encargados de administrar justicia a nivel internacional cuando un país, por añadidura la mayor superpotencia del planeta, escudándose en acciones de colaboración internacional, engaña a otro gobierno que, actuando de buena fe no se percata del horrible crimen que se comete contra sus ciudadanos.

Esta vez lo que está en juego no es la maldad de un individuo sino la credibilidad y la moralidad de un Estado que ejerce un liderazgo mundial.

Los académicos, científicos y la comunidad médica norteamericana, muchos de cuyos integrantes ahora mismo prestan servicios o realizan investigaciones en diversas partes del mundo, deben ser los primeros interesados en lavar el baldón que ha caído sobre su reputación. Infestar con sífilis y gonorrea a infelices ciudadanos guatemaltecos que creían que iban a ser curados es de una crueldad inaudita.

Naturalmente que no basta con aludir al gobierno norteamericano que, en principio, al más alto nivel, por intermedio de su presidente Barack Obama ha tenido la honradez de reconocer los hechos, sino de observar qué hará Guatemala donde también hay un gobierno cuyo responsabilidad, ayer y hoy es velar por la integridad y seguridad de sus ciudadanos y representarlos; también existen allí abogados, jueces, cortes y fiscales.

Tal vez Guatemala carezca de los recursos científicos y profesionales necesarios para una investigación exhaustiva y puede que ese país no disponga de instrumentos jurídicos apropiados, en cuyo caso puede pedir asistencia a los organismo internacionales para que se involucren; entre otros a la Organización Panamericana de la Salud, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a los colegios y asociaciones médicas nacionales, incluyendo las de Estados Unidos y por último a la Corte Penal Internacional.

No se trata de asumir una actitud vengativa ni promover un ajuste de cuentas a los individuos que participaron en la repugnante operación, algunos de ellos ya fallecidos, sino como ocurrió con los crímenes cometido por los nazis en aquella misma época, sentar un precedente que ponga a la humanidad, incluyendo a los ciudadanos de los Estados Unidos a salvo de semejantes actos de barbarie.

Avergüenza creer que la empobrecida Guatemala tendrá que conformarse con una llamada telefónica que por muchos meritos que tenga no lava la culpa ni repara los daños. Veremos.

Se han publicado 9 comentarios



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  • Luis M. Domínguez Batista dijo:

    Más cerca de eso están los más de tres mil cubanos muertos por la agresión imperial en estos años, en que EE.UU. ha amamantado a tantos terroristas, los ha entrenado y los ha enviado contra Cuba a matar inocentes, o los mismos muertos por la voladura de las torres gemelas en New York, donde no se han dispuesto a llegar hasta el fin con las investigaciones para no descubrir la verdad de los hechos y por la agresión por esa misma razón a Afganistán e Irak.

    Esperemos que Obama llame para dar disculpas, que de ahora en adelante va a dar muchas, porque tendrá que amarrar a los de la CIA y otras agencias tenebrosas que andan por el mundo haciendo pruebas de todo tipo y envenenando y matando a muchos.

    A lo mejor fabrican otro nazi para suplantar a Posada Carrile, o están esperando a que muera para descubrir que era alemán, descendiente de los monarcas de aquel país o de Hitler.

    Nada que a los yankis se les ocurre dar disculpas por teléfonos, mientras que Cuba los ha demandado por decenas de miles de millones a causa del bloqueo y la guerra económica y los tribunales cubanos han sancionado a ese gobierno por esos crímenes que nunca han sido reconocido por EE.UU.

    Es bueno que Obama reconozca y de disculpa, por lo menos alguien y de alguna manera reconoce las atrocidades que ha hecho el gobierno de ese país y con tan sucios argumentos.

    Por lo menos están descubriendo y apenados de tal salvajes métodos terroristas, en los días mismos en que Cuba declara el 6 de octubre como día del terrorismo de estado.

    Si toman bien las razones, cientos, miles de criminales que existen en ese país deberían andar con cubos en la cabeza para no ser reconocidos por nadie. !Valga desverguenza!

  • elmanuel dijo:

    Aquí no son suficientes las disculpas. Ante este enésimo genocidio de los inhumanos yankees hay que rastrear a los afectados y a sus descendientes y exigír indemnizaciones.

  • Gilgadu dijo:

    Washington "cometía" esta malísima, racista, mala-práctica, al tiempo que juzgaba en Nuremberg a los nazis por las suyas... Dentro de EEUU, desde 1932 a 1972, "tampoco" se compadecieron, porque a negros sureños le negaron tratamiento con penicilina para el sífilis, llamado el "Estudio Tuskegee sobre sífilis". Nunca se les dijo lo que realmente tenían. Ya antes, habían contaminado a indígenas con viruela, al otorgarles sábanas y otros artículos contagiados. Las secuelas y estragos en Irak y Afganistán perduran, con todo y verbosidad.

    http://www.cubadebate.cu/noticias/2010/08/23/ninos-de-paises-pobres-utilizados-como-cobayas-para-medicinas-de-los-ricos/

    "Endurecerse sí, pero sin perder la ternura", parafraseando a un pana.

  • H. LO dijo:

    LA MORAL Y LA ETICA PROFESIONAL.
    La brigadas de internacionalistas cubanos de medicos, profesores, ingenieros y contructores que este bloqueado pais hace en America Latina Asia y Africa, mas el aporte de miles debecas para jovenes estudiantes del tercer mundo en la isla. Pone la vara muy alta e inalcansable para el pais mas poderoso del planeta . ESO SI QUE ES PODER. VIVA CUBA Y SU REVOLUCION.

  • vicente dijo:

    No hay en el mundo un hombre mas digno que Fidel Castroporque el

    quiere a su pueblo.

  • vicente dijo:

    Abajo la politica grocera de Estados Unidos

  • F. JUAN ÁGUILA dijo:

    Revisando el artículo de "Amy Goodman", efectivamente, ella plantea que "las revelaciones surgieron a raíz de una investigación llevad acabo por la historiadora médica Susan Reverby, del Wellesley College, acerca de los estudios de Tuskegee sobre sífilis, realizados también en Alabama y Guatemala".
    Según la literatura, el "Experimento Tuskegee" (también conocido como "Estudio Tuskegee sobre sífilis no tratada en varones negros", "Estudio Tuskegee sobre sífilis", "Estudio Pelkola sobre sífilis", "Estudio sobre sífilis de los servicios públicos de salud") fue un estudio clínico llevado a cabo entre 1932 y 1972 en Tuskegee, Alabama (Estados Unidos), por los servicios públicos de salud americanos. Entonces, 399 aparceros negros, en su mayoría analfabetos, fueron estudiados para observar la progresión natural de la sífilis si no era tratada.
    Este experimento generó mucha controversia, y provocó cambios en la protección legal de los pacientes en los estudios clínicos. Los sujetos utilizados en este experimento no dieron su consentimiento informado, no fueron informados de su diagnóstico, y fueron engañados al decirles que tenían "mala sangre" y que podrían recibir tratamiento médico gratuito, transporte gratuito a la clínica, comidas y un seguro de sepelio en caso de fallecimiento si participaban en el estudio.
    En 1932, cuando empezó el estudio, los tratamientos para la sífilis eran tóxicos, peligrosos y de efectividad cuestionable. Parte de la intención del estudio era determinar si los beneficios del tratamiento compensaban su toxicidad, y reconocer las diferentes etapas de la enfermedad para desarrollar tratamientos adecuados a cada una de ellas. Los doctores reclutaron a 399 hombres negros, supuestamente infectados con sífilis, para estudiar el progreso de la enfermedad durante los 40 años siguientes. Un grupo control de 201 hombres sanos fue también estudiado para establecer comparaciones.
    En 1947 la penicilina se había convertido en el tratamiento de elección para la sífilis. Antes de este descubrimiento, la sífilis frecuentemente conducía a una enfermedad crónica, dolorosa y con fallo multiorgánico. En vez de tratar a los sujetos del estudio con penicilina y concluirlo, o establecer un grupo control para estudiar el fármaco, los científicos del experimento Tuskegee ocultaron la información sobre la penicilina para continuar estudiando cómo la enfermedad se diseminaba y acababa provocando la muerte.(ERAN TOMADOS COMO GRUPOS "CONTROL")
    También se advirtió a los sujetos para que evitaran el tratamiento con penicilina, que ya estaba siendo utilizada con otros enfermos del lugar. El estudio continuó hasta 1972.
    La ética preponderante en la época no contemplaba el consentimiento informado como lo conocemos hoy, y los médicos ocultaban de forma rutinaria a los pacientes información sobre su estado de salud.
    Con el desarrollo de una tratamiento simple y efectivo para la sífilis como es la penicilina, y habiendo cambiado el estándar ético, el que el experimento continuase por otros 25 años fue completamente indefendible; y tras saltar a las portadas de los diarios fue clausurado en un solo día. Los pacientes no fueron informados de que participaban en un experimento; las punciones lumbares eran presentadas como "tratamientos" cuando el tratamiento real era ocultado y prevenido; la naturaleza contagiosa de la enfermedad fue también ocultada. Para cuando el experimento acabó, cientos de hombres habían muerto de sífilis y sus esposas e hijos habían resultado contagiados
    Existen evidencias puntuales de que el experimento Tuskegee podría haber predispuesto a la comunidad negra a desconfiar de los cuidados médicos y de la donación de órganos, así como ser causa de la reticencia de muchos negros a someterse a reconocimientos de salud preventivos. Dos grupos de investigadores de la Universidad Johns Hopkins debatieron sobre los efectos que el experimento Tuskegee tuvo en la comunidad negra y en su rechazo a participar en ensayos clínicos.

    El doctor John R. Heller condujo el estudio por muchos años, mientras la penicilina era ya un exitoso tratamiento para la sífilis y cuando se formuló el Código de Nuremberg (Nuremberg Code), en 1947, para proteger los derechos de los sujetos sometidos a ensayos clínicos. El experimento salió a la luz pública en 1972. Entonces Heller defendió resueltamente la ética médica del estudio, afirmando:

    "LA SITUACIÓN DE LOS HOMBRES NO JUSTIFICA EL DEBATE ÉTICO. ELLOS ERAN "SUJETOS", NO PACIENTES, ERAN MATERIAL CLÑÍNICO, NO GENTE ENFERMA.

    Referencias citadas en los párrafos del comentario.
    U.S. Public Health Service Syphilis Study at Tuskegee
    «Final Report of the Tuskegee Syphilis Study Legacy Committee». University of Virginia Health Sciences Library (May 20, 1996). Consultado el 08-05-2007.
    ↑ "Syphilis victims in U.S. study went untreated for 40 years", Associated Press, July 26, 1972
    "Tuskegee Syphilis Study's impact debated", Associated Press, March 16, 2008
    Katz, Ralph V.; Stefanie L. Russell, S. Steven Kegeles, Nancy R. Kressin (November 2006). «The Tuskegee Legacy Project: Willingness of Minorities to Participate in Biomedical Research». J Health Care Poor Underserved (Johns Hopkins University Press) 17 (4): pp. 698–715. doi:10.1353/hpu.2006.0126. PMCID 1780164. PMID 17242525. http://www.pubmedcentral.nih.gov/articlerender.fcgi?artid=1780164.
    Basic HHS Policy for Protection of Human Research Subjects
    Office for Human Research Protections (OHRP)
    Blumenthal, Daniel S.; Diclemente, Ralph J. (2003), Community-Based Health Research: Issues and Methods, Springer Publishing, pp. 50, ISBN 0826120253, http://www.google.co.in/books?id=KN_-9lwSI5oC
    Alexander Cockburn; Jeffrey St. Clair (1998). Whiteout: The CIA, Drugs and the Press. Verso. pp. 67. ISBN 1859841392. http://books.google.co.uk/books?id=s5qIj_h_PtkC&pg=PA67&lpg=PA67&dq=%22some+merely+followed+orders,+others+worked+for+the+glory+of+science+&source=web&ots=zcnx0d0xsd&sig=M-IcQ5KHCBmaEjNgZG1B72FA0aQ&hl=en&sa=X&oi=book_result&resnum=2&ct=result.
    http://www.tuskegee.edu/Global/Story.asp?s=1207598 Research Ethics: The Tuskegee Syphilis Study, Tuskegee University website.
    Parker, Laura (28 de abril de 1997). 'Bad Blood' Still Flows In Tuskegee Study. USA Today. http://www.tuskegee.edu/global/Story.asp?s=1209852.
    James Jones (1981), Bad Blood: The Tuskegee Syphilis Experiment, New York: Free Press
    «'Bad Blood' Still Flows in Tuskegee Study». Consultado el 24-07-2007.
    Doctor of Public Health Student Handbook, University of Kentucky College of Public Health, 2004, pp. 17, http://www.ukcph.org/Portals/0/DoctorofPublicHealth/Dr.P.HStudentHandbook.pdf
    Bill Jenkins dejó el PHS a mitad de los setenta para cursar estudios de doctorado. En 1980 se unió a la sección de venéreas del CDC, donde dirigió el Programa de Beneficios para la Salud de los Participantes (Participants Health Benefits Program) que aseguraba atención médica a los supervivientes del experimento Tuskegee.
    The Tuskegee Syphilis Study, 1932 to 1972: implications for HIV education and AIDS risk education programs in the black community. Am J Public Health. 1991 November; 81(11): 1498–1505.|url=http://www.ajph.org/cgi/reprint/81/11/1498
    "Rev. Wright Delivers Remarks at National Press Club", p.5, Washington Post
    NPR : Remembering the Tuskegee Experiment
    Merril, Ray M. and Timmreck, Thomas C. Introduction to Epidemiology. 2006, page 195
    Alex Chadwick (Host, Day to Day). Alex Chadwick report (RAM) [Radio]. NPR. Consultado el 2008-08-14 de 2008. Escena en 3:37. «"...the Tuskegee story exploded like a bomb, in one day the notorious syphilis experiment was closed down."»

  • Osvaldo dijo:

    En 1931 Cornelius P. Rhoads, médico estadounidense quien trabajó en el Hospital Presbiteriano de San Juan, Puerto Rico, confesó a un amigo, a través de una carta, que había inyectado células cancerosas a varios de sus pacientes puertorriqueños. En aquel momento la justicia decidió no someter cargos criminales al galeno y la investigación fue archivada.

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    Reseña de la Noticia en Enero de 1932 en el Periódico El Florete

    EL PRESUNTO CRIMINAL

    Como hemos dicho se llama CORNELIUS P. RHOADS; "tiene como cuarenta años; es un hombre corpulento; mide unos seis pies de estatura; pesa aproximadamente 180 libras; tiene el pelo negro y es de color blanco rosado; con ojos grandes, verdosos y penetrantes; nariz recta, boca de mediano tamaño, bigote a lo Chaplin, cabello a lo Amadeo, y finalmente es hombre de modales bruscos y de pocas palabras".

    En el Presbiteriano

    El monstruo Dr. Cornelius P. Rhoads, trabajaba en el Hospital Presbiteriano, dedicándose a la investigación de la anemia y del sprue.

    Como trabajaba Rhoads

    El hórrido criminal tomaba muestras de sangre a los pacientes, de las orejas y de las venas del brazo, usando una jeringuilla que no desinfectó ni antes ni después de usarla.

    El amigo a quien confiesa el crimen el monstruo

    Se llama F. W. Stewart y vive en los Estados Unidos.

    La confesión del crimen

    A continuación damos la carta escrita por el patibulario doctor Rhoads a su amigo del Norte, donde confiesa de plano haber matado 8 personas y trasplantado el cáncer a varios más.

    Texto original

    Presbyterian Hospital

    San Juan, P.R.

    Dear Ferdie:

    The more I think about the Larry Smith appointment the more disgusted I get. Have you heard any reason advanced for it? It certainly is odd that a man out with the entire Boston group, fired by Wallach, and as far as I know, absolutely devoid of any scientific reputation should be given the place. There is something wrong somewhere, probably with our point of view.

    The situation is settle in Boston. Parker and Nye are to run the laboratory together and either Kenneth or MacMahon to be assistant; the cheif to stay on. As far as I can see, the chances of my getting a job in the next ten years are absolutely nil. One is certainly not encourage to attempt scientific advances when it is a handicap rather than an aid to advancement. I can get a damn fine job here and am tempted to take it. It would be ideal except for the Porto Ricans. They are beyond doubt the dirtiest, laziest, most degenerate and thievish race of men ever inhabiting this sphere. It makes you sick to inhabit the same island with them. They are even lower than Italians. What the island needs is not public health work but a tidal wave or something to totally exterminate the population. It might then be livable. I have done my best to further the process of extermination by killing off 8 and transplanting cancer into several more. The latter has not resulted in any fatalities so far... . The matter of consideration for the patients welfare plays no role here, in fact all physicians take delight in the abuse and torture of the unfortunate subjects.

    Do let me know if you hear any more news.

    Sincerely,

    Dusty

    Traducción

    Hospital Presbiteriano

    San Juan, Puerto Rico

    Querido Ferdie:

    Mientras más pienso sobre el nombramiento de Larry Smith, más disgustado me pongo. ¿Has oído alguna razón que lo justifique? Es ciertamente raro que a un hombre divorciado por completo del grupo de Boston, dejado cesante por Wallach, y hasta donde yo sepa, absolutamente vacío de una reputación científica pueda dársele el puesto. Hay algo equivocado en alguna parte, probablemente en nuestro punto de vista.

    La situación en Boston ya está determinada. Parker y Nye manejarán el laboratorio juntos y Kenneth o MacMahon será ayudante, el jefe se quedará. Hasta donde puedo ver, las oportunidades para yo conseguir un puesto en los diez años venideros son absolutamente ningunas. Uno ciertamente no se siente estimulado para hacer esfuerzo científico cuando eso es más bien una desventaja que una ayuda para avanzar. Puedo conseguir un maldito buen empleo aquí y estoy tentado a aceptarlo. Sería ideal excepto por los puertorriqueños. Son fuera de dudas los más sucios, más vagos, la más degenerada y ratera raza de hombres que han habitado esta esfera. Uno se enferma al habitar la misma isla con ellos. Son peores que los italianos. Lo que la isla necesita no es obras en salubridad pública sino una marejada o algo que extermine totalmente la población. Entonces podría ser habitable. Yo he hecho lo mejor para adelantar el proceso de exterminio matando a 8 e inyectándole células cancerosas a varios más. Lo último no ha resultado hasta el momento en ninguna fatalidad... . La cuestión del bienestar de los pacientes no es considerada aquí, de hecho todos los médicos se deleitan abusando y torturando a los desafortunados sujetos.

    Hazme saber si escuchas alguna otra noticia.

    Sinceramente,

    Dusty

  • Carlos Rivero Collado dijo:

    Excelente artículo. Felicito a Jorge Gómez Barata por este nuevo aporte a la lucha obligatoria que todos debemos cumplir: la de denunciar la gran violación de los derechos humanos que el Imperio ha perpetrado en el mundo desde su propio nacimiento.
    La atrocidad que el Imperio cometió en Guatemala, bien expuesta en este artículo, es similar, aunque en otro orden, a la que se comete con decenas de millones de personas que en este país --EU-- carecen de seguro médico. Pero hay algo mucho más peligroso que eso: el de las personas que tienen seguro médico y, al llegar a los hospitales, dejan de ser pacientes y se convierten en clientes, o sea en mercancía, y entonces comienzan a realizarle experimentos y operaciones innecesarias les que provocan la muerte. Personas que de no haber tenido seguro médico, estarían vivas aún. Esta es también, como la de Guatamela, una atrocidad médica del Imperio.
    Permítame Gómez Barata que reproduzca un breve comentario que incluí en mi artículo de hoy en Kaosenlared. Es sobre mi hermano Jorge, asesinado por los médicos de origen cubano de Miami hace casi cinco años. Dice así la nota:
    IN MEMORIAM
    Este martes, 5 de octubre, mi hermano Jorge hubiese cumplido 54 años de edad, pero murió, el 6 de enero del 2006, después que los médicos del Hospital Coral Gables, de Miami, le efectuaran operaciones que no necesitaba, para ganar dinero. Mi hermano trabajaba para una dependencia del gobierno de esta ciudad y tenía un buen seguro. Aquéllos que no conocen bien a este país pudieran creer que es una infamia que haya decenas de millones de personas, entre ellas millones de niños, que no tengan seguro médico; pero la trágica experiencia de mi hermano, y de muchas otras personas, demuestra que, en este país, sobre todo en Miami, es mucho más peligroso tener seguro médico que no tenerlo. Una reforma que le dé a toda la población seguro de salud, en un país en que la mayoría de los médicos son comerciantes de la medicina, pudiera aumentar esa matanza.

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Jorge Gómez Barata

Jorge Gómez Barata

Periodista cubano, especializado en temas de política internacional.

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