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Obama y las conversaciones de paz: el beneficio de la duda

En su agenda internacional el presidente Barak Obama ha tenido como una de sus prioridades reiniciar las conversaciones israelo palestinas. Algunos analistas afirman que, más que un objetivo político, ha sido una obsesión personal y califican como de primera victoria la reanudación de las conversaciones directas entre las partes.

Una vez más, un presidente estadounidense, en este caso, Barak Obama, logra que israelitas y palestinos se sienten a negociar la paz. No pretendo cuestionar las buenas o malas intenciones de Obama, le concedo el beneficio de la duda. Sin embargo, aunque sus propósitos fueran los más altruistas y nobles del mundo, como así lo demuestra su intervención en la ONU, el Presidente del país más poderoso del planeta, tal vez logre un acuerdo, pero no será justo, ni garantizará la paz para los palestinos.

Son muchas las razones que pudieran argumentar el por qué no sólo es imposible que se logre la paz, sino una paz justa. Trataremos, a través de la respuesta tentativa a tres interrogantes, de dar una primera aproximación a las mencionadas razones.

¿Cuáles han sido los principales obstáculos para la concreción de los acuerdos firmados hasta el momento y que han imposibilitado la creación del Estado palestino y la concreción de una paz justa?

Los principales obstáculos han sido el garante de la paz, la limitación de los propios acuerdos, la postura israelí, en cuanto a sus condiciones e incumplimiento de lo establecido, y la debilidad de la parte palestina.

En la Conferencia de Madrid (1991) el proyecto negociador y de todo el proceso posterior se pactó sin la participación y supervisión internacional. El marco legal de referencia del conflicto: el conjunto de resoluciones de las Naciones Unidas, no se tuvo en cuenta. Estados Unidos se atribuyó el papel protagónico. Esto determinó la correlación de fuerzas en las conversaciones, extremadamente desiguales. Este “pecado original” determinó la dinámica del proceso de paz.

Debemos recordar que la conferencia de Madrid tuvo lugar ocho meses después de la Guerra del Golfo de 1991, bajo los designios del “nuevo orden mundial”, Estados Unidos inauguraba sus acciones en un mundo donde la correlación de fuerza era unipolar.

Los acuerdos firmados, a pesar de que han favorecido a Israel, pues no se ha incluido el retorno de los refugiados palestinos, el estatuto final de Jerusalén y la eliminación de los asentamientos, entre otros aspectos, han sido violados constantemente por este último, lo que se ha demostrado en la necesidad de convocar nuevos encuentros. Muchos son los ejemplos conocidos en ese ámbito, recordemos dos referidos a la retirada israelí de los territorios ocupados: mediante el acuerdo tomado en el Protocolo para el Redespliegue en Hebrón (enero de 1997) se produjo la retirada israelí de la ciudad de Hebrón (un año más tarde de lo que preveía Oslo II). El Ejército israelí sólo se retiró del 80% de la ciudad. Esto provocó la división de la ciudad en dos. Este Acuerdo sólo supuso el primero de los tres repliegues previstos en Oslo II.

Las conversaciones de Wye Plantation (Memorándum) en octubre de 1998 tenían el objetivo de desbloquear el proceso de implementación del repliegue israelí en Cisjordania previsto en Oslo II; una vez más, Israel jugó la carta de la inseguridad para bloquear el proceso.

La debilidad palestina se evidenció en acuerdos que preferenciaban las demandas israelíes y en la imposibilidad de hacer cumplir a Israel lo acordado.

Tras el reparto de competencias y funciones entre la Autoridad Palestina (AP) e Israel, el Acuerdo de París (mayo de 1994) formuló un modelo económico para el futuro de la autonomía palestina basado fundamentalmente en tres premisas: la vinculación permanente de la economía palestina a la israelí, la dependencia para su desarrollo de la ayuda internacional de los países donantes y la adopción del modelo económico neoliberal bajo la supervisión del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
En lo esencial el Protocolo de París no efectuó ningún cambio en la política de la época de la ocupación directa con el período posterior. La AP ha tratado de enmendarlo e Israel se ha negado.

Obama no ha planteado que cambiará la esencia de lo establecido hasta el momento, sino que continuará la estrategia seguida, aunque ha hecho hincapié en el congelamiento de la construcción de los asentamientos. Como recordaba en su discurso en El Cairo: "Los estrechos vínculos de Estados Unidos con Israel son muy conocidos. Este vínculo es inquebrantable." "Por otro lado, también es innegable que el pueblo palestino —musulmanes y cristianos— también ha sufrido en la lucha por una patria. Durante más de sesenta años, han padecido el dolor del desplazamiento." En estas frases esta la continuidad estratégica: el vínculo con Israel es inquebrantable y el pueblo palestino “también ha sufrido”
Israel es el aliado más importante de Washington en el Medio Oriente y tiene un papel esencial en su estrategia de dominación en el área. Esa alianza, aunque por momentos, puede aparentar resquicios, ha sido un factor determinante en la política de Washington hacia la región que siempre, antes de llegar a cualquier acuerdo con los países del área, invoca garantías máximas para Israel.

Los objetivos estadounidenses no han variado: su seguridad nacional necesita que se respeten y se den garantías máximas a Israel; los grupos de presión pro israelí al interior de Estados Unidos son hacedores de política y los demócratas son más votados por sus integrantes que los republicanos.

¿Cuáles son las condiciones en que las partes llegan a las conversaciones?

Se reafirma la tendencia manifiesta desde los años 90s: la fragilidad de las posiciones palestinas y las fortalezas de Israel.

Israel cuenta con la seguridad del apoyo de EUA; no esta preocupado con una acción en su contra, con independencia de que diga que Irán es un peligro inminente y tiene pleno control de los territorios palestinos -los pocos que aún continúan en manos de estos últimos- y somete a Gaza a un férreo bloqueo.

Mientras, los palestinos, aunque las distintas Resoluciones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas le han otorgado los derechos que le corresponden (han sido letra muerta), y cuentan con la simpatía de países y movimientos progresistas, están atados de manos, pues la correlación de fuerzas a nivel internacional así lo determina. En el plano regional cuenta con aliados, pero en ningún caso, tienen el poder necesario para desarrollar una política contestataria contra la alianza israelí-estadounidense, al tiempo que dentro de los países árabes, EUA tiene importantes aliados. No obstante, el factor que más debilita a los palestinos es la propia división dentro de sus fuerzas.

¿Qué pasaría si Obama logra que se les conceda a los palestinos el Estado tan anhelado?

Si las negociaciones fracasan, la situación de los palestinos se mantendrá como hasta ahora o, tal vez, empeore. Si se llegara a un arreglo total, hecho poco probable, la situación de los palestinos sería mucho peor. Esta afirmación parece un tanto contradictoria, pues todos esperan que se conforme el Estado palestino para solucionar el conflicto, pero esa contradicción es solo aparente.

Si se creara un Estado palestino, para el mundo se resolvió la base del conflicto, pero, ¿qué características tendría este Estado? ¿Se constituiría en los territorios asignados al Estado palestino en la resolución 181 de 1947 de la ONU, o en la totalidad de los territorios ocupados por Israel en 1967? ¿Israel derribaría los muros y el agua desviada en su beneficio se le devolvería a los palestinos? ¿Se eliminaría el control militar israelí y la dependencia económica de los palestinos?

Podemos darle el beneficio de la duda a Obama y hasta aceptar como dijo en el Cairo

"He venido aquí a buscar un nuevo comienzo para Estados Unidos “,"... que no quepa duda alguna: la situación para el pueblo palestino es intolerable. Estados Unidos no les dará la espalda a las aspiraciones legítimas de los palestinos de dignidad, oportunidades y un estado propio." Pero lo que el Presidente no puede es, por una parte, ir en contra de los intereses de las clases y sectores más poderosos de su país y de Israel y, por otra, establecer una nueva estrategia para llegar a un arreglo entre palestinos e israelíes. Todo lo que nos indica los límites de su poder.
Como apuntaba al inicio de este trabajo, le damos el beneficio de la duda al presidente Barak Obama en torno a la solución del problema palestino, pero como hemos tratado de demostrar, el contexto histórico concreto no lo favorece. Por eso termino recordando que “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”.

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Loles Oliván La negociación palestino-israelí: una evaluación crítica
http://www.nodo50.org/csca/palestina