Lamento la demora. Estamos ensayando porque el domingo 30 estaremos haciendo un concierto en mi querido San Juan de Puerto Rico. El oficio requiere de decoro y dedicamos a ensayar todo el tiempo posible. La mayoría de los músicos que me acompañan vienen desde la ciudad de Villa Clara y hay que honrar el trabajo que los ausenta de sus hogares. Veo que les gustaron mis versitos dedicados a Roque. Puede que no sean muy buenos, aunque digan con precisión lo que quise decir. No se debe justificar el menoscabo literario. Tampoco se pueden ignorar esos días en que la calidad del viento hincha sus propias velas. El caso es que seguiré con Roque y su familia.
Después de San Juan, vamos a algunas ciudades de los Estados Unidos. Trataré de ir contando algunas cosas que nos ocurran. Hacía 30 años que no iba por allá. Ojalá tenga tiempo de volver al Museo del Aire y el Espacio de Washington, donde está El Espíritu de San Luis, el avión con que Lindbergh cruzó el Atlántico. Era increíblemente pequeño y de un solo motor. Uno no se imagina cómo una máquina tan precaria pudo atravesar esa vastedad. También se puede ver una reproducción del módulo que posó a los primeros hombres en la Luna. Algunos instrumentos de las hazañas humanas parecen juguetes. ¿Lo serán?
En cuanto pueda, sigo. Me voy a trabajar.