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No hay peor ciego... Elecciones en Cuba

Está terminando un nuevo proceso electoral para renovar las asambleas municipales del Poder Popular y como ha ocurrido en ocasiones anteriores se revolvió otra vez el avispero del mundillo anticubano y ha visto la luz en diferentes medios una serie de artículos y comentarios intentando descalificar la democracia socialista cubana, con los mismos argumentos aburridos y cansones dirigidos no solo contra el sistema político cubano, sino contra el propio pueblo cubano, cuya conducta política no encaja dentro de los esquemas de la democracia representativa que predomina en el sistema capitalista.
Entre esos escribientes alérgicos a la independencia, hay uno que recientemente calificó al pueblo cubano de falto de honradez, de simulación, incluso de "sucio" y de "internamente avergonzado". En consecuencia, al susodicho escribiente de prosa grosera, no le cuadra que en estas elecciones haya ido a votar más del 95% de los electores inscritos y que los votos válidos hayan alcanzado el 87% de las personas con derecho al voto en el país. Lo que evidentemente es incapaz de aceptar es la identificación de las grandes mayorías de la población cubana con el modo en que en Cuba se reproducen los órganos de poder.
Esas mayorías primero nominaron a sus candidatos y luego eligieron a sus representantes, lo hicieron con naturalidad, sanamente, y al hacerlo no estaban aplaudiendo las deficiencias, los errores ni los defectos del sistema económico, social y político cubano, estaban simplemente votando. Pero para ese escribiente los 7 478 760 cubanos que a solas con su conciencia marcaron al candidato de su preferencia el pasado 25 de abril tienen un "comportamiento neurótico", peor aún entonces los que el domingo siguiente masivamente volvieron a las urnas para una segunda vuelta y qué decir de los electores de las tres circunscripciones que irán todavía a una tercera vuelta, ya esos tienen que estar simplemente locos de remate. Sobran los comentarios.
Los argumentos autoritarios, prepotentes y totalitarios de ese escribiente me hacen evocar nuevamente aquella fina ironía de Bertolt Brecht: "Este pueblo no nos conviene disolvámoslo y elijamos otro". Pero, los hechos son tozudos y lo que se manifestó en las urnas el 25 de abril se vio nuevamente en las calles el 1ro de mayo.
Cabe entonces preguntarse ¿por qué los electores cubanos, los mismos que discuten a diario los problemas del país, los mismos que protestan y reaccionan ante las deficiencias, errores y defectos que se ven en la sociedad cubana, los mismos que reflejan en su comportamiento los complejos problemas del país, fueron a votar masivamente y lo hicieron bien y por qué además desfilaron alegremente el día del trabajo? Bueno, el escribiente de marras asegura que es porque a los cubanos los han obligado a aplaudir lo que detestan y a rechazar lo que secretamente admiran. Su inmoderada autosuficiencia no tiene límites, él sabe lo que detestan y admiran millones cubanos.
El escribiente aludido sabe que si algún sistema genera simulación, manipulación, falta de honradez y deslealtad, es precisamente el que él supone que los cubanos de hoy deberían de cambiar por el que tiene actualmente el país. Él sabe que en el sistema de la democracia representativa capitalista, el sistema del multipartidismo y de las campañas electoreras, con las excepciones -que siempre las hay- de personas honestas que marchan a contracorriente y son dignas de admiración, los candidatos son mercancías que hay que vender, el voto del ciudadano muchas veces es comprado aprovechando la pobreza de los electores, otras es obligado por la amenaza de perder el empleo o es cambiado por una cama en un hospital. Se trata del reinado del clientelismo, el marketing político, la manipulación mediática; es una democracia secuestrada por intereses egoístas y espurios. Los que salen así electos sepultan rápidamente sus promesas y se dedican a lo suyo y los ciudadanos, luego de vivir un minuto de elección entre lo que se les pone delante, pueden olvidarse de otra participación hasta que no comiencen las nuevas campañas electorales.
La verdad monda y lironda, la que no puede ver la ceguera que genera el rencor, es que en la sociedad cubana se ha gestado una nueva cultura política. Si en algo no creen los cubanos de hoy, los viejos, los de edad madura, los jóvenes y aun los niños es en la demagogia y la politiquería y si algo saben es que aun en medio de las mayores dificultades, la única oportunidad de salir adelante es mejorando lo que tenemos, hacerlo unidos en nuestra diversidad, defendiendo la independencia y la libertad.