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Nuestro perenne compromiso con Carlos Muñiz

Por Andrés Gómez, director de Areítodigital

Carlos Muñiz Varela y su hijo Carlitos. (Foto: Juventud Rebelde)

Carlos Muñiz Varela y su hijo Carlitos. (Foto: Juventud Rebelde)

Vuelve a conmemorarse otro aniversario del asesinato de nuestro compañero Carlos Muñiz Varela, cubano de nacimiento y boricua por devoción, joven y gallardo -tenía entonces 25 años de edad-- padre de dos pequeños hijos, un varón y una hembra (quienes hoy tienen más edad que él tenía entonces), y miembro del Comité Nacional de la Brigada Antonio Maceo. Esta vez son treinta y uno los años que han transcurrido desde que en aquella tarde de abril de 1979 terroristas de la extrema derecha cubana, o consortes de éstos, asesinaran a Carlos en San Juan de Puerto Rico.

Escandalosamente, jamás sus asesinos han sido encausados por las autoridades, ni las insulares -las de la colonia-, ni las federales -las de los ocupantes. Aunque el atentado ocurrió a plena luz del día, en una urbanización del municipio de Guaynabo, parte del área metropolitana de San Juan, -con vecinos presentes, quienes, como testigos de los hechos, dieron la información pertinente a los peritos de la policía encargados de la investigación del asesinato.

Desde entonces las autoridades tienen las descripciones físicas de los terroristas. Inclusive, uno de ellos, consciente de su inmunidad, se atrevió a sacar medio cuerpo, a través de una de las ventanillas del automóvil desde el cual dispararon a  Carlos, para dispararle un tiro final, para así asegurarse de su muerte. Del auto utilizado también las autoridades tienen la descripción pertinente.

Puerto Rico, no es Brasil, ni en área ni en población. Es una isla pequeña y la habitan pocos millones de personas. Y en esa hermosa isla los infames que se dedican al terrorismo no son muchos. Entonces, no debe hacérsele muy difícil al FBI, responsable --entre otras cosas- de salvaguardar el estado de derecho y sobre todo, la paz y la seguridad de los ciudadanos bajo su jurisdicción, la investigación y solución de este asesinato. Especialmente en este caso cuando han transcurrido treinta y un años, tiempo suficiente para ya haber podido saber de sobra quienes fueron los asesinos de Carlos y haberlos encausado ante los tribunales de justicia como las leyes determinan.

Por estos treinta y un largos años, Raúl Álzaga, amigo íntimo de Carlos y miembro de la Brigada Antonio Maceo, con el apoyo de los hijos de Carlos y un número de fieles y consecuentes amigos, se ha dedicado con ahínco a investigar y desenmarañar todo lo relacionado a la conspiración del asesinato de Carlos. Y como otra Maldición Gitana ha conminado a las autoridades pertinentes a cumplir con la justicia. Raúl también ha denunciado de manera constante y rigurosa a través de la prensa y por otras vías a los que asesinaron a Carlos, así como a las autoridades que los han protegido todo este tiempo.

¿Y porqué las autoridades han protegido a los asesinos de Carlos? Muy sencillo. Los asesinos de Carlos son terroristas de la extrema derecha cubana o son consortes de ellos.

Éstos, como son Luis Posada Carriles, Orlando Bosch, Pedro Remón y los demás utilizados por los gobiernos de Estados Unidos en la consecución de su política de terrorismo de Estado en contra de Cuba, desde el punto de vista de los gobiernos de Estados Unidos, son de los buenos, y es así que gozan de la impunidad que les permite cometer odiosos crímenes. Crímenes como el asesinato de Carlos y otros más espantosos como es el de la voladura del avión de Cubana de Aviación en octubre de 1976, en el cual estos monstruos dieron muerte a 74 pasajeros inocentes.

Carlos no murió en vano. Su muerte fue el ara del indisoluble compromiso de sus compañeros y compañeras de la Brigada Antonio Maceo con la causa de la defensa del pueblo cubano. Muchas otras causas sus compañeros hemos avanzado desde entonces. A las mismas causas Carlos se hubiera debido -además de su primordial compromiso con la independencia de Puerto Rico- de no haber sido alevosamente asesinado aquella lejana tarde de abril hace treinta y un años.

No desistiremos en lograr que se haga justicia hasta ver a sus asesinos encausados y condenados por su muerte.