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Con tres que se quieran...

Anunciado por la prensa escrita, internet, la radio y la propia televisión arrancó el espacio Con dos que se quieren... que tiene como atracción primera la conducción de Amaury Pérez Vidal. Tanto anuncio creo grandes expectativas para los televidentes, que por suerte fueron cumplidas si se esperaba un programa bien hecho, culto y desmitificador.

Rosita Fornés la primera personalidad sometida al interrogatorio de Amaury fue un buen inicio. Cómoda todo el tiempo, con total naturalidad, risa incluida, la vedette de Cuba -la primera de México- habló desde el cuidado que tuvo con su virginidad hasta lo poco que la llamaron a hacer cine en nuestro país.

Esa será la tónica del programa: desnudar el alma de sus invitados en una suerte de confesionario en que Amaury oficia de sacerdote inquisidor y muy agudo. Buenas preguntas fueron formuladas en un ambiente que propiciaba un diálogo íntimo entre la Fornés y el conductor.

La sobriedad en la puesta en escena con sólo dos butacones y una pequeña mesa, locación enmarcada en negro, para que el televidente escuche y vea sin distracción, sí, porque en Con dos que se quieran...hay que ver tanto como oír a los interlocutores no a su entorno. La fotografía de Iván Nápoles, Rafael Solís y Yamil Santana, profesionales del cine, trabajan para lograr esa atmósfera de intimidad que da participación a un tercero en la conversación. Tal fin se logra con la excelente edición de Manuel Iglesias. No es un programa para verlo en grupo y conversar, porque entonces se pierde lo que se dice y cómo se dice. Había que ver a Rosita hablando de que ella considera que tiene la boca grande, y que en su época juvenil "se usaban" labios chiquitos. El gesto de la Rosa es para no perdérselo.

Filmado en los estudios de sonido del ICAIC de Prado y Trocadero, el programa ha sido ideado, escrito, conducido y dirigido por Amaury. Pero,  cuidado, el compositor, intérprete y también escritor, cuenta con un equipo que incluye tanto a periodistas como a asesores porque la televisión y el cine no se pueden hacer en soledad. Son propuestas que necesitan del pensamiento colectivo y de las especialidades.

Se que comenzará el debate acerca de otro espacio conducido por un artista que no es locutor. En este caso se trata de alguien que parece haber heredado el dominio de la conducción de su madre, la irrepetible Consuelo, y la habilidad de director de su padre, el  otro Amaury. Como existen Otros tiempos, con  la directora de orquesta Zenaida Castro Romeu o Vale la pena con el sicólogo Manuel Calviño, adecuadas muestras de buena conducción y que no son animadas por locutores.

Quizás este Amaury no tenga la mejor de las voces y no sea un especialista en lingüística, pero es creíble, telegénico y muy buen entrevistador, porque sabe colocar las preguntas, reiterarlas si la persona se le escabulle con otra respuesta y reír cuando hace falta.

Creo que el éxito de todos los programas de Con dos que se quieran... dependerá del carisma que posean los entrevistados que vienen. Se puede ser un excelente actor o músico y no ser convincente en entrevistas televisivas. Confiemos en la habilidad de Amaury para develar los misterios de sus interlocutores.

Pasarán por esa hipotética sala Nadine Gordimer, Isabel Santos, Reynaldo González, Jorge Perugorría, Carlos Acosta, Giuseppe Tornatore, Frank Fernández, Omara Portuondo, Miguel Barnet, José María Vitier, Juan Formell, Nancy Morejón y otros invitados que tienen mucho que compartir con el televidente. La plática con cada uno de ellos nos hará conocer mejor al ser humano a la vez que aprendemos entreteniéndonos.