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Obama, la salud y la desilusión

obama_saludEl Presidente norteamericano Barack Obama anda en una carrera desenfrenada para lograr que el Congreso vote cualquier cosa que se parezca a una reforma de salud. El lunes arengó a partidarios y detractores en un discurso en Filadelfia; ayer lo hizo  desde una tribuna en San Luis . Se dice que el mandatario quiere una ley aprobada para tan pronto como el 18 de marzo, antes de su salida para una gira por el Pacífico.

El inquilino de la Casa Blanca ha optado por la presión, ante la imposibilidad de un consenso bipartidista. Hace dos semanas, al salir de la reunión que mantuvo con líderes congresionales para analizar el tema de la reforma de salud, se declaró desilusionado ante la imposibilidad de lograr un acuerdo.

Con tono de fastidio señalaba: "Todos sabemos que esto es urgente" y "el problema no está mejorando, sino empeorando".

Así lo atestiguan los casi 50 millones de norteamericanos que no cuentan con cobertura médica y ven alejarse las esperanzas de una mínima mejoría, o los  que teniendo cobertura han visto crecer aceleradamente en los últimos meses las primas que cobran las aseguradoras.

Proyectos de reformas del sistema de salud ya fueron aprobadas en diferentes versiones por el Senado y la Cámara de Representantes, pero ahora deben ser consensuados por una conferencia bicameral. Allí se presagia una dura resistencia de los republicanos a varios puntos del proyecto, escudándose en el impacto que puede tener sobre el déficit fiscal o la posibilidad de que se utilicen fondos federales para financiar abortos.

Los poderosos medios de comunicación de la derecha como Fox Channel y The Wall Street Journal alimentan los temores de una parte de la población norteamericana sobre el pesado fardo financiero que puede representar la reforma, en medio de la más escandalosa deuda nacional de la historia.

Por ello el presidente  se ha adelantado al rifirrafe congresional y ha lanzado su propia propuesta de plan; algo que había evitado hasta ahora. Pero cualquier excusa será buena para hacer fracasar un proyecto que puede ser la principal baza política de Obama y los demócratas para las elecciones legislativas de noviembre, aunque algunos en las filas del mandatario no están tan convencidos de esto.

El gobernante ha sostenido conversaciones privadas con sus correligionarios en el Congreso para intentar persuadirlos de que aprueben la reforma por la vía extraordinaria de la mayoría simple. Les ha pedido dejar de lado las consideraciones políticas y no dilatar su aprobación.. Así también lo hizo con el Caucus Negro, al que le prometió trabajar en el futuro para mejorar las leyes de salud, pues comprende las limitaciones que aún tiene el plan de mínimos que ha propuesto.

Más no todo son reticencias de las filas demócratas o mezquindad política de los opositores. Hay muchos intereses económicos rondando el Capitolio de Washington. El Centro para la Integridad Pública ha divulgado que las empresas y organizaciones que pretenden influir en las leyes de reforma del sistema de salud contrataron a más de 4 500 cabilderos, lo que equivale a 8 lobbystas por cada congresista federal.

Mientras tanto, la organización "Ciudadanos por la Responsabilidad y la Ética en Washington" dio a conocer que los grupos de interés especial en la salud invirtieron más de 28 millones de dólares en influyentes miembros del Congreso desde el 2005.

En su discurso en Pensilvannia el lunes, durante la actual gira para reunir apoyo para la reforma, Obama ofreció algunas de sus críticas más severas para la industria de la salud, a la que acusó de poner las ganancias por sobre sus pacientes.

Dijo que un fracaso en la reforma dejaría intacto un sistema de salud de 2,5 billones de dólares que es saqueado por ávidas aseguradoras de salud.

"Estas compañías de seguros han hecho un cálculo", dijo Obama. "No les molesta que la gente quede fuera del mercado de seguros de salud por el aumento porque seguirán ganando más por subir las primas a los consumidores que mantendrán", agregó.

"¿Cuánto deben aumentar las primas para que decidamos actuar? ¿Cuántos estadounidenses más perderán su cobertura de salud? ¿Cuándo llegará el momento para reformar la cobertura de la salud?", preguntó el Presidente.

No hay dudas de que los poderosos siguen imponiendo sus intereses. Ya lo había dicho descarnadamente uno de los más ricos del imperio, Warren Buffet, desde hace un tiempo atrás: "Hay lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y estamos ganando" (The New York Times, 26/11/2006))