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Seis nuevos libros de autores jóvenes llegan al mundo (+ Fotos)

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Presentación de los libros que fueron premiados en el Calendario 2008, durante la penúltima jornada capitalina de la XIX Feria Internacional del Libro Cuba 2010, que tiene por sede el Parque Histórico Militar Morro-Cabaña, en La Habana, Cuba, el 20 de febrero de 2010. AIN FOTO/Omara GARCIA MEDEROS

Senel Paz en la presentación de los libros que fueron premiados en el Calendario 2008, durante la penúltima jornada capitalina de la XIX Feria Internacional del Libro Cuba 2010, que tiene por sede el Parque Histórico Militar Morro-Cabaña, en La Habana, Cuba, el 20 de febrero de 2010. AIN FOTO/Omara GARCIA MEDEROS

Para tranquilidad del público, quiero aclarar que esta presentación consta de dos partes: una prescindible a mi cargo, y otra que es por la que todos estamos aquí: las intervenciones de los autores sobre sus obras. Seré breve porque, como son seis autores y solo les podemos dar cinco minutos a cada, seis autores hablando de sus libros por cinco minutos, lleva una hora. Sin más dilación, arranco con lo mío.

Como diría un narrador de novela radial, reinaba el más absoluto silencio en la paz de mi hogar cuando sonó el teléfono. Sonó nervioso y advirtiéndome del peligro, pero yo no lo noté y lo tomé.

--Senel -me dijo Lazarito el de la AHS desde el otro lado de la línea-, los de la Asociación Hermanos Saíz queremos que tú seas el presentador de los libros del Premio Calendario en la Feria Internacional del Libro de este año.

--Lázaro, muchas gracias por el honor, tú sabes que nada aprecio más en el mundo que a los autores jóvenes, y que entre todas las instituciones y organizaciones que existen el país, la AHS ocupa el primer lugar en mis preferencias, pero yo no presento libros, absolutamente de nadie y esa es para una decisión inamovible, así que lo lamento.

--La presentación es el Sábado 20 en la Sala Nicolás Guillén -dijo Lázaro con entusiasmo, bien porque le importaba mucho que yo presentara los libros o porque tenía a Morlote delante, y continuó-, había tres candidatos para la presentación, los otros dos Premios Nacionales de Literatura, pero en la dirección de la AHS, de doce compañeros, once votaron por ti.

--Sí, pero ya te dije, yo no puedo, de ninguna manera. Primero, porque lo hago muy mal, por lo general los libros que yo he presento luego no los compra nadie; y segundo, porque, como he negado a presentar los de mis amigos más importantes, si ahora presento estos, me voy a buscar un problema muy gordo.

--Gracias, Senel. Te recojo el sábado a las 12 en la puerta de tu casa -dijo Lázaro y colgó.

En eso, sonó el timbre, esta vez el de la puerta. Era el chofer de la AHS.

--Aquí tiene los libros del Premio Calendario, estaba esperando a que termina hablando con Lázarito para entregárselo. Firme aquí y después que los lea tiene que devolverlos.

Y de pronto me vi con los libros en las manos. Y nunca mejor utilizado el plural porque eran seis, no tres como el David y como yo pensé. Entre todos, unas 400 páginas. Este Lázaro, me dije, es un atrevido, porque nacimos en el mismo pueblo ya cree que somos coterráneos. ¡Y encima veo eran de géneros distintos, o mejor dicho, de todos los géneros: narrativa, poesía, narrativa infantil, teatro, ciencia ficción y ensayo! Para presentar estos libros hay que ser un erudito, y no es mi caso. Yo, por ejemplo, no leo ensayos. Los escritores de mi tipo -naturales, intuitivos y de origen campesino-, no leemos ensayo. Sobre todo los de Villa Clara y Sancti Spíritus. ¿Quién se imagina, por ejemplo, a Alpidio Alonso o a Luis Morlote leyendo un ensayo? Eso es cosa del cerebro, no del alma. Las tesis,  el pensamiento abstracto, no van con nosotros. Si lo voy a ser sincero, solo recuerdo un ensayo que yo haya leído sin dificultad, de la primera a la última página y sin que se me escapara ningún detalle: El capital. Para colmo, también encuentro un libro de ciencia-ficción, cuando yo en la universidad desaprobé a Ray Bradbury.

En fin, ya con el rollo y los libros en la mano, lo único que se me ocurrió fue acudir al consejo de los grandes expertos cubanos en presentar libros sin leerlos, es decir, a Antón Arrufat, Francisco López Sacha, Eduardo Heras León, Ambrosio Fornet, Laidi Fernández de Juan y Norge Espinosa, cada uno de los cuales presenta más de 20 títulos en cada Feria. Pero, me dijeron a coro, eso es un chiste, Senel, sí hay que leer los libros. Bueno, me leeré por lo menos uno, y me decidí por el más difícil para mí, el de ensayos, Tras las huellas del exotismo oriental cubano, de Mario G. Castillo Santana, nacido en La Habana hace 35 años.

El tema es interesantísimo y creo que novedoso. Las huellas se refieren al arte cubano más que a la sociedad en general, y la zona de exploración es sobre todo la literatura, aunque el capítulo dedicado a la corneta china santiaguera es delicioso, donde se hace la asombrosa afirmación de que lo único que tiene de china esa corneta es el nombre. Sinceramente, el libro tiene los méritos que uno quisiera encontrar siempre en los ensayos: una prosa clara, precisa y yo diría que hasta alegre; una exposición que avanza con orden mientras se abre en todas las direcciones del tema; y  una manera astuta y de ir interesando al lector en un asunto que al principio pudo parecer pequeño, pero que Mario va ampliando. Las citas y notas al pie de página, lejos de resultar engorrosas y pedantes, son tan interesantes como el texto principal y sirven motivar al lector aún respecto al tema. Doy gracias a Mario por su libro, y por haberme hecho agradable el arranque de mi tarea.

Del ensayo pasé al que veía como segundo trago amargo, la ciencia ficción, que ha tenido un jurado de lujo: Eduardo del Llano, Sergio Cevedo y Michel Encinosa Fu. Hablo ahora de Algunos recuerdos que valen la pena, de Erick J. Mota Pérez, un licenciado en Física por la Universidad de La habana, que no es para nada primerizo en la escritura ni en los premios. La nota de contraportada de mi amigo Sergio Cevedo, nos orienta poco y más que animar espanta. Se trata de un conjunto de cuentos que entra con un texto largo, particularmente atractivo, y cierra con una noveleta donde el autor muestra madurez. Del resto de los cuentos cualquiera pensaría que me decantaría por comentar Memorias de una puta (de una puta de ciencia-ficción, se entiende), pero no, lo haré sobre El holandés errante, porque tiene una cualidad que vale para todo el libro, gracias a la cual atraerá a los lectores, amantes o no de la ciencia ficción. Y esto es la primacía de la literatura sobre el género, o la manera en que la ciencia ficción de diluye en otras texturas. Se trata, sin dudas, de un texto de ciencia ficción, pero lo es a la vez de magia y es literatura fantástica, y posiblemente a lo que se refiere Sergio cuando dice que estamos ante una obra "con énfasis en las repercusiones humanas más que en la naturaleza de los propios asuntos asumidos", sin que estos dejen de pertenecr, agrego yo, a las claves y los atractivos de la ciencia ficción. De manera que, al final, también lo pasé bien con la literatura del futuro.

Todos los Premios Literarios tienen buenas y malas cosechas, como debía ser también en la Agricultura, y empecé a sospechar que en esta edición estamos en el primer caso. Pasé a la literatura infantil, que tampoco es santo de mi devoción, tal vez porque tengo presente que en mi época juvenil, se decía que solo los críticos de cine escribían peor que los autores para niños. Pero aquella época de la ñoñería y de ignorar cómo es un niño por suerte pasó. La brujita de San isidro, de Eric Llanes Sánchez, es un buen ejemplo de que no se escribe para niños y jóvenes, sino que se escribe Literatura. Por su dinamismo y gracia, yo diría que es un libro cinematográfico, en el sentido de que hace cortes y giros tan rápidos que ni te das cuentas: del pasado al presente, de la magia a la realidad de todos los días, de aquí y para allá, con personajes naturales y cercanos a personas que pudiéramos conocer, y no me refiero solo a Eusebio Leal que asoma sus narices por el texto, en tanto que el lenguaje es elegante a la vez que inmediato y lleno de fuerza en los diálogos, siempre buenos. Un libro, en fin, que debe dialogar muy bien con el niño cubano de hoy, estimulando su imaginación y su pensamiento.

Para dejar a los dos damas del conjunto para el final, tomé el libro de teatro. A mí me gusta leer teatro. Es posible que haya leído más teatro del que he visto, y sobre todo, primero leí teatro y luego lo vi en escena. La obra de Fabían Suárez, un holguinero nacido en 1981, demandaría una lectura más atenta para poder emitir un comentario responsable. Yo simplemente leí la obra y la disfruté. Arranca con un monólogo contundente en los labios de Carlota, pero luego habrá de regalarnos un monólogo en la voz de cada uno de los personajes excepto Longote. Monólogos todos diferentes entre sí y en el que el autor y los personajes, salen airosos, y es de esperarse que también los actores porque van a tener mucha tela por donde cortar. No es una obra solo de monólogos, pero personalmente considero a estos un momento de esplendor y dificultad máxima en el teatro, aunque quizás solo los miro desde la envidia del cine donde son prácticamente imposibles. Estamos ante una obra que, a pesar de que es escueta la mayor parte del tiempo en las indicaciones, se lee con la impronta de una representación y una textura teatral muy específica y singular. Lo advertimos a lo largo de todo el texto, no solo en las acotaciones, por demás a veces son una delicia, como cuando dice, "Carlota se convierte en un montoncito de arena". Anoten el título, y no se pierdan el estreno cuando esta obra haya de representarse.

Dejé para último el libro de las mujeres que, como la AHS no cree en los símbolos establecidos, son los únicos acompañados por francas azules. Entiendo que de la poesía, y estamos ahora con Todos los semáforos en rojo, de Mariene Lufriú, mejor no se intenta ninguna explicación, y se deja al lector solo ante el hecho poético, pero es agradable decir algo que sirva de invitación a la lectura. Viene el tomo acompañado de las más eficaces palabras de presentación de toda la colección, en la voz de Jesús David Curbelo. Dice él: "Con un lenguaje de tono conversacional, desenfadado, que oscila del sarcasmo a la ironía, y del verso libre al soneto o al poema en prosa, este libros nos entrega una mirada y un acento personales dentro de la nueva poesía cubana". No me atrevería a decir algo que resulte más exacto que esto, y solo me gustaría apuntar el aire de tranquila libertad, de Pedro andando por su casa, que uno aprecia cuando Mariene se mueve por diferentes formar poéticas, justificadas en su necesidad de expresión y nunca como alarde o demostrarnos de oficio, el cual manifiesta también en la complejidad de su claro discurso, en las muchas y diferentes vueltas que da este sin perder coherencia. "Puentes", Súbito discurso mientras  acepto la diversidad de mi especie", "Herencia", "Casi humanidad", "Puentes II", "Ella coleccionaba piedras de la India", "Fuera del ruedo" y "Pecera", fueron mis preferidos, y aporto la lista con afán de juicio sino como testimonio de lector.

Por último: Ne me quitte pas, si así se pronuncia, de Legna Rodríquez Iglesia, a quien uno conocía como poeta. Contrrio a Jesús David Curbelo, mi admirada y querida amiga Anna Lidia Vega Serosa, nos ayuda poco con sus palabras de contraportada. Se trata, si no nos ponemos muy ortodoxos con lo que es un cuento, de un libro de relatos que reúne 15 piezas, pero es preferible decir que estamos ante un libro, un mundo, una voz. Más que comentar alguno de los cuentos, aunque no quiero dejar de decir que el que le da título al volumen y La mujer que compró el mundo, que lo abre, fueron mis preferidos, me gustaría apuntar un recurso de estilo que me resultó atractivo y sorprendente. Se trata del punto y aparte. Yo odio el punto y aparte y los apartaría a todos de la literatura, pero en el caso del libro de Legna, con el punto y aparte entra la poesía, y hasta cierta actitud de verso y de cinematografía en la prosa, que adquiere la dinámica del cine más y joven. Si yo escribiera ensayos, me gustaría meditar acerca de las novelas cubanas escritas por poetas: Pablo Armando Ferández, Dulce María Loynaz, Raúl Luis, Reina María Rodríguez, ahora Edel Morales con otro nombre y, por supuesto, Lezama. No incluyo a poetas como Antón Arrufat, Miguel Barnet, Virgilio Piñera o Marilyn Bobes porque estos, a mi modo de ver, ostentan la doble condición. Pero en las novelas escritas por poetas como los que señalo, la actitud ante la palabra siempre revela al poeta, por más prosaicos que resulte el pasaje, y en modo alguno estoy señalando incapacidad para argumentar o mover personajes, sino cuerdas para hacerlo. Pero no había visto yo esto en el cuento, o desde el cuento, y es lo que más me ha llamado la atención del libro de Legna, ya que está actitud poética se refiere más al ritmo que a la palabra misma, y se me antoja que el punto y aparte juega ahí un papel importante, ya que en sus relatos, compuestos por sucesivos y cinematográficos rafagazos, los párrafos tienen algo de verso libre. Como narradora y sobre los cuentos específicos de este volumen que presentamos, para no extenderme más y utilizando una palabra de hoy, yo diría que Legna Rodríguez, en Ne me quittte pas, está escapá.

Es lo que puedo decirles, queda por ustedes comprar los libros y acercarse a los lectores, ahora para que se los firmen y luego para leerlos. No se puede uno despedir sin llamar la atención sobre este Premio, su concepto, su importancia creciente,  sus jurados de primera, y sus hermosas y cuidadas ediciones, por lo que la Editorial Abril, a quien mucho toca en todo esto, merece una felicitación.

Por último, les comento que en el viaje hacia acá, tras mover dos o tres veces la coleta, Lázaro el de la AHS, me dijo con aire preocupado:

--Senel...

--Sí, m'hijo, ¿qué pasa?

--Quiero pedirte disculpas...

"Disculpas ahora, cabrón, después de este embarque", pensé yo pero no lo dije.

--¿Qué pasa?

--¿Tú recuerdas que te dije que en la dirección de la Asociación once compañeros de doce votaron a favor de que fueras tú quien hicieras la presentación de los libros?

--Sí, lo recuerdo.

--Bueno, el que votó en contra fui yo.

La Habana, 20 de febrero del 2010.


Se han publicado 5 comentarios



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  • yasmany dijo:

    Ayer estuve presente en la gala de los premios calendarios auspiciados por la AHS, donde se premiaron a seis jovenes escritores cubanos, cuyos libros están a la venta con el sello de la editora abril. El escritor de ``En el cielo con diamantes nos hizo sonreir en varias ocasiones por la forma de narrar su historia mezclandolo con la trama de esos nuevos libros, fue una tarde especial tanto para los galardonados como para aquellos que nunca han escrito ni un poema. Y quisiera poner en alto a todos los trabajadores de la AHS que han logrado que dicha institución llegue a donde ha llegado y ya están empezando a recoger el fruto que sembraron

    yo

  • Luisa dijo:

    Es un placer conocer que la joven literatura cubana avanza y que hombres como Senel, Miguel y todos los amigos de la UNEAC la apoyen con tanto cariño. Gracias a los muchachos de la AHS, que hot trabajan muy bien estas publicaciones salen tan bien. Felicidades a la Editora Abril, porque de veras son libros muy bellos.

    Luisa

  • José, Ecuador dijo:

    Y huebiera estado en Cuba, no me hubiese perdido esta oportunidad. Disfrutar de literatura joven, además conocer a Senel Paz y a ellos muchachos de la AHS que tanto aportan a su cultura. Ya tendré la oportunidad de visitarlos y leer y polemizar y contribuir a la literatura latinoamericana,
    Saludos,
    José

  • Lucía dijo:

    Estuve y fue un honor que Miguel Barnet, ese gran intelectual cubano presidiera la ceremonia, me alegra que halla buena literatura joven, compré todos los volúmenes,......gracias a la AHS

    Lucía

  • LAILA dijo:

    HOLA LES DIJO UNA COSA TENGO MUCHAOS LIBROS DE CUENTOS ACHOS POR MI ME PODRIAN ASER ESCRITORA
    YO VIVO EN LOS LAURELES PROBINSIA DE SANTAFEDEPAR TAMENTO GENERAL OBLIGO REPUBLICA ARGENTINA

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Senel Paz

Senel Paz

Cabaiguán (1950). Escritor cubano, Premio Juan Rulfo 1990 por su obra "El cuento del lobo, el bosque y el hombre nuevo", que inspiró la película "Fresa y Chocolate". Ha escrito también las novelas "Un rey en el jardín" y "En el cielo con diamantes", además de múltiples guiones de cine y cuentos. Es Premio Nacional de Cine 2020.

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