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Error de cálculo del Post

"El socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez ha sido derrotado y va rumbo al colapso", sostiene Jackson Diehl en un artículo publicado el lunes en The Washington Post.

Su aseveración no es nueva, está a tono con la línea del Post, y en particular con la del propio señor Diehl, vicejefe editorial de ese diario, quien ha emborronado cuartillas y cuartillas satanizando a la Revolución bolivariana y al proceso de cambios en Latinoamérica.

Para el articulista, América Latina, "vivió un punto de inflexión en el conflicto ideológico que polarizó la región y que paralizó la diplomacia estadounidense durante la última década".

Y para ello pone de ejemplo el golpe de Estado en Honduras, la fórmula a la que la oligarquía, con el beneplácito tácito de Washington, vuelve a  recurrir en el continente para la "inflexión", por demás "silenciosa", como describió Dielh el derrocamiento del presidente Manuel Zelaya.

Para sustentar su tesis, el articulista refiere el triunfo del candidato de la derecha en Chile, y sus manifiestas diferencias con el "modelo de Chávez".

Aunque olvidó algunos hechos no despreciables para la comparación: Evo repitió con votación histórica en Bolivia;  José Mujica, un ex guerrillero Tupamaro, se hizo de la banda presidencial en Uruguay; el presidente Correa inició su segundo mandato, ahora con Ecuador como miembro de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA).

Y si del ALBA se trata, el pasado diciembre el primer ministro de Dominica, Roosevelt Skerrit, obtuvo una abrumadora victoria, la tercera en fila, cuando el Partido Laborista ganó 17 de los 21 escaños del Parlamento.

Interesante, por además, que la oposición dominica basó su campaña electoral en la promesa de excluir a esa isla caribeña del ALBA, lo que tuvo un rotundo rechazo en la población.

Claro que el artículo del Post centra su atención en Venezuela, cuya economía "atraviesa una profunda recesión y sigue hundiéndose aun cuando el resto de América Latina se recupera", afirma Dielh.

Pero entre medias verdades que subrayan dificultades objetivas como la inflación o las derivadas de una persistente sequía, el Post vuelve a omitir importantes resultados que en Venezuela dan fe del quehacer del proceso transformador liderado por Hugo Chávez.

En su base de datos al parecer no aparece que Venezuela ostenta un elevado Índice de Desarrollo Humano, que se mide en función de índices como esperanza de vida al nacer, acceso a los servicios de salud, educación o poder adquisitivo.

Tampoco reconoce que el índice GINI -evalúa el grado de desigualdad- sigue con tendencia en picada, cual cosecha de las misiones y políticas sociales que en Venezuela hacen el cambio.

Quizás le parezca al Post una fantasía de Chávez que en 2009 el gobierno venezolano distribuyó un millón 273 mil toneladas de alimentos para beneficiar a casi la mitad de la población productos de primera necesidad y a precios populares.

También que en tiempos de "recesión económica" e inflación más de cuatro millones de estudiantes tienen desayuno, merienda y almuerzo, o que 900 mil venezolanos de la tercera edad, situación de pobreza u otros necesitados, reciben alimentos, atención médica y medicamentos gratuitos.

Hay cosas que intereses como los que defiende el diario estadounidense no perdonan. Entre estas la política de nacionalización que devolvió al país empresas de servicio petrolero, cementeras, siderúrgicas, entre otras, o que el Estado venezolano retomó el control de los recursos mineros.

La interpretación del Post viene sesgada además por la reacción de la satelital derecha venezolana, cuyos medios presentan al país con una imagen caotizada, remachada por las transnacionales de la comunicación.

Pero lo que más le falta a ese análisis es el hecho de que la Revolución "moribunda" se profundiza, da pasos, uno detrás de otro, en el declarado propósito de edificar las bases de la construcción socialista. Y eso es lo que más les duele.