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Víctor Jara más vigente que nunca

‘Querrán romperlo y no podrán romperlo /querrán matarlo y no podrán matarlo'. (Alejandro Romualdo)

Dicen que el alma de los torturados y asesinados se asusta tanto de la barbarie humana que abandona el cuerpo antes de su muerte física. Se convierte en espectro desesperado que vaga con una muchedumbre de fantasmas, buscando su cuerpo para hallar la paz. Así, después de 36 años de su vil asesinato, el cantautor chileno Víctor Jara tal vez ya descanse en paz porque su cuerpo entró el sábado pasado en su morada definitiva del Cementerio General de Santiago de Chile, rodeado de su pueblo a quien dedicó su vida y su canción, sin embargo, este trovador amado por el mundo, quizá siga buscando la justicia para todas las víctimas del genocida Augusto Pinochet y su hueste militar.

La dictadura de Pinochet lo asesinó el 15 de Setiembre de 1973 en el Estadio de Santiago de Chile acribillándolo con 44 balas después de que los militares, a cargo del teniente Nelson Haase Mazzei y el subteniente Pedro Barrientos lo torturaran y le destrozaran las manos, como si tuvieran miedo de que pudiese tocar su guitarra después de la muerte. ¡Tan peligroso lo consideraba la Junta Militar que representaba los intereses de los ricos y poderosos de Chile y de Estados Unidos!. Este poder le tenía odio a creadores como Víctor Jara, porque ellos no les temían y llamaban al pueblo para luchar contra la injusticia y por la dignidad humana.

Para entender la mentalidad del poder fascista, emulada por Pinochet y otros tantos dictadores, recordemos el enfrentamiento en 1936 en la Universidad de Salamanca en España del famoso escritor vasco Miguel de Unamuno con hombre de confianza de Franco, el general Millán-Astray quien gritaba vivas al fascismo durante la celebración de la Fiesta de Raza en la universidad. Miguel de Unamuno, siendo rector le dijo al general: "venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha". El general irritado le espetó una frase que se convirtió en lema de los fascistas: "!Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!"

Víctor Jara tenía "razón y derecho en la lucha" y lo expresaba en sus canciones, verdaderos himnos para la lucha popular, que aterrorizaban a los poderosos porque hacía despertar a Chile y a toda América Latina del letargo del miedo, señalando un nuevo sendero. Decía Víctor que "nuestra canción es comprometida e identificada con los sentimientos populares. Es revolucionaria porque lucha contra la penetración imperialista y es nueva porque está destinada a crear nueva sociedad".

Pero cuando asesinaron al trovador no pudieron matar sus canciones, las prohibieron pero circulaban miles de copias clandestinas del "Manifiesto", "Plegaria a un Labrador", "Te Recuerdo Amanda", "El Derecho de Vivir en Paz", "Vientos del Pueblo", "Ni chicha ni Limoná" y tantas otras que han cruzado el tiempo y la distancia inspirando a luchadores modernos. Su alma está hoy en Honduras y en todo el mundo entonando: "que el canto tiene sentido / cuando palpita en las venas / del que morirá cantando / las verdades verdaderas".

Que descanse tu alma Víctor, "que la red es tuya, es mía y de aquel / de Juan y María, de Pedro y José".

Vicky.pelaez@eldiariony.com