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¡Che, los amantes del ajedrez te saludamos!

Junto al Maestro Internacional cubano Eleazar Jiménez observando una partida del Torneo Capablanca

Junto al Maestro Internacional cubano Eleazar Jiménez observando una partida del Torneo Capablanca

En estos días vinculados a tu desaparición física en Bolivia aumentan las referencias en los medios informativos sobre la impronta que dejaste en nuestra patria y en la más grande patria americana. Los que amamos el juego ciencia al estar ante un tablero alrededor de esta fecha te recordamos con nostalgia e íntimamente te dedicamos la victoria que aspiramos a alcanzar.

Las múltiples pautas que trazaste en tantas cosas se alejan en el tiempo pero no mellan su certeza y menos su vigencia.

Nos quedan tus tempranos escritos sobre la guerra de guerrillas y los episodios de la guerra en Cuba que relataste con rigurosa fidelidad histórica a la vez que  instabas a otros a dejarnos sus valiosos testimonios. Almeida es quizá el mejor ejemplo con sus trece libros igualmente sencillos y fidelignos tal cual él era también.

Contamos además con el enjundioso caudal de tus múltiples trabajos y conferencias sobre las complejidades de intentar construir el socialismo en un país del Tercer Mundo, de las proyecciones internacionales de una revolución verdadera, tus discursos, tu diario y tu original epistolario que apenas cupieron en los dos tomos que editó la Casa de las Américas.

Conservamos las imágenes y fotos de tu accionar cotidiano con la prédica que se realiza dando el ejemplo en la punta de la vanguardia. Lo hiciste en la guerra, en el trabajo voluntario, lo hiciste siempre. Nos hiciste mejores.

No son abundantes sin embargo tus reflexiones sobre el ajedrez a pesar de tu enorme contribución a su desarrollo en Cuba.

Como lector impenitente seguramente conociste que Bolívar dijo que "el ajedrez es un juego útil y honesto, indispensable en la educación de la juventud." Y si no fue así, intuiste el valor de ese apotegma del Padre de la Patria Americana, pues esa fue tu prédica en los pocos años que batallaste en tantos frentes entre nosotros.

Consideraste, y eso si lo afirmaste múltiples veces, que era necesario masificar el ajedrez y vaticinaste que Cuba tendría Grandes Maestros y eso sería también obra de la Revolución. Por ello, Silvino García, al alcanzar ese primer título en 1975, justamente te lo dedicó.

Eso lo decías y soñabas cuando esa masividad ya lograda era una quimera y sólo Eleazar Jiménez había alcanzado el primer título de Maestro Internacional muchos años después de Capablanca. Robabas tiempo a tu descanso para estimular y compartir con los jugadores más destacados, encontrabas espacio en tus actividades para participar como uno más en los campeonatos interministeriales que felizmente recién se han reactivado, asistías con suma modestia a las simultáneas que ofrecían los jugadores cubanos y de otros países que nos visitaban.

Acudías como espectador a los torneos nacionales e internacionales que se celebraban en Cuba resaltando sin proponértelo, con la aureola de tu figura, esos eventos y estimulando a sus participantes, organizadores y público con tu presencia.

Eso influía en las autoridades deportivas que en aquellos años se empeñaban en lograr el desarrollo del deporte en general, en la construcción de instalaciones deportivas que carecíamos, pero priorizando los más populares entre la población y el ajedrez entonces no lo era.

Siendo ministro y uno de los máximos dirigentes cubanos, con absoluto respeto a los responsables de nuestra entidad deportiva, nos condujiste a todos en pos de esa necesaria masividad del ajedrez. Fomentaste sin protagonismo, diría que discretamente, la celebración del Torneo Capablanca in Memoriam que por su calidad se convirtió en el pibote de su difusión y popularización.

Estabas consciente y dijiste que el ajedrez "es un pasatiempo, pero es además un educador del raciocinio". Como guerrillero te percataste que al igual que en el ajedrez la superioridad numérica o material no es una ventaja absoluta e insuperable si los conceptos ajedrecísticos de tiempo y espacio se aplican correctamente.

También comprendías que generalizar el hábito de evaluar las variantes posibles antes de tomar una decisión es un principio válido en el ajedrez y muy importante y útil en la vida y para la propia Revolución. Esto lo afirmó Fidel durante la simultánea gigante en la Plaza de la Revolución en el 2002, con tu efigie de fondo, al impulsar de nuevo el juego ciencia incluyéndolo como parte de la Batalla de Ideas.

La cosecha de tu aporte es grande aunque aún puede y debe multiplicarse infinitamente. Ya se difunden clases de ajedrez en varios cursos de enorme calidad por televisión que suman miles de horas lectivas como parte de ese empeño promovido por el Comandante en Jefe. Hay más de un centenar de torneos en el país. Las simultáneas de ajedrez que tanto estimulaste con tu asistencia son práctica cotidiana. Se difunde el ajedrez en las escuelas. Alrededor de un centenar de Grandes Maestros, Maestros Internacionales y Maestros FIDE, casi los existentes en toda América Latina, han convertido tu profecía en realidad.

Pero todo es perfectible y presiento que si volvieras no estarías satisfecho y nos convocarías de nuevo con tu práctica y ejemplo a otra vigorosa acometida.

Esa élite ya existente de jugadores estelares, obra en primerísimo lugar como bien afirmaste de la Revolución, es un ejército idóneo para ese nuevo salto.

Al recordarte con añoranza en estos días debemos inclinarnos ante la obra existente de la que eres parte y hacer lo mucho que falta  todavía en tu memoria.