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Un paso correcto, pero insuficiente

Un comienzo de siglo beligerante, marcado por el unilateralismo y con dos guerras latentes cobrando quien sabes cuantas vidas más, justifica la conmoción y el deleite entorno al nuevo acuerdo para la no proliferación de armas nucleares adoptado por unanimidad en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Fue casi paradójico tomando en cuenta la historia reciente, ver al presidente norteamericano, Barack Obama, presidir la reunión en una institución que su país, bajo los penosos tiempos de Bush, echó a un lado.

El acuerdo en esencia compromete a las naciones con armas nucleares reducir su arsenal y facilitar la tecnología a aquellos gobiernos con programas nucleares pacíficos. Por su parte, los países sin este tipo de armas deben renunciar a tenerlas, firmar el tratado de no proliferación y otros acuerdos que se redactarán en los próximos meses. Se crea así, afirman los especialistas, un marco consensuado para enfrentar el "desarrollo nuclear descontrolado" y el tráfico ilegal de material atómico.

En su conjunto es una buena noticia, pero las declaraciones de los líderes asistentes muestran las sombras que cubren la iniciativa. Algunos sintieron la responsabilidad de ensalzar el logro, tal es el caso del Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, quien aseguró "se trata de un momento histórico, un momento que permite el inicio hacia un nuevo fututo". Otros como Barack Obama, acostumbrado ya a los frenazos y presiones políticas, son más pragmáticos al alertar los muchos obstáculos, retrocesos y decepciones que podrán sobrevenir. El mandatario ruso, Dmitri Medvédev, se montan en la misma cuerda. "No será una tarea fácil" advirtió.

Los temores se justifican. Existe una reconocida y gran desconfianza a nivel internacional sobre el problema nuclear y este documento no ofrece los paliativos necesarios. El texto solo obliga las potencias nucleares a reducir su arsenal, no a eliminarlos totalmente; o sea, seguirá el mundo dividido entre quienes tienen bombas y quienes no la poseen. Esta diferencia es la raíz de los recelos. El texto se presenta como un primer paso hacia la desnuclearización total, sin embargo, no hay compromisos en esa dirección, necesaria si tomamos en cuenta que muchos gobierno con bombas nucleares son los más belicistas.

No es solo la batalla diplomática el reto de este acuerdo contra la proliferación nuclear, también su carácter insuficiente. La mínima exigencia inmediata debe ser una mundo libre de armas de destrucción masiva, que incluye las atómicas, biológicas y químicas. En el caso de las armas atómicas más bien han tenido un efecto disuasivo y de contención, que le ha ofrecido a los países que la poseen tener otro estatus a la hora de negociar, sin embargo, otras armas de destrucción masiva si se utilizan y causan enormes daños a la vida humana.  El propósito tiene que ser eliminar todas las armas de destrucción masiva, tanto las que podrían utilizarse en situaciones extremas (atómicas), como aquellas que han quemado los cuerpos o asesinado a cientos de miles de personas.

La prensa internacional, que busca bajo las piedras ganadores y perdedores, echó el triunfo en el bolsillo del presidente norteamericano Barack Obama, pues la imagen del mandatario, según argumentan, sale fortalecida ante la comunidad internacional con esta propuesta suya. Llegan a especular incluso que este es un "regalito" a quien ha hecho tantas concesiones en política exterior sin obtener nada a cambio. Otro elemento es que logra poner contra la pared a Irán y a su manipulado programa de desarrollo nuclear con fines pacíficos.

Para terminar, es injusto mostrar el acuerdo como un logro del presidente Barack Obama y sus asesores. Lo que se discutió y aprobó en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas tiene como antecedentes décadas de denuncias y reclamos sobre el peligro nuclear, que incluyen muchos países pobres y líderes mundiales. El logro es de la comunidad internacional, específicamente, de los que se han sentido amenazados por su deseo de construir un mundo de paz. Nunca será del único país que ha utilizado la bomba atómica y posee actualmente el mayor arsenal del mundo.