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Chomsky es una referencia moral

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Palabras de Carmen Lira Saade, directora general del diario La Jornada, durante la presentación de Noam Chomsky en la Universidad Autónoma de México (UNAM), el 21 de septiembre de 2009.

Ante miles de estudiantes y profesores del mayor recinto universitario de América Latina, Chomsky dictó una conferencia magistral titulada "El momento unipolar y la era Obama", en homenaje al 25 aniversario del periódico que se celebra por estos días. "El análisis chomskiano fue esclarecedor para nosotros. Más que esclarecedor, fue una referencia moral, una línea de conducta", dijo Carmen.

Especial para Cubadebate

Noam Chomsky brindó en la noche del 18 de septiembre con la comunidad jornalera por los 25 años de vida del diario. Lo acompañaron la directora general, Carmen Lira Saade; el director fundador, Carlos Payán, así como reporteros, editores, fotógrafos, escritores, analistas y trabajadores administrativos. (Foto: La Jornada)

Noam Chomsky brindó en la noche del 18 de septiembre con la comunidad jornalera por los 25 años de vida del diario. Lo acompañaron la directora general, Carmen Lira Saade; el director fundador, Carlos Payán, así como reporteros, editores, fotógrafos, escritores, analistas y trabajadores administrativos. (Foto: La Jornada)

Creo innecesario ensayar una presentación de Noam Chomsky, un hombre del pensamiento científico y del compromiso político y social que marca la segunda mitad del siglo pasado y que en el presente aporta luz a millones de intelectos en el mundo. Hace ya treinta años, Paul Robinson, en un artículo publicado por el New York Times, lo consideraba el más importante de los intelectuales vivos; en las tres décadas transcurridas desde entonces no ha habido motivo para modificar esa apreciación.

Chomsky no necesita pues ser presentado porque si ustedes están aquí es porque saben de él, porque en alguno o en muchos momentos han hecho conexión con su pensamiento, o han admirado su trayectoria, o han sido esclarecidos por sus escritos, o han encontrado en él un ejemplo de conducta regida por la ética, en tiempos en que la ética se encuentra más bien escasa; porque han sabido de su acción comprometida contra la guerra de Vietnam, de sus análisis sobre la política intervencionista de Estados Unidos en Centroamérica, en los años setenta y ochenta del siglo pasado, de su oposición a la ocupación de Palestina por Israel, de su defensa de la soberanía de Cuba, de su constante denuncia de las aventuras bélicas en curso contra Iraq y Afganistán.

Ustedes están al tanto, pues, de la trascendencia académica y de la relevancia política de nuestro invitado. Voy a limitarme a decir brevemente de qué manera Chomsky ha resultado fundamental para el proyecto periodístico de La Jornada, nuestro periódico, y por qué la presencia de Chomsky aquí, y en México, ha sido para nosotros el mejor regalo que podrían habernos hecho en nuestro 25 aniversario.

Desde hace muchos años, Chomsky ha venido analizando el papel de los medios informativos en las sociedades formalmente democráticas, particularmente en Estados Unidos, y ha ido dejando al descubierto las miserias de un periodismo que se describe a sí mismo como objetivo y profesional. Los diarios y los medios electrónicos que para muchos constituyen las fuentes mismas de la verdad suelen ser, en realidad, "tan poco objetivos como los de los sistemas totalitarios", ha dicho Chomsky, al tiempo que ha señalado la maraña de intereses políticos y empresariales que mueven a los medios y a sus semejantes, y ha exhortado a los individuos y a las sociedades a que presten atención a esas filiaciones inconfesables que distorsionan el ejercicio informativo.

En lugar de informar, los medios como conjunto se dedican a ocultar los resortes verdaderos de una institucionalidad tomada por los intereses corporativos y en la cual los ciudadanos tienen una incidencia mucho menor que la establecida en la formalidad de las leyes. El llamado Cuarto Poder, que en teoría tendría que ser un contrapeso a las instituciones establecidas, es en realidad un instrumento para generar uniformidades ideológicas y un pensamiento único, siempre favorables a los poderes políticos y económicos, que adulteran, falsifican y suplantan a los consensos sociales verdaderos.

Esta aportación de Chomsky no es una ocurrencia ni una opinión, sino un estudio riguroso y científico, basado en el análisis de la concentración de los medios, de sus mentiras patentes, del entramado empresarial que los vincula con los poderosos de la política y de la economía. En este ámbito, en nuestro ámbito informativo, como en otros, el trabajo de Chomsky ha sido plenamente profético: antes del arranque y en los primeros meses de la agresión militar estadounidense contra Iraq, mientras la fuerza aérea invasora bombardeaba a los iraquíes, los diarios y los canales más prestigiosos bombardearon a los estadounidenses con las mentiras del Estado más inverosímiles y grotescas, las legitimaban y justificaban, hasta que dieron al gobierno de Bush y a sus aventuras bélicas un remedo de popularidad y un respaldo social prefabricado.

Ciertamente, esa circunstancia no es exclusiva de Estados Unidos. Cuando nosotros, hace poco más de 25 años, nos dimos a la tarea de organizar La Jornada, aspirábamos a romper la cáscara de uniformidad, autocensura y hegemonismo informativo de un conjunto de medios que constituían, en la práctica, un verdadero aparato propagandístico de Estado.  Queríamos romper los falsos consensos, contrastar las verdades oficiales con la verdad a secas, dar visibilidad a individuos y a procesos sociales que no aparecían por ningún lado en el gran teatro del país que elaboraba la masa mediática, enredada en las redes de complicidad del régimen político.

En ese empeño, el análisis chomskiano fue esclarecedor para nosotros. Más que esclarecedor, fue una referencia moral, una línea de conducta. Desde entonces, la función principal de La Jornada ha consistido en contrarrestar la desinformación imperante, en restituir el orden ético de las prioridades nacionales, trastocado por la corrupción inveterada y por un modelo neoliberal que no conoce otro dictado que el de maximizar las ganancias a costa de lo que sea: de la soberanía de los países, del bienestar de los habitantes, de la integridad de los recursos naturales, del equilibrio del planeta entero.

Así como aprendimos de Ryszard Kapuscinski las maneras arduas para salir a buscar la verdad entre los verdaderos protagonistas de la historia, que son las sociedades y sus integrantes, de Chomsky, el hombre que ahora va a platicar con ustedes, hemos aprendido a evitar las trampas tendidas por el sistema politico-económico para cooptar a los medios, neutralizar el sentido profesional de los informadores y, en última instancia, imponer en el público nociones distorsionadas.

No siempre lo conseguimos, pero día tras día mantenemos la fidelidad a unos principios inspirados, en buena medida, por el análisis de nuestro oficio que Noam Chomsky ha venido desarrollando, y nos queda claro que esa es una de las claves de la persistencia de nuestro periódico, sometido en múltiples ocasiones al acoso de los poderes formales y de los poderes fácticos. El ejercicio de esos principios éticos nos ha dado credibilidad y nos ha permitido vincularnos con el mejor lectorado del mundo: un lectorado lúcido, solidario, activo y crítico incluso ante nuestros errores. La lucidez y la honestidad de Chomsky están, pues, en el centro de la relación entre La Jornada y un conjunto de lectores que él llamaría "ciudadanos informados", y los jornales se lo agradecemos siempre, jornada tras jornada.

Se han publicado 2 comentarios



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  • Fernando dijo:

    Gracias Cuba por ser la excepción a la unipolaridad, resistencia del gérmen que algún día será la referencia para el renacimiento de la razón y de las ideas.

  • Iván Häfliger dijo:

    En 1995 llegó Fidel por segunda vez a Uruguay. Fue la última, pero estuve allí, junto a miles de uruguayos. Tenía 23 años y caminé ocho kilómetros para llegar hasta el hotel en que supuestamente se alojó. Y creo haberlo visto salir en el coche que lo llevó al edificio del gobierno de la capital. Hasta allí fuimos también. Salud y gloria eterna al Comandante!!

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Carmen Lira Saade

Carmen Lira Saade

Carmen Lira Saade es la directora general del diario mexicano La Jornada. Periodista de extraordinaria trayectoria como corresponsal en Centroamérica durante la guerra sucia de Estados Unidos. Fundadora de La Jornada y de su antecesor, el diario Unomasuno.

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