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Las mentiras de Pepe Hernández: un lobo disfrazado de oveja.

De acuerdo con una entrevista que concedió Francisco José Hernández Calvo, uno de los fundadores de la Fundación Nacional Cubano Americana y miembro de su célula terrorista, autodenominada Frente Nacional Cubano, el pasado 12 de septiembre 2009, a la Associated Press,  éste aboga porque el exilio cubano debe dejar de lado el pasado”.

Ésta es, indudablemente, su primera gran mentira. La gente como él, frustrada tras los múltiples intentos en los que ha participado para asesinar a Fidel, solo carga dentro de sí viejos odios que no borra el tiempo. Conspirador nato, así le conocí en los múltiples encuentros que tuvimos en Miami, en aquellos momentos de 1994 en los que me preparaba para realizar atentados contra diversos objetivos en Cuba. Pepe nunca “estará  listo para enterrar el pasado y concentrarse en el futuro”.

Sin poder esconderlo ya, ofreció  una verdad a medias a sus entrevistadores  cuando reconoció que dirigió a un grupo de supuestos combatientes en la década de los 90 que recibía fondos de la FNCA para realizar sus actividades. En realidad, este grupo no era otra cosa que varios mercenarios reclutados en Estados Unidos y Centroamérica, con la intervención de Posada Carriles y varios directivos de la FNCA, entre los que se encontraban Arnaldo Monzón Plasencia. Horacio García, Roberto Martín Pérez, Guillermo Novo Sampoll, Luis Zúñiga Rey y otros.

Los famosos combatientes de Pepe Hernández, entre los que me encontraba yo como colaborador secreto de la Seguridad del Estado de Cuba, estaba integrado por los salvadoreños Francisco Chávez Abarca, Raúl Ernesto Cruz León y Otto René Rodríguez Llerena; los guatemaltecos Marlon Antonio González Estrada, Jorge Venancio Ruíz, Nader Kamal  Musalan Barakat, María Elena González Meza, Iván Jazid Fernández; así como los cubanos Olfiris Pérez Cabrera, Manuel Inda Ramos, Santos Armando González Rueda, José Enrique Ramírez Oro y  Cecilio Reynoso. Todos ellos fueron mercenarios que participaron en las actividades terroristas contra Cuba a cambio de diversas sumas de dinero y nunca movidos por razones ideológicas. En resumen, los supuestos combatientes de Pepe Hernández no eran otra cosa que vulgares mercenarios.

Otra de sus grandes mentiras es cuando afirmó con descaro que “nunca  ha atacado a gente inocente en su lucha contra Castro”. No imagino mayor canallada de su parte, cuando recuerdo que fue él, precisamente él, quien me exigió que colocara una poderosa bomba en el Salón Bajo las Estrellas del famoso Cabaret Tropicana, en noviembre de 1994, precisamente cuando allí asistían más de 700 turistas provenientes de diversas latitudes, así como 450 cubanos. Asimismo, él estuvo directamente involucrado en el frustrado atentado contra  Fidel en el Paraninfo de la Universidad de Panamá, donde habrían perecido junto a la delegación cubana cerca de 1000 ciudadanos panameños. Fue él quien junto a Alberto Hernández, contactó a Posada Carriles en una de sus furtivas visitas a Miami para organizar el atentado.

Si odios profundos e insanos ha tenido  Pepe, uno de ellos lo ha sido contra Fidel. Desde la impunidad que le ofrecen las autoridades norteamericanas, ha dirigido y organizado los 17 atentados que la FNCA  ha preparado contra éste entre los años 1990 y 2000. Otro de sus odios viejos y obcecados lo dirigió contra la termoeléctrica Antonio Guiteras de Matanzas. Más de una vez, se reunió conmigo para elaborar diferentes planes de atentado contra esta instalación. Su deseo de destruirla lo llevó a valorar incursiones de hombres ranas, ataques con obuses, cañones y armas largas de gran calibre desde alta mar, envío de aviones teledirigidos y colocación de explosivos en sus instalaciones. Más de una vez lo observé, a mi lado, urdiendo estas fechorías.

Al ser liberados, Hernández y muchos otros exiliados se fueron a Estados Unidos y redoblaron sus esfuerzos tendientes a derrotar a Castro.

Entrenado por la CIA y por el Army norteamericano, a los que  sirvió como disciplinado peón, Pepe Hernández tuvo una descollante carrera como terrorista, aunque siempre trató de ocultar públicamente su participación en hechos de terror. Sin embargo, poco pudo hacer para evitar que su nombre apareciera involucrado en hechos tales como el frustrado atentado contra Fidel en Isla Margarita, cuyos  ejecutores directos contaban con un fusil Barrett, calibre 50, de su propiedad.

Otra de sus inconsistentes mentiras  ha sido el afirmar que la FNCA  siempre promovió métodos pacíficos. Soy testigo directo de que la Fundación sí participó en el financiamiento, organización y planificación de los hechos terroristas en la Isla durante 1997. Cuba cuenta con suficiente evidencia al respecto.

Defensor a ultranza del terrorista Luis Posada Carriles, afirmó en la entrevista que no comparte la forma en que se le presenta a éste ante la opinión pública, ya que ésta “…lo presenta como un terrorista y no lo es”. El colmo de la desfachatez, al compararse con el criminal de Barbados, la alcanzó cuando fue capaz de afirmar: "Igual que yo, siempre quiso derrocar al gobierno cubano, pero no aterrorizar al pueblo de Cuba".

Hoy, vistiendo el dudoso ropaje del arrepentido, expresó: "Si queremos hacer algo por el pueblo cubano, tiene que ser algo que nuestros hijos consideren también valioso, no simplemente tratar de destruir".

Yo, por mi parte, no estoy convencido de su actual viraje hacia una dudosa izquierda, falsamente dirigida hacia el diálogo y la aceptación. Será siempre un criminal y no dudo que, al terminar la entrevista, esté junto a sus socios planificando un nuevo acto criminal contra Cuba.