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No volar muy alto, pero solo

Tomado del Huffington Post
Traducido por Geleny Ramos, de Cubadebate

juanes1Una de mis obras favoritas resulta ser Cyrano de Bergerac, de Edmond Rostand. Los monólogos son muchos, pero hay uno en particular que ha estado dando vueltas en mi cabeza casi toda esta semana.

Como la mayoría de los monólogos de la obra, no tiene título, sino que son reconocidos por la frase de apertura o simplemente por alguna frase. Esta en particular pertenece al segundo acto de la obra, y en gran medida, en mi opinión, encierra el mensaje de la historia: reducirse a lo que otros quieran, o no.

Durante las últimas semanas, sucesos desafortunados en el Sur de la Florida no solo han probado que los discos compactos efectivamente pueden ser destruidos con mandarrias, y que existe el derecho inalienable de llevar camisas negras y luego quemarlas, sino que también nos ha mostrado que muchos, muchos otros en la misma región de los EEUU y en otras orillas tienen, hablando francamente, sentido común.

Desafortunadamente el sentido común es el menos común de los sentidos, y aquellos que no lo tienen, han hecho todo lo que han podido en el calor del verano, para tratar de convertir las vidas de un hombre y su familia en un caos interminable, con la esperanza de poder desacreditarlo lo suficiente, o intimidarlo lo suficiente como para disuadirlo de su objetivo.

Juanes y su familia han estado siendo atormentados hasta el punto de haber tenido que llenar una queja formal ante el departamento de policía de Key Bizcayne.  

Las amenazas deben tomarse a la ligera cuando vienen de gente que no puede ver más allá de su ira, y no se dan cuenta de que incluso aquellos que normalmente estarían en contra de cualquier cosa que sucediera en Cuba -y cuando digo “cualquier cosa” me refiero específicamente a cualquier tipo de acercamiento entre los EEUU y Cuba— están a favor de este concierto. 

Sin embargo, cuando estas amenazas van dirigidas a una esposa embarazada y amenazan la vida de un artista, y lo que podría considerarse mucho peor, que estas amenazas se han hecho mediante malas metáforas, mal citando a Voltaire, bueno, entonces las cosas realmente se están saliendo de control.

Juanes, por supuesto, tiene todo el derecho de cancelar su concierto; tiene el derecho de retirarse. Sin embargo, yo pienso ahora, que él sabe que cuenta con muchos más seguidores que antes de lanzarse en este pacífico viaje, y su responsabilidad como artista ha crecido mucho más.

Ahora disfruta de la solidaridad de artistas de todo el mundo, y cuenta con el apoyo de cientos de fanáticos cubanos dentro y fuera de la isla, de izquierda, de derecha, y del centro. Su causa ahora se ha convertido realmente en una causa de paz. No una paz blanca, ni roja, ni azul, sino un arcoiris de paz.

Porque como dice Cyrano, “por principio, hay cosas en este mundo que un hombre hace bien en llevar a los extremos”.

Así que, a Juanes y a todos aquellos que todavía dudan de sus intenciones, les envío esta abreviada, parte de mi monólogo favorito en Cyrano de Bergerac, de Rostands:

¿Adular el talento de los canelos? ¿Vivir atemorizado por infames libelos y repetir sin tregua: ¡Señores, soy un loro, quiero ver mi nombre escrito en letras de oro!? ¡No, gracias! ¿Sentir terror a los anatemas? ¿Preferir las calumnias a los poemas? ¿Coleccionar medallas? ¿Urdir falacias? ¡No, gracias! ¡No, gracias! ¡No, gracias!... Pero cantar, soñar, reír, vivir, estar solo, ser libre, tener el ojo avizor, la voz que vibre, ponerme por sombrero el universo por un sí o por un no, batirme o hacer un verso; despreciar con valor la gloria y la fortuna, viajar con la imaginación a la luna, no pagar jamás por favores pretéritos, renunciar para siempre a cadenas y protocolo; posiblemente no volar muy alto, pero solo.

Lea el artículo original en The Huffington Post