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Estados Unidos: La reforma del sistema de salud es torpedeada

Progreso Semanal

Azuzado por los demagogos y financiada por los cabilderos de la industria de seguros, el debate sobre la reforma del sistema de salud ha sacado a luz la paranoia de todos los que odian a Obama y el rencor y el temor de los que desconfían del gobierno en general y del gobierno de Obama en particular.

El clima de desorden en los mitines de consulta popular convocados por los miembros del Congreso en sus distritos no es una simple demostración de disentimiento. La táctica de hacer callar a los oradores a gritos y de interrumpir el debate hasta cancelarlo apunta hacia un objetivo cuidadosamente orquestado por los operadores políticos: el intimidar a los miembros del Congreso hasta que descarten todos los elementos progresivos en las leyes de reforma médica que ellos están considerando.

Muchas mentiras han sido espetadas y muchos cucos han sido presentados --los "paneles de la muerte", la eutanasia, la inmigración ilegal, el aborto-- para incitar a los crédulos, los prejuiciados y los rencorosos a una ira frenética. Sembrar confusión, crear duda y diseminar mentiras y distorsiones han sido acciones constantes, la orden del día.

El debate sobre el cuidado de la salud se ha convertido en un substituto metafórico de algo mucho más amplio: qué clase de sociedad Estados Unidos será en el Siglo XXI. Aunque constituyen una minoría, hay muchas personas que todavía están atónitas e indignadas porque Barack Obama ganó una elección importantísima; la batalla sobre la atención médica las ha sacado a la palestra. Muchos piensan que derrotar a Obama en el campo del cuidado médico significa eliminar sus posibilidades de ser un presidente exitoso.

El cuidado médico universal también implica que la sociedad tenga un cierto nivel de solidaridad. Dé un vistazo a la gente que va a sabotear los debates populares; hay muy pocas caras negras o morenas entre ellas. Los que tienen menos oportunidad para obtener seguro médico y beneficiarse de nuevas leyes han quedado amordazados.

Los agitadores y sus claques están manejando el debate sobre el cuidado de salud como una repetición de la elección presidencial, como otra manera de morder la manzana. No están conformes con la derrota. El odio hacia Barack Obama es su común denominador. Un individuo se presentó a un mitín popular de Obama portando una pistola y un cartel que decía que "es hora de darle agua al árbol de la libertad", una alusión a la frase de Jefferson que dice que el árbol de la libertad necesita ser nutrido periódicamente con la sangre de los tiranos. Fue un llamado a un magnicidio; un llamado claro, desvergonzado, llano y simple. Esa actitud es tan peligrosa como la dinamita.

Las fuerzas del cambio necesitan recobrar la iniciativa y no permitir que un puñado variopinto de reaccionarios las intimide, se apodere del debate y defina el tema de la protección a la salud. Obama y sus partidarios deben tomar la ofensiva y disipar los mitos y las falacias de los negativistas.

Los opositores de la reforma médica son una coalición de gente muy racional y muy irracional. Las ganancias de las compañías de seguro se dispararon más de un 400% en la última década; los aseguradores tienen razón para oponerse a cualquier plan de seguros públicos que reduzca seriamente sus enormes ganancias. Los cofres de campaña electoral de muchos congresistas han sido llenados gracias a la "generosidad" de la industria de seguros. A fin de cuentas, ése es el meollo del asunto. El resto es ruido y furia que significa (casi) nada.