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Obama, sólo pura pirotecnia hasta ahora

El presidente norteamericano, Barack Obama, se ha quedado únicamente en los fuegos artificiales que disparó durante su campaña electoral y en los primeros días de su mandato, cuando lanzó al mundo "esperanzadores mensajes" de eventuales cambios en la política exterior de su país, que hasta ahora no han sido cumplidos.

Previo y tras su triunfo en los comicios norteamericanos del pasado año, Obama creó notables expectativas de que Estados Unidos pasaría página definitivamente a los ocho años de su más agresiva conducta internacional, que le imprimió el ex inquilino de la Casa Blanca George W. Bush.

Entonces, el actual jefe de Washington prometió cerrar la mal afamada cárcel de Guantánamo, que aún permanece en la base militar que Estados Unidos mantiene en ese territorio usurpado a Cuba, y donde decenas de prisioneros viven un limbo jurídico, en medio de torturas y crueles violaciones de sus más elementales derechos humanos.

Obama dio además su palabra de que acabaría con ese sangriento escenario, una petición reiterada por la comunidad internacional, y desoída por Bush, el protagonista principal de las invasiones a Irak y Afganistán, de los centros de torturas de Guantánamo y Abu Ghraib, de las cárceles ocultas en Europa, y de los vuelos secretos de la agencia Central de Inteligencia (CIA) por el denominado viejo continente, por citar algunas de sus más relevantes andanzas criminales.

Muchas personas en el mundo apostaron a que con el ascenso al poder del primer presidente negro de Estados Unidos, podría iniciarse una nueva era para la humanidad, que terminaría con la cruenta conducta imperial de su antecesor y la mayoría de sus predecesores.

Analistas políticos y expertos auguraron incluso el posible retiro de las tropas norteamericanas de ocupación de Irak y Afganistán, y hasta el fin del cruel bloqueo que Washington impone a Cuba desde hace 50 años, el más prolongado cerco económico, comercial y financiero aplicado en la historia a un país.

Para sorpresa de algunos, y conmoción de otros, nada de ello ha sucedido. Obama mantiene abierta la cárcel de Guantánamo, sin que se vislumbre su cierre, y en cambio ha anunciado la reinstalación de los tribunales militares ilegales que funcionaron allí en la época de Bush.

Asimismo, objetó recientemente la publicación de decenas de fotografías que muestran los abusos a reos iraquíes en el centro de torturas de Abu Ghraib, aludiendo que esas imágenes podrían desatar una reacción contra los soldados norteamericanos que seguirán desplegados en Irak y Afganistán.

A pesar de que la comunidad internacional ha demandando de manera unánime a Estados Unidos a que ponga fin al bloqueo contra Cuba, esa política de Washington no ha variado hasta el momento ni una milésima.

Evidentemente sólo con intenciones, para pensar bien, no se puede variar el status quo de la Casa Blanca, que con la llegada de Obama parece haber recibido una sola mano de pintura, sin que se hayan descascarado sus paredes, y mucho menos transformada su estructura.