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No es ficción, es realidad

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En Venezuela hay personas que consideran que la amenaza que representa el gobierno de Álvaro Uribe -para Venezuela y la región-, es puro cuento. Hay algunos que por simple prurito oposicionista, por la obsesión antichavista que les altera el juicio, niegan de plano que el gobierno colombiano nos tenga en la mira. Incluso, me atrevo a escribir que hay gente en el país que perdió la noción de patria y que vería con agrado que el proceso bolivariano fuera arrasado por infantes de marina norteamericanos o por el Ejército colombiano. Para ellos, lo dijo una periodistas en los años de la infamia, es preferible un general extranjero en Miraflores a tener que calarse a Chávez.

Pero también hay personas que no están sumergidas en esa irracionalidad, que están con Chávez, o lo cuestionan con sindéresis, que piensan que no hay que temerle a Colombia. En el fondo se trata de una peculiaridad del venezolano. Somos confiados hasta pecar de ingenuos.

Al enemigo no le atribuimos peligrosidad. Todo -o casi todo- lo resolvemos con mamadera de gallo, subestimando la seriedad en cualquier enfoque. Así hemos sido a través de la historia, y lo seguimos siendo. Es lo que llevó a exclamar al eximio poeta y venezolano ejemplar, Andrés Eloy Blanco, que éramos la única nación del mundo que había perdido un tercio del territorio sin disparar un tiro.

Por cierto, no por cobardía, sino por desidia, irresponsabilidad y despreocupación.

No magnifico el peligro del gobierno de Uribe. Pero considero que se trama algo contra Venezuela. La inmoralidad de ese gobierno; la manera como pisotea los principios; lo que revela el episodio de la parapolítica y la narcopolítica; la compra de votos por Uribe para asegurarse la reelección; el ataque militar a una nación hermana como Ecuador y la subestimación de la masacre de 25 personas, y, lo que es peor, jactarse del hecho, es algo que aconseja no bajar la guardia.

Pero hay más. Días atrás apareció en El Nacional una entrevista de la reportera Marian Marval Díaz al Comandante General de las Fuerzas Militares colombianas, general Freddy Padilla. Fue un entrevista emblemática por muchas razones. Ante todo por la propiedad con que habló el jefe militar -reveladora de su dominio de la situación-, y por la contundencia de las respuestas a la periodista. Y por algo aún más importante: la manera como el general Padilla confirma la aplicación inapelable de la doctrina militar de la legitima defensa y el ataque preventivo. Al preguntarle si los militares colombianos están dispuestos a hacer un operativo similar al realizado en Ecuador, en caso de confirmar que haya un campamento de las Farc en Venezuela, el general Padilla responde sin vacilar: "En Colombia tenemos el concepto internacional de la legítima defensa" . Más claro no canta un gallo. Las FAN colombianas están dispuestas a repetir el brutal ataque de Ecuador, guiándose solo por sus servicios de inteligencia y adoptando la decisión sin consultar a nadie, incluso contra Venezuela. De lado quedan el derecho internacional y los organismos de solución de conflictos como la OEA y Naciones Unidas.

La tajante afirmación del importante jefe militar colombiano, complementa el planteamiento geopolítico y estratégico expuesto por el ministro de Defensa Juan Manuel Santos al visitar Washington. En esa oportunidad él manifestó lo siguiente: "EEUU debe cambiar su objetivo geopolítico, en vez del Medio Oriente, América Latina donde están las reservas petroleras mayores del mundo". Pregunta obvia, ¿dónde están las mayores reservas petroleras del mundo? ¡En Venezuela!.

Estoy convencido de que un gobierno teledirigido como el de Uribe -controlado por un guerrerista como Bush-, que internamente pasa por un difícil trance debido al desmoronamiento institucional y moral del país, es capaz de embarcarse en cualquier aventura. Hay actitudes e informaciones que lo confirman. Cuando Uribe arriesga una relación comercial tan favorable como la venezolana e, incluso, cuando ignora la oferta de Chávez en la reunión de Hato Grande de colocar en la agenda binacional el tema de la delimitación de áreas marinas y submarinas en el Golfo de Venezuela -histórica aspiración del Estado colombiano-, da una señal de que persigue otros objetivos.

Objetivos que en cierta forma hay que relacionar con los planteamientos tanto del general Padilla como del ministro Santos. Desde lejos se les ve el bojote (Recomendación gratis: en este marco expectante una cosa es estrechar la mano y otra bajar la guardia).